Confederación Sindical de Comisiones Obreras
SINDICATO: RETORNO AL FUTURO
(Giorgio Cremaschi)

¿Cuál es el futuro del sindicato o mejor, de un sindicato que quiera permanecer anclado en los principios de solidaridad, igualdad y democracia, frente a la fragmentación del trabajo en la época de la globalización? .Eso es un retorno al pasado.

Pero no a cualquier pasado, sino a uno particular, se vuelve una encrucijada de la cual surgen distintas culturas. Por un lado, la del sindicalismo de oficios, empresarial y corporativo; por otro, la del sindicalismo industrial. Para recomenzar el sindicato debe volver a las raíces del sindicalismo industrial, a las razones de la opción que llevaron a afirmar el principio de un
solo sindicato, una única regulación para todos y todas, independientemente de
tareas, color de piel, pertenencia religiosa, sexo.

Es un grave error confundir el modelo del sindicalismo industrial con una forma específica de organización de la empresa, el fordismo. Si es cierto que aquel modelo ha tenido el máximo desarrollo en algunas, no en todas, las organizaciones industriales fordistas, no es verdad que esté determinado tecnológicamente. El sindicalismo industrial afirma principios igualitarios que
van bastante mas allá de una particular dimensión productiva. En la historia del movimiento obrero se enfrentaban desde siempre dos culturas. De un lado, aquella que, partiendo de las relaciones existentes en la empresa, cree inevitable una simple acción de presión económica en el interior de la misma, por la parte mas cualificada de los trabajadores. Por el otro, una aspiración a la igualdad, a la democracia ya la ciudadanía en el interior de la empresa que
necesariamente tiene que saltar las barreras profesionales y de categoría.

En el mundo actual de la empresa difusa, sometida a todas las presiones y tensiones del mercado mundial, al movimiento sindical se le vuelven a proponer las mismas alternativas. Hablando de América, de un lado el modelo "Gompers", de otro el de los WW, que ha desembocado en la CIO. Samuel Gompers, el fundador de la American Federation of Labour, incluso de clarándose personalmente como socialista, proponía un modelo sindical conservador y totalmente colaborador con la empresa, dando por descontado que el grado de condiciones y derechos en los que se organizaba el mundo del trabajo, no podía ser puesto en cuestión. Los Industrial Workers of the World, intentaban al inicio del siglo pasado romper las barreras que separaban a los profesionales del resto del mundo del trabajo y con su sindicalismo revolucionario proponían un modelo sindical que unificase a todos. Mucha de su cultura fue utilizada después, en los años 30 por las grandes luchas de la sindicalización en las empresas fordistas por el recién nacido sindicato industrial, la CIO.

Hoy, con el aparente final de las grandes fábricas tradicionales, que en realidad simplemente se han extendido por todo el territorio, el problema de la reunificación del mundo del trabajo, se pone sobre bases mas amplias que en el pasado, pero partiendo siempre de la misma elección. Se trata de decidir si resignarse a la división jerárquica, étnica y territorial de los derechos y las condiciones, o se vuelve a proponer el antiguo slogan de un solo y gran sindicato, de un solo negociación. Toda la actividad de las empresas tiende a fracturar el sindicalismo industrial donde quiera que todavía exista ya convertirlo en un conjunto de pequeñas agrupaciones o coaliciones de empresa. Bajo esta presión se desmoronan los pactos sociales y la
concertación europea.

El trabajo no se ha terminado, como pensaba algún teórico, incluso en la izquierda, sino que ha crecido con desmesura, asumiendo una dimensión mundial sin precedentes en la historia de la explotación capitalista. Hoy el número de los trabajadores sujetos a ritmos de trabajo y al poder de la empresa capitalista es el mas alto de la historia de la humanidad. Si los altos hornos cercanos han cerrado, el acero se trabaja como nunca en muchas partes del mundo. Por otra parte, nuevas formas de explotación y de organización del trabajo taylorista se afianzan en sectores antes absolutamente ajenos a la organización "científica" del trabajo. El redimensionamiento en los países industriales mas avanzados, de la gran fábrica fordista manufaturera ha sido confundido con aquél de la gran empresa. El primero ha existido, pero solo un deslumbramiento ha podido hacer creer que la segunda no hubiese crecido desmedidamente. Hoy las cadenas de montaje están dispersas territorialmente, los semielaborados viajan con ciclos productivos donde los camiones, los barcos, los aviones y los trenes sustituyen a los almacenes, y los trayectos
de reparto en reparto. De este modo, los costes de funcionamiento de la gran empresa se transfieren directamente a toda la sociedad, en términos económicos y ambientales. Lo que emerge del trabajo es la punta del iceberg, mientras condiciones de explotación bárbara se extiende en cada rincón de la sociedad y se consolida en ella. También las profesiones "nobles", desde los
médicos a los abogados, a los intelectuales mas variados son absorbidos, cada vez en mayor medida, en estructuras de empresa donde se aplican los modelos organizativos del trabajo industrial. Incluso en las salas de bingo existe una organización taylorista, donde no solo los trabajadores, sino también los clientes están sometidos a ritmos estresantes y continuados, con laextracción de un número tras otro.

La difusión del trabajo intelectual a través de la red se produce contemporáneamente a todo esto. Procesos de conocimiento y de expoliación de derechos y poder se extienden contemporáneamente, así como la cadena de montaje fordista fracturaba y al mismo tiempo unificaba el trabajo. De esta
forma, la red es al mismo tiempo vehículo de nuevos procedimientos tayloristas con las que la gran empresa organiza su estructura productiva sobre bases cada vez mas amplias que en el pasado y, al mismo tiempo, puede ser instrumento de lucha por el poder y de adquisición de conciencia.

Es falso que aumente el trabajo autónomo. No solo porque desaparecen muchas profesiones o se subordinan a la gran empresa, sino también porque incluso la independencia empresarial se pone en discusión. Cierran muchos talleres y aumentan los empresarios de sí mismos, es decir, los nuevos
proletarios. Trabajadores autónomos solo sobre el papel, en realidad simple fuerza de trabajo subordinada al orden y las necesidades de la empresa. En definitiva, la gran reestructuración resitúa y extiende la larga cadena del trabajo asalariado.

Por esto, todos los intentos, hechos también de buena fe, de evitar la centralidad del conflicto capital trabajo o de no considerarlo mas como fuente de conflicto, terminan en realidad por dejar el trabajo a la cultura de Gompers. Quien puede, reivindica, quien no puede, se adapta o se confía a la caridad del capitalismo compasivo.

Él sindicalismo industrial, bajo bases bastante mas amplias que en el pasado, se presenta todavía como una alternativa democrática a la resignación ya la impotencia del trabajo.

Si para el viejo sindicalismo industrial la barrera a romper era la que separaba a los trabajadores de base de las viejas figuras especializadas y dentro de la fábrica se trataba de superar la división entre poder colectivo y trabajo individual, hoy es otra la frontera a abatir. La que separa el trabajo protegido (con derechos), del precario. La lucha contra la precarización, que tiene como vertiente cultural la crítica radical a la ideología del fin del "puesto fijo" constituye la nueva dimensión en que se funda el sindicalismo industrial.

Es frente a la precarización como se vuelve a encontrar la encrucijada histórica de las opciones sindicales. Quien se resigna a ella, está destinado a seguir una pálida copia de las opciones de Gompers. Quien la rechaza debe reinventar un modelo sindical igualitario, que incluye toda la nueva masa de trabajadores no subordinados, sin discriminación y sin límites. Se vuelve a
partir desde aquí, un solo y gran sindicato, una sola negociación.


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