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Secciones: Prensa / Medios comunicación -  Rusia, URSS, Centenario Revolución Soviética

Título: Mentiras sobre la historia de la Unión Soviética (URSS), por Mario Sousa- Enlace 1

Texto del artículo:

Documento

"Mentiras sobre la URSS"



Por Mario Sousa, 15 de junio de 1998.
Título original: “Lies concerning the history of the Soviet Union”. [Traducción de Juan Carlos Álvarez].

Anticipo del texto de las 26 páginas del PDF:



MENTIRAS SOBRE LA HISTORIA DE LA UNIÓN
SOVIÉTICA
Mario Sousa
De Hitler a Hearst, Conquest y Solzhenitsyn
Todos hemos oído la historia de los millones de personas que, según se dice, fueron
encarceladas y murieron en los campos de trabajo de la Unión Soviética y a
consecuencia del hambre durante la época de Stalin.
En este mundo en que vivimos, ¿quién puede evitar oír las terribles historias de las
supuestas muertes y asesinatos ocurridos en los campos de trabajo del Gulag en la
Unión Soviética? ¿Quién puede evitar oír las historias de los millones de personas que
--supuestamente-- murieron de hambre, y los millones de opositores políticos
ejecutados en la Unión Soviética durante la época de Stalin? En el mundo capitalista,
estas historias son repetidas una y otra vez en los libros, los periódicos, la radio, la
televisión y las películas, y las míticas cifras de millones de víctimas del socialismo
han ido incrementándose a pasos agigantados en los últimos 50 años.
Pero ¿de dónde proceden en realidad estas historias y cifras? ¿Quien está detrás de
ellas?
Y otra pregunta: ¿qué hay de cierto en dichas historias? ¿Y qué información se
contiene en los archivos de la Unión Soviética, antes secretos, pero desclasificados
para la investigación historiográfica por Gorbachev en 1989? Los autores de los mitos
siempre decían que todos sus cuentos sobre los millones de muertos en la Unión
Soviética de Stalin se confirmarían el día en que los archivos salieran a la luz. ¿Es
esto lo que ha pasado? ¿Han confirmado los archivos esas historias?
El siguiente artículo muestra el origen de tales historias sobre millones de muertos a
causa del hambre y del internamiento en campos de trabajo en la Unión Soviética de
Stalin, y quién se halla detrás de tales historias.
El presente autor, tras estudiar los informes de la investigación realizada en base a los
archivos de la Unión Soviética, es capaz de proporcionar información en forma de
datos concretos sobre el número auténtico de presos, los años que pasaron en prisión,
y el verdadero número de los que murieron y de los que fueron condenados a muerte
en la Unión Soviética de Stalin. La verdad es bastante diferente del mito.
El presente autor, Mario Sousa, es miembro del Partido Comunista de Suecia, el
KPML (r). El artículo fue publicado en el periódico del Partido Comunista Proletario
en abril de 1998.
Hay una conexión histórica directa que arranca de Hitler y continúa con Hearst,
Conquest y Solzhenitsyn. En 1933 ocurrieron una serie de cambios políticos en
Alemania que iban a dejar su impronta sobre la historia mundial durante las siguientes
décadas. El 30 de enero Hitler se convirtió en Primer Ministro, y una nueva forma de
gobierno, basada en la violencia y en la falta de respeto hacia las leyes, comenzó a
cobrar forma. Para consolidar su asalto al poder, los nazis convocaron nuevas
elecciones el 5 de marzo, utilizando todos los medios de propaganda con los que
contaban para asegurarse la victoria. Una semana antes de las elecciones, el 27 de
febrero, los nazis incendiaron el parlamento y acusaron a los comunistas de ser los
responsables. En las elecciones los nazis consiguieron 17,3 millones de votos y 288
diputados, aproximadamente el 48 % del electorado (en noviembre habían conseguido
11,7 millones de votos y 196 diputados). Una vez que el Partido Comunista fue
prohibido, los nazis empezaron a perseguir a los socialdemócratas y al movimiento
sindical, y los primeros campos de concentración comenzaron a llenarse con hombres
y mujeres de izquierdas. Mientras tanto, el poder de Hitler en el parlamento siguió
creciendo con la ayuda de las fuerzas de la derecha. El 24 de marzo, Hitler hizo que el
parlamento aprobara una ley que le confería el poder absoluto para gobernar el país
durante 4 años sin consultar a la cámara. A partir de entonces comenzó la persecución
abierta de los judíos, que comenzaron a ser internados en los campos de concentración
donde ya estaban internados los comunistas y socialdemócratas de izquierdas. Hitler
siguió adelante con su intento de acaparar el poder absoluto, rechazando los acuerdos
internacionales de 1918 que habían impuesto restricciones a la fabricación de armas y
a la militarización de Alemania. El rearme de Alemania ocurrió a gran velocidad.
Ésta era la situación en el escenario político internacional, cuando los mitos sobre los
muertos de la Unión Soviética comenzaron a aparecer.
Ucrania como territorio alemán
Codo a codo con Hitler en el mando alemán estaba Goebbels, Ministro de
Propaganda, el hombre responsable de inculcar el sueño nazi al pueblo alemán. Se
trataba del sueño de un pueblo racialmente puro que viviría en la Gran Alemania, un
país con un amplio lebensraum, un amplio "espacio vital". Una parte de este
lebensraum, un territorio al este de Alemania que era, en realidad, mucho más grande
que la misma Alemania, aún debía ser conquistado e incorporado a la nación alemana.
En 1925, en su obra Mein Kampf, Hitler ya había señalado que Ucrania era una parte
esencial del “espacio vital alemán”. Ucrania y otras regiones de la Europa Oriental
debían pertenecer a la nación alemana para poder ser utilizadas de manera
“apropiada”. Según la propaganda nazi, la espada nazi liberaría este gran territorio
para dejar espacio libre a la raza alemana. Con la tecnología y la iniciativa alemanas,
Ucrania sería transformada en una región que produciría cereales para Alemania. Pero
primero los alemanes tenían que liberar a Ucrania de su población de “seres
inferiores” que, de acuerdo con la propaganda nazi, serían puestos a trabajar como
mano de obra esclava en las casas, las fábricas y los campos alemanes --en todos los
lugares donde fueran necesarios para la economía alemana.
La conquista de Ucrania y de otras zonas de la Unión Soviética haría necesaria la
guerra contra la Unión Soviética , y esta guerra hubo de ser preparada con
mucha antelación. Con este objetivo el Ministerio de Propaganda Nazi, encabezado
por Goebbels, inició una campaña de mentiras sobre un supuesto genocidio
cometido por los bolcheviques en Ucrania, un período terrible de hambre catastrófica
que habría sido deliberadamente provocada por Stalin para obligar al campesinado a
aceptar la política socialista. El objetivo de la campaña nazi era preparar a la opinión
pública mundial para la “liberación” de Ucrania por las tropas alemanas. A pesar de
los enormes esfuerzos y de que algunos textos de propaganda alemanes se publicaron
en la prensa inglesa, la campaña nazi sobre el supuesto “genocidio” de Ucrania no
tuvo mucho éxito a nivel mundial. Estaba claro que Hitler y Goebbels necesitaban
ayuda para extender sus rumores difamatorios sobre la Unión Soviética. Y esa ayuda
la encontraron en los EEUU.
William Hearst - Amigo de Hitler
William Randolph Hearst es el nombre de un multimillonario que ayudó a los nazis en
su guerra psicológica contra la Unión Soviética. Hearst era un famoso magnate de la
prensa estadounidense, conocido por ser el “padre” de la llamada “prensa amarilla”,
esto es, la prensa sensacionalista. William Hearst comenzó su carrera como redactor
en 1885, cuando su padre, George Hearst, un millonario de la industria minera,
senador y también magnate de la prensa, le puso al frente del San Francisco Daily
Examiner.
