18 de
noviembre de 2003 Chechenia: desmontando el discurso del terrorismo internacional * Marisol Rodríguez |
Cuando aparecen noticias sobre Chechenia en los medios de comunicación, por norma general, suelen referirse a violaciones de derechos humanos y actos violentos relacionados cada vez más con el Islam, así como con el terrorismo internacional. Casi nada se apunta sobre las connotaciones económicas y políticas del conflicto. En consecuencia, los elementos de fondo quedan sin tratar, dando una dimensión muy limitada de un conflicto realmente complejo en el que intervienen muchas fuerzas e intereses. Pero, ¿qué hay detrás de las guerras de Chechenia?
Los motivos de las intervenciones rusas en Chechenia dadas por el gobierno de la Federación Rusa han ido cambiando con el tiempo, en un intento de simplificar y enmascarar grandes intereses y graves problemas internos. Según Moscú, la primera intervención (1994-96) se llevó a cabo con el fin de proteger a la población rusa en Chechenia, acabar con la posición no ajustada a derecho de la independencia chechena, proclamada de forma unilateral en 1991, y para poner freno al poder de las redes mafiosas y al caos que el general Dhojar Dudáev no era capaz de controlar.
Sin embargo, en la segunda guerra, iniciada en 1999 y que hoy continúa, las argumentaciones dadas por el gobierno ruso cambiaron, definiéndolas básicamente con una sola palabra: terrorismo. Vladimir Putin vendió la campaña de Chechenia como una cuestión interna y describió las acciones militares como una operación de limpieza antiterrorista. Los sucesos del 11-S sirvieron a Putin para apuntalar esta idea y hacerla más global; en su discurso, Chechenia pasó a ser un problema exclusivo de terrorismo internacional. Los argumentos dados por el Presidente de la Federación Rusa se apoyaron en que los rebeldes chechenos eran fundamentalistas wahabíes, y que esa corriente extremista del Islam servía de tapadera al terrorismo internacional. Según fuentes gubernamentales rusas, a finales de los años ochenta se formó la llamada "internacional wahabí", liderada por el multimillonario Osama Bin Laden, y en Rusia, los primeros blancos fueron las repúblicas norcaucásicas de Chechenia y Daguestán con el objetivo de crear "Estados Islámicos", siendo un claro ejemplo de ello la invasión de Daguestán en el verano de 1999 por rebeldes chechenos bajo el mando del señor de la guerra, wahabí, Shamil Basaiev.
La propaganda rusa se basa principalmente en calificar a todos los rebeldes chechenos como terroristas internacionales, olvidando de forma premeditada la complejidad y división de los grupos que luchan en esta guerra. Para el Kremlin, y según declaraciones del Ministro de Exteriores Igor Ivanov, "los atentados de envergadura por parte de los rebeldes no dejan lugar a dudas que el terrorismo checheno es parte integrante de una infraestructura terrorista global y tenemos muchas pruebas irrebatibles". Apoyándose en este discurso propagandístico, Rusia se reafirma en que su lucha en Chechenia es legal, y que, además, debería estar plenamente apoyada por el resto de la comunidad internacional, ya que el terrorismo es el enemigo común de las naciones libres. En esa línea puede imaginarse la satisfacción con que Moscú ha recibido las opiniones de algún político europeo, en concreto Silvio Berlusconi, apoyando abiertamente la postura rusa y acusando a la prensa internacional de tramar un complot para distorsionar la realidad de la actuación rusa en Chechenia (según sus declaraciones en la Cumbre Rusia-Unión Europea celebrada a principios de noviembre de este año.)
Desmontando el discurso: los motivos "ocultos" de la intervención
Si bien es cierto que el wahabismo entró en la década de los noventa en Chechenia, a través de Daguestán, y que señores de la guerra, como Shamil Basayev, han podido tener contactos con el régimen talibán, recibir dinero de Arabia Saudí e incluso tener contactos con Al Qaeda, como comenta Carlos Taibo, Profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, "esto no quiere decir que toda la resistencia chechena sea wahabí y, sin embargo, la propaganda rusa quiere hacerlo creer a toda costa".
