VICTIMISMOY
FALSIFICACIÓN SIONISTA
Marzouka y Marzuca
"
Los israelitas quieren ser palestinos. Hemos adoptado su cocina, y servimos
su falafel y humus como nuestra propia comida étnica. Adoptamos el cactus
nativo, sabra, creciendo al lado de sus pueblos, como nombre para todos nuestros
hijos nacidos en el país. Nuestro idioma moderno Hebreo volvió a la vida con
centenares de palabras Palestinas. Solo necesitamos pedirles perdón, abrazarlos
como si fuesen hermanos desde hace tiempo perdidos y aprender de ellos. Ese es
el único rayo de esperanza que sale de la oscuridad presente." Israel
Shamir". El Retorno de un Caballero.
El
victimismo, es un modo de legitimación social y político, una manifestación
de deshumanización e inconvivencia humana esgrimida por el sionismo, con el
objeto de justificar y perpetuar su existencia. Sustentado en mecanismos
represivos y poseyendo el salvoconducto de los sentimientos de simpatía-compasión
que ha generado su eterna postura de situarse como "el débil y
perseguido" para la consecución de sus objetivos,
ha recurrido invariablemente
en la tergiversación de los hechos reales y el intercambio de papeles, con el
fin de que la interpretación de todas las situaciones emitidas contra "el
otro" en forma violenta, contra el pueblo palestino, siempre sean
percibidas a los ojos del mundo, en clave víctima, proyectando hacia la sociedad palestina que resiste, el rol de victimarios.
El
victimismo, se basa en la premisa que no existe nada más que uno mismo, por lo
tanto su funcionamiento psicológico se encuentra entrampado en etapas
primitivas de desarrollo humano, tales como el narcisismo y egocentrismo. El
victimismo sionista ha incurrido en la obtención de dividendos y rentas,
legitimando la usurpación, asentamiento y expansión de un estado creado y
basado en la explotación del holocausto, sin importarle el padecimiento y
sufrimiento de mas de medio siglo, de desalojo del pueblo palestino desde su
ancestral tierra, legitimando las mismas o peores prácticas a las que fueron
sometidas diferentes comunidades y grupos, entre las cuales se encontraba, la
comunidad religiosa judía.
Con respecto a esto, Norman Finkelstein, norteamericano nacido en Nueva
York, de religión judía, cuyos padres fueron los únicos sobrevivientes de la
familia tras el guetto de Varsovia y las persecuciones nazis, ha afirmado en su
reciente obra : “El impacto mas significativo del holocausto nazi ha sido,
sin embargo en la cuestión Palestina. Los sionistas norteamericanos han
explotado la persecución nazi contra los judíos pare acallar cualquier critica
contra Israel y sus políticas moralmente indefendibles. Esta tesis pro israelí
ha calado en las elites norteamericanas” (1). Para
este autor, los círculos sionistas han explotado con fines políticos y económicos
el holocausto.
Sin embargo, un análisis más profundo de la historia y dinámica del
movimiento sionista, revela más allá de las afirmaciones de Finkelstein, que
el sionismo no sólo ha explotado en beneficio propio el sufrimiento judío,
sino más aún, fue partícipe y cómplice de él, con el fin de concretar su
proyecto colonial en Palestina. T. Herzl, su fundador, ya en 1897 afirmó: “
En París comencé a considerar de modo más amplio al antisemitismo, que ahora
empiezo a comprender históricamente y a perdonar. Por otra parte, el
antisemitismo, fuerza poderosa, aunque inconsciente entre las masas no
perjudicará a los judíos. Considero que es un movimiento provechoso para el
desarrollo del carácter judío” (2). De esta manera, Herzl vislumbró la
utilidad del recurso antisemita para instrumentalizar a las comunidades judías.