Éste fue también el inicio del imperio mediático de Hearst, un imperio que influyó
enormemente en las vidas y en el pensamiento de los norteamericanos. Tras la muerte
de su padre, William Hearst vendió todas las acciones de la industria minera que
había heredado y comenzó a invertir su capital en el mundo periodístico. Su primera
compra fue el New York Morning Journal, un periódico tradicional que Hearst
transformó por completo en una bazofia sensacionalista. Compraba sus historias a
cualquier precio y, cuando no había ninguna atrocidad o crimen sobre los que hacer
un reportaje, pedía a sus periodistas y fotógrafos que “amañaran” algún caso. Es esto
lo que de hecho caracteriza a la prensa amarilla: mentiras y atrocidades “amañadas”,
servidas como si fueran ciertas.
Estas mentiras de Hearst le hicieron millonario y le convirtieron en un personaje muy
importante dentro del mundo periodístico. En 1935 era uno de los hombres más ricos
del mundo, con una fortuna estimada en 200 millones de dólares americanos. Tras la
adquisición del Morning Journal, Hearst siguió comprando y creando diarios y
semanarios por todos los rincones de los EEUU. En los años 1940, William Hearst
poseía 25 diarios, 24 periódicos semanales, 12 emisoras de radio, 2 agencias de prensa
internacionales, un negocio de publicidad cinematográfica, la empresa de cine
Cosmopolitan, y muchos negocios más. En 1948 compró una de las primeras
estaciones de televisión de los EEUU, la BWAL --la TV de Baltimore. Los periódicos
de Hearst vendían 13 millones de copias al día y tenían cerca de 40 millones de
lectores. Casi un tercio de la población adulta de los EEUU leía los periódicos de
Hearst cada día. Además, muchos millones de personas en todo el mundo recibían la
información de la prensa de Hearst a través de sus agencias de prensa, sus películas y
una serie de periódicos que eran traducidos y publicados en cantidades ingentes en
todo el mundo. Las anteriores cifras demuestran cómo el imperio de Hearst fue capaz
de influir en la política americana e incluso en la política mundial durante muchos
años --sobre cuestiones que incluían la oposición a que los EEUU entraran en la
Segunda Guerra Mundial en el bando de la Unión Soviética, y el apoyo a la caza de
brujas anti-comunista del senador McCarthy en los años 1950.
La postura de William Hearst era ultra-conservadora, nacionalista y anti-comunista.
Su política era la de la extrema derecha. En 1934 viajó a Alemania, donde fue
recibido por Hitler como invitado y amigo. Tras este viaje, los periódicos de Hearst se
volvieron aún más reaccionarios, siempre con artículos en contra del socialismo,
contra la Unión Soviética y sobre todo contra Stalin. Hearst también intentó utilizar
sus periódicos para servir abiertamente a los objetivos de la propaganda nazi,
publicando una serie de artículos escritos por Goering, el brazo derecho de Hitler. Las
protestas de numerosos lectores, sin embargo, le obligaron a dejar de publicar tales
artículos y a retirarlos de la circulación.
Tras su visita a Hitler, los periódicos sensacionalistas de Hearst estuvieron llenos de
“revelaciones” sobre los terribles acontecimientos de la Unión Soviética --asesinatos,
genocidio, esclavitud, lujo para los jefes y hambre para el pueblo, éstas eran las
grandes noticias que se publicaban casi a diario. El material le era proporcionado a
Hearst por la Gestapo, la policía política de la Alemania nazi. En las primeras páginas
de sus periódicos aparecían a menudo caricaturas y fotos falsificadas de la Unión
Soviética, con Stalin retratado como un asesino sosteniendo un puñal en la mano. ¡No
debemos olvidar que estos artículos eran leídos cada día por 40 millones de personas
en los EEUU y por varios millones más en todo el mundo!
El mito de la hambruna de Ucrania
Una de las primeras campañas de la prensa de Hearst contra la Unión Soviética
propagó la cifra de varios millones de muertos que supuestamente habían fallecido a
consecuencia del hambre en Ucrania. Esta campaña comenzó el 18 de febrero de 1935
con un titular de primera página en el Chicago American: “6 millones de personas
muertas a causa del hambre en la Unión Soviética”. Usando el material suministrado
por la Alemania nazi, William Hearst, magnate de la prensa y simpatizante nazi,
comenzó a publicar historias inventadas sobre un genocidio que, supuestamente, había
sido deliberadamente cometido por los bolcheviques y había causado varios millones
de muertos a consecuencia del hambre en Ucrania. La verdad del asunto era
totalmente diferente. De hecho, lo que ocurrió en la Unión Soviética al principio de
los años 1930 fue una gran lucha de clases en la que los campesinos pobres y sin
tierra se levantaron contra los terratenientes ricos, los kulaks, y comenzaron una lucha
por la colectivización, una lucha para crear los koljoses.
Esta gran lucha de clases, que implicó directa o indirectamente a unos 120 millones
de campesinos, ciertamente dio lugar a una inestabilidad en la producción agrícola y a
una escasez de alimentos en algunas regiones. La carencia de alimentos debilitó de
hecho a la gente, lo que a su vez llevó a un incremento del número de víctimas de
enfermedades epidémicas. Estas enfermedades eran, en aquel tiempo, algo
lamentablemente común en todo el mundo. Entre 1918 y 1920, una epidemia de gripe
española causó la muerte de 20 millones de personas en EEUU y en Europa, pero
nadie acusó a los gobiernos de estos países de asesinar a sus propios ciudadanos. Lo
cierto es que no había nada que el gobierno soviético --ni ningún otro gobierno--
pudiera hacer ante epidemias de este tipo. Fue sólo el desarrollo de la penicilina
durante la Segunda Guerra Mundial lo que hizo posible la contención de tales
epidemias. La penicilina no se hizo generalmente disponible hasta finales de los años
1940.
Los artículos de la prensa de Hearst que hablaban de millones de muertos a causa del
hambre en Ucrania --una hambruna supuestamente provocada de modo deliberado por
los comunistas-- entraban en detalles gráficos espeluznantes. La prensa de Hearst
utilizó todos los medios posibles para hacer que sus mentiras parecieran verdaderas, y
consiguió que la opinión pública de los países capitalistas se volviera bruscamente en
contra de la Unión Soviética. Éste fue el origen del primer gigantesco mito fabricado,
según el cual millones de personas morían de hambre en la Unión Soviética. ¡En la
oleada de protestas desatadas por la prensa occidental contra el hambre supuestamente
provocada por los comunistas, nadie estuvo interesado en escuchar los desmentidos
oficiales de la Unión Soviética ni la completa revelación de las mentiras de la prensa
de Hearst, una situación que prevalecería desde 1934 hasta 1987! Durante más de 50
años, varias generaciones de personas en el mundo entero se han criado con esta dieta
de difamaciones, cuyo objetivo era fomentar una visión muy negativa del socialismo
en la Unión Soviética.
El imperio mediático de Hearst en 1998
William Hearst murió en 1951 en su casa de Beverley Hills, California. Hearst dejó
tras de sí un imperio mediático que al día de hoy sigue extendiendo su mensaje
reaccionario por todo el mundo. La Corporación Hearst es una de las empresas más
grandes del mundo, que incluye a más de 100 empresas y da empleo a 15.000
personas. El imperio de Hearst comprende actualmente periódicos, revistas, libros,
cadenas de radio, TV, televisión por cable, agencias de noticias y multimedia.
52 años para que la verdad saliera a la luz
La campaña de desinformación nazi sobre Ucrania no desapareció con la derrota de la
Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. La mentira nazi fue asumida por la
CIA y el MI5, y siempre tuvo garantizado un lugar primordial en la guerra de
propaganda contra la Unión Soviética. La caza de brujas anti-comunista de McCarthy
tras la Segunda Guerra Mundial también prosperó en base a los cuentos sobre los
millones de muertos a causa del hambre en Ucrania. En 1953 se publicó en los EEUU
un libro sobre este tema. El libro se tituló Black Deeds of the Kremlin [Los Hechos
Negros del Kremlin]. Su publicación fue financiada por exiliados ucranianos en los
EEUU, individuos que habían colaborado con los nazis en la Segunda Guerra
Mundial y a los que el gobierno americano concedió asilo político, presentándolos al
mundo como “demócratas”.