También para Xulio Ríos, Director del IGADI (Instituto Gallego de Análisis y Documentación Internacional), el wahabismo es un ingrediente muy presente en ciertos colectivos pero no determinante en el conjunto de la resistencia chechena. La falta de soluciones políticas al conflicto y la fragmentación de la sociedad, causada en gran medida por la guerra, ha sembrado el terreno para el que el wahabismo pueda extenderse, pero en su opinión, "que haya terroristas en la resistencia no obedece a una coherencia única. Hoy no puede hablarse de una oposición armada ya que hay muchas y no siempre actúan coordinadamente. Mantienen posiciones diferenciadas y, por tanto, cualquier simplificación nos aleja de la realidad".
Como ellos opinan también otros expertos, haciendo evidente que tras la cortina de humo del terrorismo internacional elaborada por Putin se esconden otros motivos que Moscú no menciona y que son claves para entender porqué se ha avivado un conflicto que no es nuevo (hace más de 200 años que los chechenos luchan contra los rusos) pero que ha retornado con una desproporcionada crudeza.
Para muchos analistas los motivos claves de la intervención han sido básicamente dos: el interés de Rusia por los hidrocarburos y el miedo de Moscú a la desintegración de la Federación. Sin embargo, otros expertos consideran que en este conflicto han intervenido más variables, y que, por tanto, existen otros factores con igual o mayor peso que se han combinado llevando a la invasión y a la guerra. Veámoslos uno a uno:
1- Interés de la
Federación Rusa por los hidrocarburos (en concreto petróleo)
La importancia de Chechenia como productor es relativa; sin embargo, la clave es
que está atravesada por gaseoductos y oleoductos de valor innegable, que le
otorgan un gran valor estratégico. Más aún cuando en los años noventa estaba
en juego lo que se llamó "el contrato del siglo", es decir, la ruta
que seguiría el crudo que se extraería del Mar Caspio, el mayor mar interior
del mundo rico en petróleo y gas natural, llamado a convertirse en uno de los
próximos centros petrolíferos a nivel mundial. Una de las rutas con más
posibilidades para acercar el petróleo a Occidente pasaba por Chechenia. Desde
esa perspectiva Rusia necesitaba el control y estabilidad en el Cáucaso Norte
para convencer a los inversores extranjeros de que la suya era la mejor opción.
La posibilidad de beneficios en concepto de derechos de tránsito y un mayor
peso en la política internacional (por el poder que otorga el controlar el
suministro) eran buenas razones para intentar retomar el control de una república
secesionista que había "campado a sus anchas" durante tres años.
Finalmente, las reticencias de Europa y EEUU a dejar una ruta tan importante en
manos de Rusia y la falta de control de la situación hicieron que el mencionado
contrato, firmado en 1999, tuviera como beneficiaria a Turquía.
2- Ejemplo para
otras repúblicas
En opinión de algunos analistas, Moscú temía que la acción separatista de
Chechenia fuera el inicio de su desmembración ya que otras repúblicas eran
también focos de potencial inestabilidad con reclamaciones similares. Al
separarse de Rusia, dos meses antes de la disolución de la URSS, Chechenia puso
en entredicho toda la estructura del Estado ruso. Sin embargo, en relación con
este "motivo oculto" hay otros analistas que consideran que debe
tenerse en cuenta pero sin darle un peso clave, basándose en que Chechenia
estuvo tres años sin ser intervenida (Yeltsin proclamó el estado de
emergencia, pero la medida fue finalmente anulada por el parlamento ruso.)
3- Forma de desviar
la atención de otros problemas de Rusia
La intervención fue, asimismo, una forma de buscar enemigos externos que
hicieran olvidar a los rusos los problemas económicos y sociales del país.
Yeltsin necesitaba una victoria rápida que aumentara su mermada popularidad. La
población estaba cansada de vivir con una economía en ruinas, de la impunidad
de las mafias, de la corrupción de los poderosos oligarcas financieros y mediáticos
beneficiarios de las privatizaciones, de los escándalos financieros en el
entorno presidencial... La guerra, por tanto, se convirtió en una buena forma
de reconducir tanta decepción y frustración. Y Chechenia se convirtió en el
mejor de los enemigos cuando en 1999 estallaron las bombas en edificios de
viviendas que mataron a cientos de civiles.
