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“El conflicto en Siria tiene una solución muy, muy difícil”. Wasim Zabad lleva desde el año 2003 viviendo en España. Llegaría a la ciudad de Málaga para continuar su carrera de derecho con un traslado de expediente desde la Universidad de Damasco. “Decidí irme porque no quería hacer el servicio militar obligatorio en mi país”. Allí dejó a su madre, Amira, regentando una tienda de artesanía en el casco histórico de Damasco, y a muchos amigos que fueron ejecutados en las manifestaciones de la Primavera Árabe y a primos y tíos que no entienden aún qué está pasando ya que vivir en aquella tierra se ha convertido en una auténtica pesadilla. De ellos, solo le llegan ahora mensajes cortos que describen escuetamente palabras el miedo y la desesperación que está viviendo el pueblo sirio. “Bueno. Bien. Aquí estamos. Mucha paciencia. Mucha paciencia”.
“Cuando yo me marché el país tenía un estricto control de seguridad. Las clases sociales estaban divididas y los funcionarios tenían sueldos bajísimos frente a los directivos. Además, había una fuerte inflación que tenía los precios de los productos más necesarios por las nubes”, señala. La falta de “amor a la patria” le costó a Wassim un veto por parte del gobierno, ya que al no haber hecho el servicio militar obligatorio no podía permanecer en Siria más de un mes sin acabar siendo capturado por la policía y llevado a prisión. “Recibía un permiso especial de la Embajada de treinta días y empecé a ir cada dos años, hasta que empezaron las manifestaciones de la Primavera Árabe”, señala.
ADIÓS A TODO ESTO
Su hermano mayor ya vivía en España y desde pequeño Wassim había soñado con poder salir al extranjero para poder tener un futuro diferente fuera del régimen dictatorial de Al Asad “Era complicado vivir en un país donde no hay elecciones libres desde hace más de cuarenta años y por eso decidí no contribuir a la causa y me marché como hicieron también todos mis hermanos”. Al llegar a Andalucía pudo desarrollar su carrera como activista dentro de la asociación de solidaridad con los pueblos árabes Al Quds. “Cuando todo empezó, con la Revolución de los Jazmines en Túnez a finales de 2010, los activistas sirios empezaron poco a poco a organizarse para iniciar manifestaciones en contra del régimen opresor”.
Los canales de comunicación empezaron a controlarse de manera mucho más estricta y Wassim crearía una red de contactos para informar desde España a través de las redes sociales y Skype de la cruenta situación. “Yo me daba cuenta de que los míos no tenían ni idea desde allí de lo que estaba ocurriendo y vivía con esperanza las manifestaciones que empezaban a producirse”.
Pronto llegaría una fuerte represión por parte del Gobierno de Al Asad, iniciada contra los activistas sirios que exigían prosperidad económica y libertades políticas y civiles. “Esta campaña hacía que la policía disparara a la gente en las manifetaciones provocando cientos de muertos”. Muchos manifestantes comenzaron a amarse. Entre ellos se encontraban muchos amigos de Wassim. “A algunos los torturaron hasta la muerte. También había primos míos, que tuvieron que salir del país después de haber estado en la cárcel varios meses”. Con mucha entereza Wassim destaca la falta de derechos de los familiares. “Llegaba a casa de mis amigos el carnet de identidad por correo postal y esa era la señal de que todo había terminado, de que había sido asesinado”.
EN BUSCA Y CAPTURA
Entre los culpables, también estaban identificados los familiares de los activistas, como fue el caso de la madre de Wassim. “Al quinto mes de la revolución, los vecinos advirtieron a mi madre que un grupo del servicio secreto la estaba buscando”. En pocos días, la madre de Wassim tuvo que cerrar la tienda, coger una maleta pequeña para salir del país apenas con lo puesto. Desde el año 2011, Amira vendría a vivir a España para estar junto a sus hijos. Wassim relata que su regreso al país era ya imposible. “No había permisos para entrar. Además, estaba en la lista de los activistas en orden de busca y captura y desde hace más de cuatro años no he vuelto”.
Twitter, Facebook y Skype empezaron a ser las herramientas claves de trabajo de Wassim para iniciar la campaña mediática que permitiría a los periodistas en España conocer a través de una fuente de primera mano todo lo acontecido en la guerra civil de Siria, que comenzaría a inicios de 2011. “Allí las comunicaciones estaban cortadas prácticamente y el Gobierno no permitía que nadie conociera la verdadera situación”.
Wassim ayudaría a su madre a iniciar una nueva vida en España. “Yo tenía montado un negocio de artesanía y una agencia de viajes en la Costa del Sol y empezó a trabajar en la tienda”. Amira y Wassim hablaban por teléfono con sus tíos, que habían quedados en medio del conflicto, atrapados. “¡Tienen tanto miedo de hablar! Cuando llamamos desde aquí siempre dicen el mismo mensaje: ‘Bueno. Bien. Aquí estamos. Mucha paciencia. Mucha paciencia’. No quieren contar el horror que están viviendo”. Muchos de sus primos y familiares, lograron salir del país. “El problema son las personas mayores como mi tío Ghaleb de 85 años que no conciben salir de Siria y prefiere morir allí. Él siempre dice cuando hablamos que no entiende lo que está pasando”.
BOMBAS, CONTROLES, MIEDO
El día a día es para todos los sirios una auténtica odisea. Wassim relata que “la gente tiene mucho miedo. Te puede caer una bomba yendo a tu trabajo, cuando vas a recoger a tu hijo o en el techo de tu casa. También te pueden tomar como sospechoso en un punto de control y ya no vuelves a ver a los tuyos porque vas a la cárcel”.
Zabad terminaría sus estudios de derecho en el año 2005. “Tras acabar mi carrera comencé a colaborar como activista junto a una red de periodistas interesados en lo que está ocurriendo en Oriente Medio”.
La red de contactos se ha ido haciendo cada vez más extnsa. Por ello Wassim participa habitualmente en conferencias, manifestaciones y, como miembro de la Organización de Apoyo al Pueblo Sirio, enviando contenedores de ayuda humanitaria. “En la campaña que llevamos a cabo recogemos mantas, materiales, productos higiénicos, leche en polvo, materiales quirúrgicos, etc.”
ONCE MIL CUERPOS TORTURADOS HASTA LA MUERTE
Sobre la resolución de la guerra en su país, Wassim guarda pocas esperanzas. “El conflicto es muy complicado porque ya tiene dimensiones internacionales. Las potencias no quieren ponerse de acuerdo para cerrar el conflicto porque hay muchos intereses de por medio”. Zabad relata con tristeza que muchas de sus fuentes no son tenidas en cuenta ni publicadas sus informaciones en los medios españoles. “Parece que Siria no interesa en España, que la gente no quiere saber qué piensa el pueblo sirio”.
Wassim solo espera que empiecen a juzgarse los crímenes de Al asad en tribunales internacionales “por la situación de las cárceles en mi país”. Este activista relata que han sido halladas “fotografías de cuerpos de once mil sirios torturados hasta la muerte”. La fecha de la paz puede parecer lejana, por lo que Wassim ha decidido no dejar la lucha para que esos crímenes de guerra puedan ver la luz pronto, al igual que la paz para su pueblo.
Artículo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 08/12/2015 - Modificar
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Actualizado a 24/03/24
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