Cuando Reagan fue elegido presidente de los EEUU y comenzó su cruzada anti-
comunista de los años 1980, la propaganda sobre los millones de muertos de Ucrania
volvió a reactivarse. En 1984 un profesor de Harvard publicó un libro llamado Human
Life in Russia [La Vida Humana en Rusia], que repitió toda la información falsa
fabricada por la prensa de Hearst en 1934. En 1984, por lo tanto, nos encontramos con
que se recuperaron a bombo y platillo las mentiras nazis y las falsificaciones que
databan de los años 1930, pero esta vez bajo el manto “respetable” de una universidad
americana. Pero éste no fue el final de la historia. En 1986 todavía apareció otro libro
sobre el tema, titulado The Harvest of Sorrow [La Cosecha del Dolor], escrito por un
antiguo miembro del servicio secreto británico, Robert Conquest, a la sazón profesor
en la Universidad Stanford de California. Para su “trabajo” en la redacción del libro,
Conquest recibió 80.000 dólares de la Asociación Nacional de Ucrania (UNA). Esta
misma organización también financió una película realizada en 1986 titulada Harvest
of Despair [La Cosecha de la Desesperación], en la que, entre otras cosas, se utilizó
el material del libro de Conquest. ¡En este momento, en los EEUU, el cómputo del
número de personas muertas a causa del hambre en Ucrania se había elevado a 15
millones!
Sin embargo, la cifra de millones que habían muerto de hambre en Ucrania según la
prensa americana de Hearst, repetida en libros y películas, era completamente falsa.
El periodista canadiense Douglas Tottle expuso meticulosamente las falsificaciones
en su libro Fraud, famine and fascism – the Ukrainian genocide myth from Hitler to
Harvard [Fraude, hambre y fascismo: El mito del genocidio ucraniano de Hitler a
Harvard], publicado en Toronto en 1987. Entre otras cosas, Tottle demostró que el
material fotográfico utilizado, las horrorosas fotografías de niños hambrientos, había
sido extraído de publicaciones de 1922, en una época en la que millones de personas
murieron de hambre a causa de las terribles condiciones de la guerra, puesto que ocho
ejércitos extranjeros habían invadido la Unión Soviética durante la Guerra Civil de
1918-1921. Douglas Tottle da cuenta de los hechos que rodearon al informe sobre la
hambruna de 1934, y expone las diversas mentiras publicadas en la prensa de Hearst.
Un periodista que había enviado durante mucho tiempo informes y fotografías de las
supuestas zonas de la hambruna era Thomas Walker, que en realidad nunca puso el
pie en Ucrania y sólo había estado cinco días en Moscú. Este hecho fue revelado por
el periodista Louis Fisher, corresponsal en Moscú de The Nation, periódico
americano. Fisher también reveló que el periodista M. Parrott, el auténtico
corresponsal de Hearst en Moscú, había enviado a Hearst reportajes que nunca fueron
publicados sobre la excelente cosecha conseguida por la Unión Soviética en 1933 y
sobre los progresos de Ucrania. ¡Tottle también demuestra que el periodista que
escribió los informes sobre la presunta hambruna ucraniana, “Thomas Walker”, se
llamaba en realidad Robert Green y era un presidiario que se había escapado de una
prisión estatal de Colorado! Este tal Walker, o Green, fue detenido cuando regresó a
los EEUU, y cuando compareció ante el tribunal admitió que nunca había puesto el
pie en Ucrania. ¡Toda la mentira acerca de los millones de muertos a causa del
hambre en Ucrania en los años 1930, en una hambruna supuestamente provocada por
Stalin, sólo pudo ser desenmascarada en 1987! El nazi Hearst, el agente de policía
Conquest y varios más habían estafado a millones de personas con sus mentiras y
falsos informes. Todavía hoy las historias del nazi Hearst son repetidas en una
infinidad de libros recién publicados, escritos por autores a sueldo de la derecha.
La prensa de Hearst, con una posición monopolista en muchos Estados de los EEUU,
y con agencias de noticias en todo el mundo, fue el gran megáfono de la Gestapo. En
un mundo dominado por el capital monopolista, fue posible para la prensa de Hearst
transformar las mentiras de la Gestapo en “verdades” emitidas desde docenas de
periódicos, emisoras de radio y más tarde canales de TV en el mundo entero. Cuando
la Gestapo desapareció, esta guerra sucia de propaganda contra el socialismo en la
Unión Soviética continuó de forma invariable, aunque con la CIA como nuevo patrón.
Las campañas anticomunistas de la prensa americana no disminuyeron ni un ápice. El
negocio continuó como siempre, primero bajo control de la Gestapo y luego bajo
control de la CIA. (Nota: la CIA, como ha salido a la luz, tenía como informadores
principales a ex-agentes de las SS a las órdenes de Reinhard Gehlen; ver Stalin and
Yezhov, an Extra-Paradigmatic View [Stalin y Yezhov, una Perspectiva Extra-
paradigmática], de Philip E. Panaggio).
Robert Conquest en el corazón de los mitos
Este hombre, tan extensamente citado por la prensa burguesa, este oráculo de la
verdad de la burguesía, merece alguna atención específica por nuestra parte. Robert
Conquest es uno de los dos autores que más ha escrito sobre los millones de muertos
de la Unión Soviética. Verdaderamente, él es el creador de todos los mitos y mentiras
acerca de la Unión Soviética que se han propagado desde la Segunda Guerra Mundial.
Conquest es conocido principalmente por sus libros The Great Terror [El Gran
Terror] (1969) y Harvest of Sorrow [La Cosecha del Dolor] (1986). Conquest habla
de millones de muertos a causa del hambre en Ucrania, en los campamentos de
trabajo del Gulag y durante los Procesos de 1936-38, utilizando como fuentes de
información a exiliados ucranianos que vivían en los EEUU y pertenecían a partidos
derechistas, gente que había colaborado con los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Muchos de los héroes de Conquest eran conocidos por haber sido los criminales de
guerra que dirigieron y participaron en el genocidio de la población judía de Ucrania
en 1942. Uno de estos individuos era Lebed Mykola, condenado como criminal de
guerra tras la Segunda Guerra Mundial. Lebed había sido el jefe de seguridad de Lvov
durante la ocupación nazi y había acaudillado las terribles persecuciones de los judíos
que ocurrieron en 1942. En 1949 la CIA llevó a Lebed a los Estados Unidos, donde
trabajó como fuente de desinformación.
El estilo de los libros de Conquest es de un anti-comunismo virulento y fanático. En
su libro de 1969, Conquest nos dice que el número de los que murieron de hambre en
la Unión Soviética entre 1932-1933 fue de entre 5 y 6 millones de personas, la mitad
de ellas en Ucrania. ¡Pero en 1983, durante la cruzada anticomunista de Reagan,
Conquest había ampliado la hambruna de 1937 y había aumentado el número de
víctimas a 14 millones! Tales afirmaciones resultaron muy bien recompensadas: ¡en
1986 fue contratado por Reagan para escribir el material de su campaña presidencial,
dirigida a la preparación del pueblo americano frente a una invasión soviética! El
texto en cuestión se tituló What to do when the Russians come – a survivaists”
handbook [Qué hacer cuando lleguen los rusos. Manual de supervivencia]. ¡Extrañas
palabras en boca de un profesor de historia!
El hecho es que no hay nada de extraño en todo esto, viniendo de un hombre que se
ha pasado la vida entera viviendo a costa de la mentira y de los inventos sobre la
Unión Soviética y Stalin --primero como agente del servicio secreto y luego como
escritor y profesor en la Universidad Stanford de California. El pasado de Conquest
fue revelado por The Guardian el 27 de enero de 1978, en un artículo que lo identificó
como un antiguo agente del departamento de desinformación del Servicio Secreto
Británico, esto es, el Departamento de Investigación de Información (IRD). El IRD
era una sección creada en 1947 (al principio se llamó Oficina de Información
Comunista) cuya tarea principal consistía en combatir la influencia comunista en todo
el mundo, propagando historias entre políticos, periodistas y otras personas que
estuvieran en posición de influir en la opinión pública. Las actividades del IRD eran
muy amplias, tanto en Gran Bretaña como en el extranjero. Cuando el IRD tuvo
que ser disuelto formalmente en 1977, al revelarse sus conexiones con la extrema
derecha, se descubrió que sólo en Gran Bretaña más de 100 de los periodistas más
conocidos tenían contactos con el IRD, que regularmente les suministraba material
para sus artículos. Esto era algo rutinario en varios de los principales periódicos
británicos, como Financial Times, The Times, The Economist, Daily Mail, Daily
Mirror, The Express, The Guardian y otros. Los hechos revelados por The Guardian,
por lo tanto, nos dan una indicación sobre la forma en que los servicios secretos eran
capaces de manipular las noticias que llegaban al gran público.