En enero de 1941, Abraham Stern, activista del terrorismo sionista en
Palestina, propuso la creación de un pacto militar entre la llamada Organización
Nacional Militar (ONM) Irgun Zvai Leumi y el gobierno nazi del Tercer Reich. El
documento, conocido como “
Documento de Ankara”, fue descubierto después de la segunda guerra mundial,
en los archivos de la embajada alemana en Turquía. El objetivo era estimular y
evacuar a las masas judías a Palestina para establecer un estado en sus
“fronteras históricas”, en lo que por supuesto “colaboraría” y
facilitaría el gobierno nazi a cambio del común interés por establecer un
nuevo orden en Europa de acuerdo al concepto alemán, dado que los sionistas
tomarían activo partido por los germanos en la guerra (3).
En este contexto, se nos presenta la patología del sionismo. Primero,
estimuló el antisemitismo en Europa, luego facilitó el holocausto judío, aliándose
con el nazismo, para finalmente instrumentalizarlo política y económicamente.
Hoy, la estrategia sionista se mantiene. Estimular el antisemitismo, para
mantener la emigración de judíos y colonizar la totalidad de Palestina,
eliminar al pueblo palestino generando un nuevo holocausto y a su vez acusar de
antisemita a quién critique la genocida política de "Israel". Es el
patológico circulo del victimismo sionista, que sólo puede forjar un modelo de
hombre mezquino, incapaz de aceptar, dialogar y comprender al otro, pues solo lo
entiende como una herramienta para su destructivo e individual objetivo.
El hombre como ser social, tiene inexorablemente incorporado a "los
otros" en el "concepto de sí mismo", en sus roles y proyectos de
vida, en la búsqueda de la plenitud
y felicidad. Para nuestros roles, necesitamos de los roles complementarios y de
la interrelación con los demás, en los ámbitos familiar, laboral, social. Así
mismo, el ser humano es capaz de establecer una relación y diálogo consigo
mismo, un diálogo interior que será constructivo o destructivo, de acuerdo al
mundo interior de cada uno. El hombre se hace grande cuando logra salir de sí
mismo, (equivalente al principio cristiano "ama a tu próximo como a ti
mismo"), y se rebaja y deshumaniza cuando permanece centrado tan solo en sí
mismo, en el egoísmo.
Es en esta
etapa de desarrollo psicológico humana, donde se ha situado el victimismo
sionista, que además de ser primitiva, es incompatible con relaciones humanas
crecederas y sanas, pues mantiene un estilo hostil de interacciones. En nombre
de desgracias y sufrimientos ocurridos en el pasado a las comunidades religiosas
judías, se arroga una especie de inmunidad e impunidad con la cual justifica
las conductas agresivas y violentas, transformándose en una fuente inagotable
de todo tipo de resentimientos, ira, odio y deseos de venganza, y si alguien osa
reprochar, interpretar o intentar elaborar esta actitud, es considerada una
ofensa o actitud fóbica, por lo cual, inmediatamente se les adscribe los
calificativo de "antisemita", o "judeofóbico", entrando
en el juego del "chantaje moral" e instauración en el otro del
sentimiento de culpa.
En esta perspectiva : “ Lo peor es cuando estos síndromes de persecución
se traducen en airadas acusaciones contra los supuestos ofensores, pues suelen
ser como el aviso de comienzo de una jugada maestra: acusar de una ofensa,
ficticia, sencillamente para anticipar la que, bien real, pretenden ellos llevar
a cabo. A partir de ahí, envuelven su agresión con un manto de candidez: lo único
que hacen es defenderse.”(4) Es decir, la actitud victimista supone la
existencia de complots y hostilidad por doquier, como base para justificar su
acción destructiva y su real intención de eliminar la existencia del otro.