4- Renacimiento del
discurso imperial de tintes militares y autoritarios
Muchos analistas han visto las guerras en Chechenia como un intento del Kremlin
de evocar un pasado glorioso de dominación sobre otros pueblos, resarcirse por
las humillaciones sufridas por los rusos en diversas repúblicas ex soviéticas,
como una revancha tras el hundimiento de la URSS, y como una oportunidad para
los militares rusos de quitarse el peso de la derrota sufrida en Chechenia en la
primera intervención. Siguiendo esta línea, Carmen Claudín, analista de la
Fundación CIDOB, considera que con su actuación en Chechenia "Rusia está
volviendo a su pasado soviético y zarista, destruyendo con esta guerra el
inicio de una Rusia democrática y recrudeciendo los sentimientos antirrusos de
la población chechena".
5- Estrategia de
Vladimir Putin para conseguir el poder
Vladimir Putin pasó de ser un espía de la KGB a ser nombrado por Yeltsin en
1999 Primer Ministro en Funciones, viendo la guerra de Chechenia como una forma
de catapultarse al poder. Con el beneplácito de Yeltsin elaboró la estrategia
de reactivación del conflicto checheno que estaba tomando un peligroso cariz
expansionista y religioso. Los atentados de 1999 en los edificios en Moscú,
Volgodonsk y cuarteles en Daguestán, que dejaron cientos de víctimas
(atribuidos sin dar ningún tipo de pruebas a los rebeldes chechenos civiles y
en los que muchos analistas ven la mano de los servicios secretos rusos), le
dieron a Putin el apoyo de la opinión pública rusa para intervenir en
Chechenia, convirtiendo así en papel mojado los acuerdos de Jasaviurt firmados
en 1996. Esta nueva intervención consolidó su imagen como político decidido a
restaurar el orden y la disciplina en todo el territorio federal con mensajes
nacionalistas orientados a la construcción de una Rusia fuerte, lo que
contribuyó a elevar rápidamente su popularidad en las encuestas. Un apoyo
popular que, unido al respaldo de oligarcas y militares, le llevó a ganar las
elecciones a la presidencia de la Federación Rusa en 2000.
6- Zona de
seguridad: miedo al Islam
El Cáucaso es una zona de especial interés para la seguridad de la Federación
Rusa, territorio en el que coincide con tradicionales competidores como Irán y
Turquía. Es, por tanto, la frontera meridional de Rusia con países
conflictivos y de manera más general con el Islam, religión a la que
pertenecen la mayoría de los caucasianos septentrionales. El envío y
emplazamiento de tropas rusas en las fronteras caucásicas no ha hecho sino
incrementar aún más las tensiones en la zona. La proclamación por Mashjadov,
en 1999, de la República Islámica de Chechenia, así como la ocupación de
Daguestán, en el verano de ese mismo año, por el poderoso señor de la guerra
Basayev, que proclamó la independencia de la república bajo un régimen islámico,
no hicieron sino incrementar el temor de la extensión del Islam, y en concreto
del wahabismo.
En lugar de tomar en consideración este cúmulo de motivaciones, la comunidad internacional prefiere guardar silencio, limitándose en todo caso a manifestar su "preocupación por lo que ocurre en Chechenia". Se tiende a calificar lo como un conflicto interno, de integridad territorial de Rusia, y dar un apoyo velado a Moscú. Rusia aprovecha esta actitud para proseguir su particular guerra contra el terror y para continuar con su política de represión y tierra quemada, rechazando cualquier negociación con los rebeldes chechenos al considerar que no hay líderes legítimos ya que éstos se han convertido en terroristas. A corto plazo, queda por ver si las elecciones presidenciales rusas del próximo 7 de diciembre cambian el rumbo de un conflicto para el que no se adivina un final inmediato.
Para más información:
- Sebastián Smith (2002): Las montañas de Ala; la batalla por Chechenia, Ed.
Destino.
- Carlos Taibo (2000): El conflicto de Chechenia: una guía introductoria, Ed.
Libros de la Catarata.
- Carmen Claudín (2003): Chechenia de guerra en guerra, Observatorio Fundación
CIDOB.
* Marisol Rodríguez - Periodista y Especialista en Información Internacional y Países del Sur. Colaboradora del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH)
Noviembre de 2003
original publicado en http://www.iecah.org/espanol/globaliza/conflicto/art_Chechenia.htm
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