Robert Conquest trabajó para el IRD desde su creación hasta 1956. El “trabajo” de
Conquest tenía por fin contribuir a la llamada “leyenda negra” de las historias
falsificadas sobre la Unión Soviética, expuestas como hechos probados y distribuidas
entre los periodistas y otras personas capaces de influir en la opinión pública. Después
de abandonar formalmente el IRD, Conquest siguió escribiendo libros por sugerencia
del IRD, con el apoyo del servicio secreto. Su libro The Great Terror [El Gran
Terror], un texto básico de la derecha sobre la lucha por el poder que tuvo lugar en la
Unión Soviética en 1937, era de hecho una recopilación de textos que había escrito
trabajando para los servicios secretos. El libro fue terminado y publicado con la ayuda
del IRD. Un tercio de la publicación fue comprado por la prensa de Praeger,
normalmente asociada con la publicación de literatura proveniente de fuentes de la
CIA. El libro de Conquest fue presentado a los “tontos útiles” --una serie de
profesores de universidad y de personas que trabajaban en la prensa, la radio y la TV--
, con el fin de asegurarse de que las mentiras de la extrema derecha siguieran
extendiéndose entre amplios sectores de la población. Al día de hoy, Conquest sigue
siendo para los historiadores de la derecha una de las fuentes más importantes de
información sobre la Unión Soviética.
Alexander Solzhenitsyn
Otra persona a la que siempre se asocia con libros y artículos sobre los millones de
personas que supuestamente perdieron sus vidas o su libertad en la Unión Soviética,
es el autor ruso Alexander Solzhenitsyn. Solzhenitsyn se hizo famoso en todas partes
del mundo capitalista, a finales de los años 1960, gracias a su libro Archipiélago
Gulag. Él mismo había sido condenado en 1946 a 8 años de internamiento en un
campo de trabajo, por desempeñar actividades contrarrevolucionarias consistentes en
la distribución de propaganda antisoviética. Según Solzhenitsyn, la lucha contra la
Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial pudo haberse evitado si el gobierno
soviético hubiera llegado a un compromiso con Hitler. Solzhenitsyn también acusaba
al gobierno soviético y a Stalin de ser aún peores que Hitler desde el punto de vista,
según él, de los terribles efectos de la guerra en el pueblo de la Unión Soviética.
Solzhenitsyn no ocultó sus simpatías nazis. Fue condenado por traición.
Solzhenitsyn comenzó a publicar sus libros en 1962 en la Unión Soviética, con el
consentimiento y la ayuda de Nikita Jruschev. El primer libro que publicó fue Un Día
en la Vida de Ivan Denisovich, sobre la vida de un preso. Jruschev utilizaba los textos
de Solzhenitsyn para combatir la herencia socialista de Stalin. En 1970 Solzhenitsyn
ganó el Premio Nobel de literatura por su libro Archipiélago Gulag. Sus libros
comenzaron a publicarse en cantidades ingentes en los países capitalistas,
convirtiéndose su autor en uno de los instrumentos más valiosos del imperialismo
para combatir al socialismo en la Unión Soviética. Sus textos sobre los campos de
trabajo se añadieron a la propaganda sobre los millones de personas que
supuestamente habían muerto en la Unión Soviética, y fueron presentados por los
medios de comunicación capitalistas como auténticos. En 1974, Solzhenitsyn
renunció a su ciudadanía soviética y se exilió en Suiza y luego en EEUU. En aquel
tiempo era considerado por la prensa capitalista como el mayor luchador por la
libertad y la democracia. Sus simpatías nazis fueron ocultadas para no interferir con la
guerra de propaganda contra el socialismo.
En los EEUU, con frecuencia Solzhenitsyn era invitado a hablar en reuniones
importantes. ¡Fue, por ejemplo, el principal conferenciante en el congreso del
sindicato FAL-COI en 1975, y el 15 de julio de 1975 fue invitado a dar una
conferencia sobre la situación mundial en el Senado de los EEUU! Sus conferencias
buscaban la provocación y la agitación violenta, dando argumentos y haciendo
propaganda en favor de las posiciones más reaccionarias. Entre otras cosas, pidió que
Vietnam fuera atacado nuevamente tras su victoria sobre los EEUU. Más aún:
¡después de 40 años de fascismo en Portugal, cuando los oficiales izquierdistas del
ejército asumieron el poder en la revolución popular de 1974, Solzhenitsyn comenzó a
hacer propaganda en favor de la intervención militar estadounidense en Portugal que,
según él, se uniría al Pacto de Varsovia si EEUU no intervenía! En sus conferencias,
Solzhenitsyn siempre lamentaba la liberación de las colonias africanas de Portugal.
¡Pero está claro que la motivación principal de los discursos de Solzhenitsyn era
siempre la guerra sucia contra el socialismo --desde la ejecución presunta de varios
millones de personas en la Unión Soviética hasta las decenas de miles de americanos
supuestamente encarcelados y esclavizados, según Solzhenitsyn, en Vietnam del
Norte! Esta idea de Solzhenitsyn de los americanos que eran utilizados como fuerza
de trabajo esclava en Vietnam del Norte dio lugar a las películas de Rambo sobre la
guerra del Vietnam. Los periodistas americanos que osaban escribir en favor de la paz
entre EEUU y la Unión Soviética eran acusados por Solzhenitsyn en sus discursos de
traidores potenciales. Solzhenitsyn también hizo propaganda en favor del aumento de
la capacidad militar estadounidense contra la Unión Soviética, que según él era más
poderosa en “tanques y aviones, de cinco a siete veces más, que los EEUU”, así como
en armas atómicas : aseguró que las armas de corto alcance de la URSS eran “dos,
tres o hasta cinco veces más potentes que las de EEUU”. Las conferencias de
Solzhenitsyn sobre la Unión Soviética representaban la voz de la extrema derecha.
Pero él mismo llegó más allá incluso que la derecha en su apoyo público al fascismo.
Apoyo al fascismo de Franco
Después de la muerte de Franco en 1975, el régimen fascista español comenzó a
perder el control de la situación política y, a principios de 1976, los acontecimientos
de España atrajeron la atención de la opinión pública mundial. Había huelgas y
manifestaciones para exigir la democracia y la libertad, y el heredero de Franco, el rey
Juan Carlos, se vio obligado a introducir con mucha cautela algunas medidas
liberalizadoras para calmar la agitación social.