En el caso palestino, el victimismo sionista ha vislumbrado
constantemente un complot, debido a la proyección de su propia hostilidad hacia
el pueblo palestino, expresada en una distorsión paroxística, repetitiva y hábilmente
esgrimida para justificar la apropiación de la Palestina histórica a través
del mito "los árabes deseaban
echar a los judíos al mar". Sin embargo, precisamente este mismo propósito,
pero con los papeles intercambiados, ha sido el objetivo del sionismo desde un
inicio, pues sustentado en una ideología racista y de exclusión ha
"echado literalmente al mar", a las diferentes generaciones de
palestinos, en las diversas oleadas de refugiados expulsados de sus tierras
desde el año 1948 hasta nuestros días y que hoy pretende culminar ante la
pasiva mirada de los ojos del mundo.
Es así como dicha estrategia, introduciendo el
errático y represivo concepto de "seguridad”, ha servido como coartada
para encubrir y enmascarar todos los crímenes cometidos contra el pueblo
palestino, presentando su actual resistencia a la ocupación como “actos
terroristas”, mientras que el intento de exterminio de un pueblo a través de
los asesinatos diarios, la permanente demolición de casas, la destrucción de
cientos de miles de frutales y siembras, el sometimiento al hambre y la
humillación aparecen como “actos de defensa”. En síntesis, los verdugos
han usurpado el lugar de las víctimas.
Cuando se invocan de manera compulsiva, padecimientos pasados para
justificar y de esta forma avalar las conductas agresivas emitidas en el
presente, buscando apropiarse de los argumentos para repetir, en cuanto puedan y
como puedan las mismas acciones que lamentan haber sufrido, entonces,
esa memoria y esos recuerdos dolorosos, se tornan patológicos, y por lo
tanto perversos, reconstruyendo una memoria colectiva y
un pasado errático. "....
Al crear Israel como refugio y patria de los judíos después de siglos de
persecución y, en especial, al hacer el pacto faustiano con el imperialismo,
los judíos que optaron por el sionismo negaron sufrimientos anteriores y
convirtieron en fuerza su debilidad. Pero dicha fuerza, basada en el dominio, en
la opresión y en la expulsión de otros, es inútil. El sionismo negó lo que
se les había hecho a los judíos, pero no logró negar la propia negación y,
por ello, repitió el pasado con una nueva serie de máscaras..."(5).
La memoria colectiva puede
ser enriquecedora y constructiva, cuando contiene elementos reparatorios para un
duelo, pero cuando esa memoria se encuentra impregnada de distorsiones paroxísticas
de la realidad, de mecanismos y reacciones sociales de tipo
persecutorio y paranoide, impregnados de sentimientos de odio y rabia,
buscando así reavivar un oscuro deseo de resarcimiento, entonces esta memoria
se vuelve esclava del agravio y la violencia.
En suma, el victimismo sionista atenta contra el pluralismo cultural, la
tolerancia entre los pueblos, la aceptación de la legitimidad del otro, la
posibilidad de coexistencia pacífica, ya que al sobreponer y sobredimensionar
la propia existencia, busca la destrucción y eliminación del pueblo palestino.
Una actitud sana, cuya convivencia armónica al contemplar “al otro”, lo
legitima, aún en la diferencia y cuyas pautas de socialización se construyen
en base al reconocimiento mutuo, la cooperación y la solidaridad es
indispensable para un reforzamiento positivo en el ámbito de las relaciones
internacionales y para la generación de interacciones civilizadas entre las
naciones.
Ricardo Marzuca. Historiador, Magister en
Educación (c) Universidad de Chile.
REFERENCIAS:
1) Finkelstein, Norman G
The Holocaust Industry: Reflections on the Explotation of
Jewish
Suffering (Hardcover - July 2000).
2) The diaries of
Theodor Herzl, translated and edited by M. Lewenthal. N. Cork, pp6-10.
En: Ivanov, Iuri: “ La burguesía sionista al descubierto",1971.
3) Ver: Schoenman,
Ralph: “ The Hidden History of Zionism”, Veritas Press, Santa
Barbara, California, 1988.
4) El
riesgo del victimismo. En: Interrogantes.net
5) Kovel,
Joel. La mala conciencia del Sionismo.En:Rebelión.org. septiembre de 2002.
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