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Título: Control Social: El militarismo cotidiano. Campaña 2014 de Objeción Fiscal al Gasto Militar.- Enlace 1

Texto del artículo:

Control Social: El militarismo cotidiano





Editorial de la campaña 2014 de Objeción Fiscal al Gasto Militar.


Cuando nos aproximamos al concepto de "militarismo" lo comprendemos, en una definición sencilla, como el conjunto de recursos coactivos que el poder dedica a defender sus privilegios y perpetuarse. El ejército, o lo que sería más propio denominar "complejo militar-industrial", es su rostro más conocido. La mayoría de analistas de unas y otras ideologías no dudarán en considerar el importante papel que los ejércitos de los países "potencia" desempeñan en el mantenimiento del status quo económico mundial.


Si cuerpos militares del estado español están desplegados en algunos escenarios bélicos de países en desarrollo, tal realidad está en relación con el interés comercial del gran capital peninsular (bancos, energéticas, empresas de infraestructuras...) Esos despliegues son causantes de muerte en forma directa. Nuestros soldados efectivamente disparan sus armas sobre seres humanos. Pero también de forma indirecta, a consecuencia de las relaciones injustas y las formas de vida míseras que contribuyen a establecer y mantener.


Esta realidad, que no deja de ser llamativamente escandalosa por mucho que los gobernantes traten de disfrazarla, a menudo nos lleva a pensar que el ejército concentra toda la capacidad mortífera del poder. Que no es así se lo pueden preguntar, por ejemplo, a los familiares de las más de 40 personas que en 2013 fallecieron, la mayoría en circunstancias poco claras, estando detenidas por los diversos cuerpos policiales del estado español, u ocupando celdas en sus prisiones.


Año tras año las policías españolas son acusadas por organizaciones internacionales de reconocido prestigio, la mismísima ONU entre ellas, de torturar a sus detenidos con la complicidad de la clase política. La brutalidad policial es alentada desde el poder, que cuenta con un aparato judicial, forense y mediático a su disposición para que los cuerpos represivos del estado puedan ejercer toda la violencia que convenga al poder, sea o no legal. Encubrimientos políticos, e incluso indultos si se requiere, a policías condenados en firme por torturas y maltratos. Personas que fallecen o que pierden ojos tras ser agredidas con materiales antidisturbios que, lejos de proscribirse, son adquiridos en cantidades industriales por el gobierno.


El militarismo policial y carcelario cada año cuesta muchas vidas. Lo mismo se ahorca un preso -según la versión oficial- cuya autopsia se prohibe a médicos independientes, que muere una persona en plena calle por una paliza de policías exaltados, que se ahogan casi dos decenas de inmigrantes en la frontera bajo las balas de fogueo y de goma de la guardia civil.


Son muertes y sufrimientos que suceden a nuestro alrededor, en nuestra cotidianeidad. Y que podríamos sumar a la represión de menor intensidad de quienes reciben fuertes multas por manifestarse, de quienes son detenidos y encarcelados como aviso a navegantes de que protestar puede costar caro. El control social, tan militarista como el propiamente militar, se infiltra poco a poco en todos los resquicios de la sociedad civil. Vigilancia -legal o ilegal- permanente, criminalización de toda disidencia, mayores atribuciones e impunidad a la actuación de las diferentes policías, los vigilantes de seguridad, aumento tras aumento de los castigos del código penal. En estos días se está tramitando una ley que se ha dado en llamar "mordaza", por lo que supone de recortes de derechos básicos y de aumento de las facultades de los cuerpos represivos para ejercer coacción y violencia. La escalada militarista represiva del poder no parece tener fin y, de no detenerse, nos aboca a un futuro de auténtica distopía.


La Objeción Fiscal al Gasto Militar no va a ser la acción política que nos saque las castañas del fuego en este momento tan delicado. Pero sí es una invitación a la esperanza. Un gesto sencillo que invita a recorrer el camino de la resistencia y la desobediencia a la injusticia. Hagamos Objeción Fiscal a todo militarismo y hagamos, además, todo lo que esté en nuestras manos para ir más allá de este sistema que se demuestra criminal e inhumano.