En este momento crucial de la historia política española, Alexander Solzhenitsyn
apareció en Madrid y concedió una entrevista al programa Directísimo un sábado por
la noche, el 20 de marzo, en horario de máxima audiencia (ver los periódicos
españoles ABC y Ya del 21 de marzo de 1976). Solzhenitsyn, a quien habían enseñado
las preguntas antes de la entrevista, aprovechó la ocasión para hacer toda clase de
declaraciones reaccionarias. Su intención no era apoyar las supuestas medidas de
liberalización del Rey. Al contrario, Solzhenitsyn se mostró contrario a la reforma
democrática. En su entrevista en televisión, declaró que 110 millones de rusos habían
muerto a consecuencia del socialismo, y comparó “la esclavitud a la que el pueblo
soviético ha estado sometido con la libertad que se disfruta en España”. Solzhenitsyn
también acusó a los “círculos progresistas” de “utópicos”, por pensar que España era
una dictadura. Por “progresista” entendía a cualquiera que estuviera en la oposición
democrática --es decir, liberales, socialdemócratas, comunistas, etc. “El otoño
pasado”, dijo Solzhenitsyn, “la opinión pública mundial estaba preocupada por la
suerte de los terroristas españoles [esto es, los anti-fascistas españoles condenados a
muerte por el régimen de Franco]. Continuamente la opinión pública progresista exige
la reforma política democrática apoyando los actos de terrorismo”. “Los que buscan la
rápida reforma democrática, ¿comprenden qué pasará mañana o al día siguiente? En
España puede haber democracia mañana, pero después de mañana ¿serán capaces de
evitar que la democracia se convierta en totalitarismo?”. A una pregunta cautelosa de
los periodistas sobre si tales declaraciones no podían interpretarse como un apoyo a
los regímenes de países donde no existía ninguna libertad, Solzhenitsyn contestó:
“Sólo conozco un lugar donde no existe ninguna libertad, y ése es Rusia”. Las
declaraciones de Solzhenitsyn en la televisión española apoyaban directamente al
fascismo español, una ideología que Solzhenitsyn ha continuado defendiendo hasta el
día de hoy. Éste fue uno de los motivos por los que Solzhenitsyn desapareció de la
vista del público en sus 18 años de exilio en EEUU, y una de las razones por las que
comenzó a perder el apoyo incondicional de los gobiernos capitalistas. Para los
capitalistas fue un regalo del cielo poder utilizar a un hombre como Solzhenitsyn en
su guerra sucia contra el socialismo, pero todo tiene sus límites. En la nueva Rusia
capitalista, lo que determina el apoyo de Occidente a los grupos políticos es simple y
llanamente la capacidad de hacer buenos negocios con suculentas ganancias a la
sombra de tales grupos. El fascismo, como régimen político alternativo para Rusia, no
se considera bueno para los negocios. Por esta razón, los proyectos políticos de
Solzhenitsyn para Rusia son letra muerta por lo que respecta al apoyo de Occidente.
¡Lo que Solzhenitsyn quiere como futuro político para Rusia es la vuelta al régimen
autoritario de los Zares, de la mano de la Iglesia Ortodoxa Rusa tradicional! Incluso
los imperialistas más arrogantes no están interesados en apoyar una estupidez política
de semejante magnitud. Para encontrar a alguien que apoye a Solzhenitsyn en
Occidente hay que buscar entre la gente más extrema de la extrema derecha.
Los nazis, la policía y los fascistas
Así pues, éstos son los más dignos proveedores de los mitos burgueses acerca de los
millones de personas que, supuestamente, murieron y fueron encarceladas en la Unión
Soviética: el nazi William Hearst, el agente secreto Robert Conquest y el fascista
Alexander Solzhenitsyn. Conquest desempeñó el papel principal, ya que fue su
información la que utilizaron los medios de comunicación capitalistas de todo el
mundo, e incluso fue la base para la creación de escuelas enteras en diversas
universidades. El trabajo de Conquest es, sin duda alguna, un ejemplo de
desinformación policial de primer orden. En los años 1970, Conquest recibió una gran
ayuda de Solzhenitsyn y de una serie de personajes secundarios como Andrei
Sakharov y Roy Medvedev. Además, aparecieron aquí y allá por todo el mundo una
serie de personas que se dedicaban a especular sobre el número de muertos y
encarcelados en la URSS, y que siempre veían sus cuentas engrosadas por los
emolumentos de la prensa burguesa. Pero la verdad del asunto fue expuesta
finalmente, y reveló el verdadero rostro de estos falsificadores de la historia. Las
órdenes de Gorbachev de abrir los archivos secretos del partido a la investigación
histórica tuvieron unas consecuencias que nadie podía haber previsto.
Los archivos demuestran la falsedad de la propaganda
La especulación sobre los millones de personas que murieron en la Unión Soviética es
parte de la guerra sucia de propaganda contra la Unión Soviética, y por esta razón las
refutaciones y explicaciones expuestas por la Stalin Society no fueron tomadas en
serio y nunca encontraron ningún espacio en la prensa capitalista. Por el contrario,
fueron totalmente ignoradas, mientras los “especialistas” comprados por el capital
disponían de tanto espacio como querían para propagar sus ficciones. ¡Y qué
ficciones! El cómputo de millones de muertos y encarcelados difundido por Conquest
y otros “críticos” era el resultado de falsas aproximaciones estadísticas y de métodos
de evaluación carentes de cualquier base científica.
Métodos fraudulentos dan lugar a millones de muertos
Conquest, Solzhenitsyn, Medvedev y otros utilizaron la estadística publicada por la
Unión Soviética, por ejemplo los censos demográficos nacionales, a los que añadieron
un supuesto aumento demográfico sin tener en cuenta la situación del país. De este
modo llegaron a sus conclusiones sobre la población que debía haber en el país al
final de cada año. La diferencia entre la cantidad de población estimada según este
método y el censo real se suponía que eran las personas que habían sido encarceladas
o asesinadas por el socialismo. El método es sencillo, pero también completamente
fraudulento. Este tipo de “revelación” de acontecimientos políticos importantes nunca
habría sido aceptado si la “revelación” en cuestión afectara al mundo occidental. En
tal caso es seguro que los profesores e historiadores habrían protestado airadamente
contra tales falsificaciones. Pero, ya que la Unión Soviética era el objeto de las
falsificaciones, entonces éstas eran aceptables. Uno de los motivos es, seguramente,
que los profesores e historiadores anteponen su ascenso académico a su integridad
profesional.
En cifras concretas, ¿cuáles fueron las conclusiones finales de los “críticos”? Según
Robert Conquest (en una estimación que hizo en 1961) 6 millones de personas
murieron de hambre en la Unión Soviética en los primeros años 1930. Conquest
amplió este número a 14 millones en 1986. En cuanto a los campos de trabajo del
Gulag, estuvieron internados allí, según Conquest, 5 millones de presos en 1937, antes
de comenzar las purgas del partido, el ejército y el aparato estatal. ¡Tras el inicio de
las purgas, según Conquest, es decir, durante 1937-38, habría habido 7 millones de
prisioneros adicionales, dando lugar a un total de 12 millones de presos en los campos
de trabajo en 1939! ¡Y estos 12 millones de Conquest sólo habrían sido presos
políticos! En los campos de trabajo también había delincuentes comunes, que, según
Conquest, eran bastante más numerosos que los presos políticos. Esto significa, según
Conquest, que 25-30 millones de presos estuvieron internados en los campos de
trabajo de la Unión Soviética.
De nuevo según Conquest, 1 millón de presos políticos fueron ejecutados entre 1937 y
1939, y otros 2 millones murieron de hambre. Así pues, la cuenta final resultante de
las purgas de 1937-39, según Conquest, fue de 9 millones de muertos, de los que 3
millones habrían muerto en prisión. Estas cifras fueron sometidas inmediatamente a
un “ajuste estadístico” por Conquest, para permitirle llegar a la conclusión de que los
bolcheviques mataron nada menos que a 12 millones de presos políticos entre 1930 y
1953. Añadiendo estas cifras al número de los que supuestamente habían muerto por
hambre en los años 1930, Conquest llegó a la conclusión de que los bolcheviques
causaron la muerte de 26 millones de personas. En una de sus últimas manipulaciones
estadísticas, Conquest afirmó que en 1950 la Unión Soviética contaba con 12 millones
de presos políticos.
Alexander Solzhenitsyn utilizó más o menos los mismos métodos estadísticos que
Conquest. Pero utilizando estos métodos pseudocientíficos sobre la base de premisas
diferentes, llegó a conclusiones aún más extremas. Solzhenitsyn aceptó la estimación
de Conquest de 6 millones de muertos a causa de la hambruna de 1932-33. Sin
embargo, en lo que respecta a las purgas de 1936-39, pensaba que al menos 1 millón
de personas habría muerto cada año. Solzhenitsyn llegó a sostener que, desde la
colectivización de la agricultura hasta la muerte de Stalin en 1953, los comunistas
habrían matado a 66 millones de personas en la Unión Soviética. Por si fuera poco,
afirmó que el gobierno soviético fue responsable de la muerte de 44 millones de rusos
que, según él, murieron en la Segunda Guerra Mundial. La conclusión de
Solzhenitsyn es que “110 millones de rusos fueron víctimas del socialismo”. Por lo
que respecta a los presos, Solzhenitsyn dijo que el número de personas internadas en
campos de trabajo en 1953 era de 25 millones.
Gorbachev abre los archivos
La colección de cifras fantásticas y cada vez más excesivas, producto de una
invención sumamente bien remunerada, apareció en la prensa burguesa en los años
1960, siempre presentada como hechos auténticos averiguados mediante la utilización
del método científico.
Detrás de estas falsificaciones se escondían los servicios secretos occidentales,
principalmente la CIA y el MI5. El impacto de los medios de comunicación sobre la
opinión pública es tan grande que, incluso hoy en día, grandes sectores de la
población de los países occidentales siguen creyéndose esas cifras fabulosas.
Esta situación vergonzosa no ha hecho sino empeorar. En la misma Unión Soviética,
donde Solzhenitsyn y otros conocidos “críticos” como Andrei Sakharov y Roy
Medvedev no podían encontrar a nadie que apoyase sus numerosas fantasías, ocurrió
un cambio significativo en 1990. En la nueva “prensa libre” creada a la sombra de
Gorbachev, todo lo que se opusiera al socialismo era aclamado como positivo, con
resultados desastrosos. Una inflación especulativa sin precedentes comenzó a disparar
las cifras de los que supuestamente habían muerto o habían sido encarcelados bajo el
socialismo, todos ellos mezclados en un único grupo de decenas de millones de
“víctimas” de los comunistas.
El histerismo de la nueva prensa libre de Gorbachev dio una gran propaganda a las
mentiras de Conquest y Solzhenitsyn. Al mismo tiempo Gorbachev abrió los archivos
del Comité Central a la investigación histórica, una exigencia de la prensa libre. La
apertura de los archivos del Comité Central del Partido Comunista es ciertamente la
cuestión central de esta historia tan enrevesada, y ello por dos motivos: en parte,
porque en los archivos pueden encontrarse los hechos capaces de arrojar luz sobre la
verdad. Pero aún más importante es el hecho de que todos aquéllos que habían
especulado desenfrenadamente sobre el número de personas asesinadas y
encarceladas en la Unión Soviética habían estado diciendo durante años que, el
día en que los archivos fueran abiertos, las cifras que ellos daban se confirmarían.
Cada uno de estos especuladores sobre muertos y encarcelados afirmó que éste sería
el caso: Conquest, Sakharov, Medvedev y todos los demás. Pero cuando los archivos
se abrieron y los informes de la investigación basados en documentos reales
comenzaron a publicarse, ocurrió una cosa muy extraña. De repente , tanto la
prensa libre de Gorbachev como los que especulaban sobre muertos y
encarcelados perdieron completamente el interés por los archivos.
Los resultados de la investigación realizada sobre los archivos del Comité Central por
los historiadores rusos Zemskov, Dougin y Xlevnjik, que comenzaron a aparecer en
publicaciones científicas desde 1990, pasaron completamente desapercibidos. Los
informes sobre los resultados de esta investigación histórica iban completamente en
contra de la corriente inflacionista sobre el número de muertos y encarcelados que la
“prensa libre” difundía. Por lo tanto, su contenido no se hizo público. Los informes
aparecieron en publicaciones científicas prácticamente desconocidas para el público
en general. Los informes con los resultados de la investigación científica apenas
podían competir con el histerismo de la prensa, por lo que las mentiras de Conquest y
Solzhenitsyn siguieron contando con el apoyo de muchos sectores de la población de
la antigua Unión Soviética. En el Occidente, asimismo, los informes de los
investigadores rusos sobre el sistema penal en la época de Stalin fueron totalmente
ignorados por las primeras páginas de los periódicos y por todos los canales de TV.
¿Por qué? (Nota: ¿Por qué? ¿Quien tiene más que perder si los trabajadores, que son
los que fabrican todo lo que utilizamos, se unen? Seguramente los trabajadores
saldrían ganando. Pero ¿quién perdería? He ahí el quid de la cuestión).
Lo que la investigación rusa ha revelado
La investigación sobre el sistema penal soviético está expuesta en un informe de casi
9.000 páginas. Los autores de este informe son muchos, pero los más conocidos son
los historiadores rusos V.N. Zemskov, A.N. Dougin y O.V. Xlevjnik. Su trabajo
comenzó a publicarse en 1990, y en 1993 casi estaba finalizado y se había publicado
en su práctica totalidad. Los informes llegaron a ser conocidos en Occidente gracias a
la colaboración entre investigadores de diferentes países occidentales. Los dos
trabajos con los que el presente autor está familiarizado son: el que apareció en el
diario francés l'Histoire en septiembre de 1993, escrito por Nicholas Werth,
investigador jefe del centro de investigación científica francés CNRS ('Centre
National de la Recherche Scientifique'), y el trabajo publicado en la revista
estadounidense American Historical Review por J. Arch Getty, profesor de historia en
la Universidad de California, Riverside, en colaboración con T. G. Rettersporn,
investigador del CRNS, y el investigador ruso V. Zemskov, del Instituto Ruso de
Historia (parte integrante de la Academia Rusa de Ciencias). Hoy ya han aparecido
los libros sobre el tema, escritos por los investigadores mencionados y por otros del
mismo equipo de investigación. Antes de continuar quiero aclarar, para que no haya
ninguna confusión en el futuro, que ninguno de los científicos implicados en esta
investigación defiende una perspectiva socialista internacional. Al contrario, su
perspectiva es burguesa y anti-socialista. De hecho, muchos de ellos son bastante
reaccionarios. Es necesario aclarar este punto, para que el lector no se imagine que lo
que se va a decir a continuación es el producto de una “conspiración comunista”. Lo
que ocurre es que los investigadores mencionados han desenmascarado por completo
las mentiras de Conquest, Solzhenitsyn, Medvedev y otros, y lo han hecho por la
sencilla razón de que colocan su integridad profesional en primer lugar y no permiten
ser comprados para servir a los objetivos de la propaganda política.
Los informes de la investigación rusa dan respuesta a un número muy grande de
preguntas sobre el sistema penal soviético. Para nosotros, la época de Stalin es la de
mayor interés, y es en ella donde encontramos motivos para el debate. Plantearemos
un número de preguntas muy específicas y buscaremos las respuestas en las
publicaciones l’Histoire y American Historical Review. Ésta será la mejor manera de
introducir en el debate algunos de los aspectos más importantes del sistema penal
soviético. Las preguntas son las siguientes:
-¿En qué consistía el sistema penal soviético?
-¿Cuántos prisioneros había en él --tanto políticos como apolíticos?
-¿Cuánta gente murió en los campos de trabajo?
-¿Cuánta gente fue condenada a muerte en los años anteriores a 1953, sobre todo
en las purgas de 1937-38?
-¿Qué duración, por regla general, tenían las penas de prisión?
Después de responder a estas cinco preguntas, hablaremos de los castigos impuestos a
los dos grupos que se mencionan con más frecuencia en relación con los muertos y
prisioneros en la Unión Soviética, a saber, los kulaks condenados en 1930 y los
contrarrevolucionarios condenados en 1936-38.
Campos de trabajo en el sistema penal soviético
Comencemos por la pregunta sobre la naturaleza del sistema penal soviético. Después
de 1930, el sistema penal soviético incluía prisiones, campos de trabajo, colonias de
trabajo del Gulag, zonas especiales abiertas y la obligación de pagar multas. Quien
fuera puesto bajo custodia generalmente era enviado a una prisión normal, mientras
las investigaciones trataban de esclarecer si era inocente, y en consecuencia debía ser
puesto en libertad, o si debía ser enjuiciado. Tras su juicio, un acusado podía ser
declarado inocente (y puesto en libertad) o bien culpable. Si era declarado culpable
podía ser condenado a pagar una multa, a una pena de encarcelamiento o, de manera
más excepcional, a ser ejecutado. Una multa podía consistir en un porcentaje
determinado de su salario durante un cierto período de tiempo. Los condenados a
penas de prisión podían ser enviados a diferentes clases de prisiones según el tipo de
delito cometido.
A los campos de trabajo del Gulag eran enviados los que habían cometido delitos
graves (homicidio, robo, violación, delitos económicos, etc.) así como un porcentaje
importante de los condenados por actividades contrarrevolucionarias. Otros acusados
condenados a penas de prisión superiores a los 3 años también podían ser enviados a
campos de trabajo. Tras pasar algún tiempo en un campo de trabajo, un preso podía
ser trasladado a una colonia de trabajo o a una zona especial abierta.
Los campos de trabajo eran zonas muy grandes donde los prisioneros vivían y
trabajaban bajo estrecha supervisión. Para ellos, trabajar y no ser una carga para la
sociedad era obviamente necesario. Ninguna persona sana se quedaba sin trabajar. Es
posible que la gente de hoy pueda pensar que esto era algo terrible, pero así
funcionaba el sistema penal y judicial. El número de campos de trabajo existentes en
1940 era de 53.
Había 425 colonias de trabajo del Gulag. Éstas eran unidades mucho más pequeñas
que los campos de trabajo, con un régimen más libre y con menos supervisión. A
estas colonias eran enviados los prisioneros con penas de prisión más cortas --la gente
que había cometido delitos comunes o políticos menos graves. Trabajaban en libertad
en fábricas o en campos y formaban parte de la sociedad civil. En la mayoría de los
casos, la totalidad del salario ganado con el trabajo pertenecía al preso, que en este
aspecto era tratado exactamente igual que cualquier otro trabajador.
Las zonas especiales abiertas eran áreas generalmente agrícolas para los que
habían sido exiliados, como los kulaks expropiados durante la colectivización. Otras
personas que habían sido declaradas culpables de delitos comunes o políticos menores
también podían cumplir sus penas en estas áreas.
454.000 no es 9 millones
La segunda pregunta es cuántos presos había por delitos políticos, y cuántos por
delitos comunes. Esta pregunta incluye a todos los internados en campos de trabajo,
colonias del Gulag y prisiones (aunque debemos recordar que en las colonias de
trabajo había, en la mayoría de casos, una pérdida sólo parcial de la libertad). Los
datos aparecieron en la American Historical Review, y abarcaban un período de 20
años, desde 1934, cuando el sistema penal se unificó bajo una administración central,
hasta 1953, año de la muerte de Stalin.
Tabla - Población Reclusa de la URSS, 1934-1953 (American Historical Review)
Población
Reclusa
Campos de Contrarrevo-
Trabajo del
Contrarrev. Muertos
%
Muertos
%
Liberados Fugados
Colonias de
Trabajo del Gula
lucionarios
1 Enero
Gulag
1934 510.307 135.190 26,5 26.295 5,2 147.272 83.490 1935 725.438 118.256 16,3 28.328 3,9 211.035 67.493 240.2
1936 839.406 105.849 12,6 20.595 2,5 369.544 58.313 457.0
1937 820.881 104.826 12,8 25.376 3,1 364.437 58.264 375.4
1938 996.367 185.324 18,6 90.546 9,1 279.966 32.033 885.2
1939 1.317.195 454.432 34,5 50.502 3,8 223.622 12.333 355.2
1940 1.344.408 444.999 33,1 46.665 3,5 316.825 11.813 315.5
1941 1,500,524 420.293 28,7 100.997 6,7 624.276 10.592 429.2
1942 1.415.596 407.988 29,6 248.877 18,0 509.538 11.822 360.4
1943 983.974 345.397 35,6 166.967 17,0 336.135 6.242 500.2
1944 663.594 268.861 40,7 60.948 9,2 152.113 3.586 516.2
1945 715.506 283.351 41,2 43.848 6,1 336.750 2,196 745.1
1946 600.897 333.833 59,2 18.154 3,0 115.700 2.642 956.2
1947 808.839 427.653 54,3 35.668 4,4 194.886 3.779 912.7
1948 1.108.057 416.156 38,0 27.605 2,5 261.148 4.261 1.091.4
1949 1.216.361 420.696 34,9 15.739 1,3 178.449 2.583 1.140.3
1950 1.416.300 578.912 22,7 14.703 1,0 216.210 2.577 1.145.0
1951 1.533.767 475.976 31,0 15.587 1,0 254.269 2.318 994.3
1952 1.711.202 480.766 28,1 10.604 0,6 329.446 1.253 793.3
1953 1.727.970 465.256 26,9 5.825 0,3 937.352 785 740.5
Podemos extraer una serie de conclusiones a partir de la Tabla anterior. Para
empezar, podemos comparar sus datos con los de Robert Conquest. Éste sostenía que
en 1939 había 9 millones de presos políticos en los campos de trabajo y que otros 3
millones habían muerto en el período 1937-1939. ¡No se olvide el lector de
que Conquest sólo habla aquí de presos políticos! ¡Aparte de éstos, dice Conquest,
había también presos comunes que, según él, eran mucho más numerosos que los
presos políticos! ¡En 1950, según Conquest, el número de presos políticos era de 12
millones! Armados con los datos auténticos , fácilmente podemos ver las
falsificaciones de Conquest. Ni una sola de sus cifras se aproxima siquiera
remotamente a la verdad. En 1939 había en todos los campos, colonias y prisiones un
total de cerca de 2 millones de presos. De éstos, habían cometido delitos políticos
454.000, y no 9 millones como afirma Conquest. Los que estuvieron en
campos de trabajo entre 1937 y 1939 suman aproximadamente 160.000, y no 3
millones como afirma Conquest. En 1950 estaban internados en campos de trabajo
578.000 presos políticos, y no 12 millones. No olvide el lector que Robert Conquest
sigue siendo hoy en día una de las fuentes principales de la propaganda derechista
contra el comunismo. Entre los pseudo-intelectuales de la derecha, Robert Conquest
es una figura casi divina. En cuanto a las cifras citadas por Alexander Solzhenitsyn --
60 millones presuntamente muertos en los campos de trabajo-- cualquier comentario
sobra. La absurdidad de tal afirmación es manifiesta. Sólo una mente enferma puede
sostener tales alucinaciones.
Dejemos ahora a estos impostores para poder analizar concretamente la estadística
relacionada con el Gulag. La primera pregunta que debemos formular es ésta: ¿qué
opinión deberíamos hacernos de la cantidad total de personas bajo custodia del
sistema penal? ¿Cuál es el significado de la cifra máxima de 2,5 millones de presos en
la URSS? Cada persona condenada a prisión es la prueba viviente de que la sociedad
aún está insuficientemente desarrollada para dar a cada ciudadano lo que necesita para
llevar una vida plena. Desde este punto de vista, los 2,5 millones representarían
verdaderamente una crítica de la sociedad soviética en tiempos de Stalin.
La amenaza interna y externa
El número de personas bajo custodia del sistema penal soviético necesita ser
explicado correctamente. La Unión Soviética era un país que sólo recientemente había
derrocado al feudalismo, y su herencia social en asuntos de derechos humanos era a
menudo una carga para la sociedad. En un sistema anticuado como el del Zarismo, los
trabajadores estaban condenados a vivir en la pobreza más absoluta, y la vida humana
tenía poco valor. El robo y los delitos violentos eran castigados con una violencia
extrema. Las rebeliones contra la monarquía terminaban por lo general en matanzas,
penas de muerte y condenas de cárcel sumamente largas. Estas relaciones sociales, y
los hábitos mentales asociados a ellas, tardan mucho en cambiarse, hecho que influyó
en el desarrollo de la sociedad de la Unión Soviética así como en las actitudes hacia
los delincuentes.
Otro factor a tener en cuenta es que la Unión Soviética, un país que en los años 1930
tenía cerca de 160-170 millones de habitantes, se hallaba seriamente amenazada
por potencias extranjeras. A consecuencia de los grandes cambios políticos ocurridos
en Europa en los años 1930, la principal amenaza de guerra provenía de la Alemania
nazi, - -una grave amenaza para la supervivencia misma de los pueblos eslavos-- y
también del bloque occidental que abrigaba ambiciones intervencionistas. Esta
situación fue resumida por Stalin en 1931 con las siguientes palabras: "Estamos 50-
100 años por detrás de los países avanzados. Tenemos que cerrar esta brecha en 10
años. O lo hacemos o seremos barridos". Diez años más tarde, el 22 de junio de 1941,
la Unión Soviética era invadida por la Alemania nazi y sus aliados. La omnipresente
amenaza de guerra obligó a la sociedad soviética a realizar grandes esfuerzos durante
la década de 1930-1940, en la que la mayor parte de sus recursos se destinó a los
preparativos de defensa para la inminente guerra contra los nazis. La gente trabajó
mucho para lograr ese objetivo, y produjo poco para su beneficio personal. La
introducción de la jornada laboral de 7 horas fue retirada en 1937, y en 1939
prácticamente cada domingo era un día laboral. En un período tan difícil como éste,
con una gran guerra cerniéndose sobre el desarrollo de la sociedad durante dos
décadas (los años 1930 y los años 1940), una guerra que costaría a la Unión Soviética
25 millones de muertos y que reduciría a cenizas la mitad del país, los delitos
tendieron realmente a aumentar a medida que la gente trataba de procurarse lo que la
vida no podía ofrecerles por otras vías.
Durante este tiempo extremadamente difícil, la Unión Soviética llegó a tener un
número máximo de 2,5 millones de personas en su sistema de prisiones, esto es, el 2,4
% de la población adulta. ¿Cómo podemos evaluar esta cifra? ¿Esto es mucho o es
poco? Comparemos.
Más prisioneros en los EEUU
En los Estados Unidos de América, por ejemplo, un país con 252 millones de
habitantes (en 1996), el país más rico del mundo, que consume el 60% de los recursos
mundiales, ¿cuánta gente hay en prisión? ¿Cuál es la situación en los EEUU, un país
que no se halla amenazado por ninguna guerra, y donde no hay ningún cambio social
profundo que afecte a la estabilidad económica?
En una reseña bastante breve aparecida en los periódicos en agosto de 1997, la
agencia de noticias FLT-AP divulgó que los EEUU nunca antes habían tenido tantas
personas en prisión como los 5,5 millones de presos de 1996. Esto representa un
aumento de 200.000 personas desde 1995, y significa que el número de presos en los
EEUU llega al 2,8% de la población adulta. Estos datos están disponibles para todos
los que deseen consultarlos en la página del Ministerio de Justicia norteamericano
(Bureau of Justice Statistics Home Page, http://www.ojp.usdoj.gov/bjs/). ¡El número
de presos existentes actualmente en los EEUU es superior en 3 millones al número
máximo de encarcelados en la Unión Soviética! ¡En la Unión Soviética llegó a haber
un máximo del 2,4 % de la población adulta en prisión por sus delitos --en EEUU el
porcentaje actual es del 2,8 %, e incrementándose! Según un boletín de prensa
publicado por el Ministerio de Justicia de los EEUU el 18 de enero de 1998, el
número de presos en EEUU se elevó en un 96,100% en 1997.
En lo que respecta a los campos de trabajo soviéticos, es cierto que el régimen era
áspero y duro para los presos, pero es peor la situación actual en las prisiones de
EEUU, llenas de violencia, drogas, prostitución y abusos sexuales (290.000
violaciones al año en las prisiones estadounidenses). ¡Nadie se siente a salvo en las
cárceles estadounidenses! ¡Y esto ocurre actualmente, y en una sociedad más rica que
cualquiera que haya existido antes!
Un factor importante -- la carencia de medicinas
Respondamos a la tercera pregunta planteada. ¿Cuánta gente murió en los campos de
trabajo? El número variaba de un año a otro, del 5,2% en 1934 al 0,3% en 1953. Las
muertes en los campos de trabajo eran causadas por la escasez general de recursos en
la sociedad en su conjunto, en particular por la falta de medicinas necesarias para
luchar contra las epidemias. Este problema no se limitaba a los campos de trabajo,
sino que estaba presente en toda la sociedad, así como en la gran mayoría de los
países del mundo. Una vez que los antibióticos fueron descubiertos y se pusieron a
disposición de toda la población tras la Segunda Guerra Mundial, la situación cambió
radicalmente. De hecho, los peores años fueron los años de guerra en los que los
bárbaros nazis impusieron condiciones de vida extremadamente penosas a todos los
ciudadanos soviéticos. Durante aquellos 4 años, más de medio millón de personas
murieron en los campos de trabajo --la mitad del número total de personas muertas en
el período de 20 años que estamos considerando. No olvidemos que, durante los años
de guerra, murieron 25 millones de personas que se encontraban en libertad. En 1950,
cuando las condiciones en la Unión Soviética habían mejorado y se habían
introducido los antibióticos, el número de fallecimientos en prisión descendió al 0,3
%.
Volvamos ahora a la cuarta pregunta planteada. ¿Cuánta gente fue condenada a
muerte antes de 1953, sobre todo durante las purgas de 1937-38? Ya hemos citado la
aseveración de Robert Conquest de que los bolcheviques mataron a 12 millones de
presos políticos en los campos de trabajo entre 1930 y 1953. De éstos, 1 millón,
supuestamente, habrían sido asesinados entre 1937 y 1938. Las cifras de Solzhenitsyn
ascendían a decenas de millones supuestamente muertos en los campos de trabajo --3
millones sólo en 1937-38. Cifras incluso más altas se han barajado en el curso de la
guerra sucia de propaganda contra la Unión Soviética. La rusa Olga Shatunovskaya,
por ejemplo, da una cifra de 7 millones de muertos en las purgas de 1937-38.
Los documentos de los archivos soviéticos, sin embargo, cuentan una historia
completamente diferente. Es necesario señalar que el número de los condenados a
muerte ha de extraerse de diferentes archivos y que los investigadores, para llegar a
una cifra aproximada, han tenido que reunir datos de diversos archivos, usando un
método que tiene el riesgo de contar por partida doble y así producir estimaciones más
altas de lo real. Según Dimitri Volkogonov, la persona designada por Yeltsin para
encargarse de los viejos archivos soviéticos, 30.514 personas fueron condenadas a
muerte por tribunales militares entre el 1 de octubre de 1936 y el 30 de septiembre de
1938. Otra información proviene del KGB: según la información facilitada a la prensa
en febrero de 1990, 786.098 personas fueron condenadas a muerte por delitos
contrarrevolucionarios durante los 23 años de 1930-1953. De aquellos condenados,
según el KGB, 681.692 lo fueron entre 1937 y 1938. No es posible comprobar las
cifras del KGB, pero esta última información es bastante dudosa. Sería muy raro que
tantas personas hubieran sido condenadas a muerte en tan sólo dos años. ¿Es posible
que el actual KGB pro-capitalista no nos haya dado la información auténtica del KGB
pro-socialista? Sea como fuere, queda por verificar si la estadística que es la base de
la información del KGB incluye, entre los presuntamente condenados a muerte
durante estos 23 años, a delincuentes comunes además de contrarrevolucionarios, y no
únicamente a contrarrevolucionarios como ha afirmado el KGB pro-capitalista en un
boletín de prensa de febrero de 1990. Los archivos también llevan a la conclusión de
que el número de delincuentes comunes y el número de contrarrevolucionarios
condenados a muerte era aproximadamente el mismo.
La conclusión que podemos extraer es que el número de condenados a muerte en
1937-38 fue de unos 100.000, y no de varios millones como ha afirmado la
propaganda occidental.
También es necesario tener en cuenta que no todos los condenados a muerte en la
Unión Soviética eran ejecutados. Una proporción muy grande de penas de muerte
eran conmutadas por penas de internamiento en campos de trabajo. Es también
importante distinguir entre delincuentes comunes y contrarrevolucionarios. Muchos
de los condenados a muerte habían cometido delitos violentos como el asesinato o la
violación. Hace 60 años, este tipo de delitos eran castigados con la muerte en gran
número de países.
Pregunta 5: ¿Cuál era la duración media de las penas de prisión? La duración de
las condenas de cárcel ha sido objeto de la más grosera difamación por parte de la
propaganda occidental. La insinuación habitual es que ser un preso en la Unión
Soviética implicaba años infinitos en prisión --quien entraba no salía nunca. Esto es
completamente falso. La inmensa mayoría de los que entraban en prisión en tiempos
de Stalin eran condenados a penas de 5 años como máximo.
La estadística reproducida en la American Historical Review muestra los hechos
auténticos. Los delincuentes comunes de la Federación Rusa en 1936 recibieron las
siguientes condenas: hasta 5 años, el 82,4 %; entre 5-10 años, el 17,6 %. 10 años era
la pena máxima de prisión antes de 1937. Los presos polí

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