Texto del artículo:
Si pusiéramos en un contexto cualquiera esos dos versos que forman la hermosa frase: “yo quiero luz de luna para mi noche triste” o aislada, sin estar representando ningún contexto, nos daría que pensar en ambos casos; nos dejaría atrapados pensando. Si la llevamos a su contexto, es decir a la poética canción de Manuela Vargas “Luz De Luna” nos encontramos ante ciertas situaciones que nos desvían de la vida, nos paraliza su impresionante forma de expresar sentimientos, mismos que se quedan en la psicología personal, dado que no interfiere nada más que la situación de su autora. Es decir, sentimiento y situación que pertenecen a la misma persona sin interferencia de otras que no sea la persona misma. La hermosa canción puede referirse a un ser querido, a un ser desaparecido, a un aliado narcótico o a una soledad profunda no elegida o a todos a la vez. Pero si esa frese, esa canción completa, la trasladamos a otro contexto, el efecto que nos produce tiene varias calificaciones, otras connotaciones. Por ejemplo, si la aplicamos a los exiliados que constantemente llegan a la Unión Europea y que trasiegan pensando en que serán refugiados políticos, la situación es otra.
La comparación se me ocurrió mientras estaba escuchando noticias sobre la situación por la que está pasando el pueblo sirio ante la penetración de ese llamado Estado islámico u organización terrorista que cada día mata con la colaboración de sus fuertes aliados: Turquía, Arabia Saudí y países europeos, todos financiados en abastecimiento bélico, posición geográfico-política más potencial humano por la OTAN, como suele hacer habitualmente con sus injerencias a otros pueblos del Próximo Oriente y Latinoamérica (…) Esa comparación que se me presentó escuchando, Luz de Luna de Manuela Vargas, fue justo cuando dice: “pues desde que tú te fuiste, ya no tengo luz de luna para mi noche triste”.
Mi empatía a toda situación como la que están pasando los refugiados políticos, escapados del infierno de Iraq, Libia, Siria, me da que pensar en dos sentidos: por un lado, reflexiono sobre los que se han quedado dentro del conflicto, atendiendo toda perversidad que causa la guerra y, por otro, analizo sobre los que han salido exiliados, renunciando a la crueldad de las guerras. A mi entender, se dan distintos niveles de situación perversa, una la de los exiliados que, al huir e ir trasegando fronteras, han podido comprobar que aquellas ilusiones que sembraron en ellos los intrusos atracadores de sueños que suelen aparecer en los países de su interés, marcados como de su propiedad y haciendo suya la riqueza mediante planificación bélica, dejando arrasadas y sembradas de miles y miles de cadáveres las poblaciones más millones de exiliados que no han descubierto sus mentiras y ven su sueño fuera, en la noche, aunque no haya luz de luna. Están tan convencidos que mantienen las premisas envolventes e invariables y que son escuchadas por una amplia parte de la población como si fueran axiomas infinitos sin más reflexión; hasta tal punto están convencidos que se convierten en aliados de sus enemigos sin tiempo para ver que las conclusiones finales no serán consecuencias de los prolegómenos planteados en inicio. Los exiliados no dieron en pensar que las consecuencias finales nada tendrían que ver con los proyectos prometidos y que no les proporcionarían los sueños deseados. Ahora ven que, por el contrario, les son negados.
Pero la interpretación de los sueños no es igual para cada persona, grupo o sociedad. Los sueños se pueden ver más o menos próximos, más o menos reales y, a veces, son surrealistas mientras en otras ocasiones se organizan en resistencia y no cesan en el empeño. Así es, al parecer, como lo han visto los que han elegido quedarse, los que se quedan hasta el final sin hacer abandono de lo propio, quizás reflexionando, dando paso a la sospecha de quien se nuestra aliado sin más. Éstos han dado paso a la reflexión con el fin de poder medir si es más enemigo que amigo, pensando si el aliado es el amigo que viene a salvarme o a destruirme. La resistencia siria, aun sin luz de luna, en plena oscuridad, ha calculado las consecuencias que pudieran tener las injerencias cariñosas que ofrece la luz de luna para su noche triste sin dejar su patria.
Qué sensación tan inexplicable deben sentir los dos millones y medio de trasegantes, cruzando parte del Próximo Oriente y Europa al descubrir que sus aliados no responden, que aquellas promesas de libertad y de sueños no existen en Europa para ellos, ellas y sus menores. Qué frustración y alienación descubrir que ningún gobierno de los implicados contra Siria son empáticos a su situación de exilio y desalojo a la vez. Exiliados que, por empatía ante su situación, es más aceptable creer que no han sido colaboradores de su situación, empatía también para aquellos otros, independientemente de que hayan pagado miles de Euros en los cruces de fronteras sin que las autoridades de seguridad evitasen el tráfico y el pago monetario.
Todos los exiliados quedan bajo el mismo trato de negación de los Derechos Humanos: mujeres y menores, que no han tenido nada que ver, hombres implicados o no en el conflicto, todos reciben la misma oscuridad, el mismo olvido, excepto los que han podido pagar o recibir pago por los servicios prestados, bien bajo su conocimiento, bien bajo su ignorancia, lo cierto es que todos son apátridas y desterrados y a la vez están en la noche sin luz de luna. Al menos, los que han elegido quedarse, aunque se vean en la noche oscura y esperando plenilunio, se sienten defensores de su patria, lugar donde han nacido y se han desarrollado, donde han compartido vida con sus familias y parientes y donde mantienen la resistencia mediante un pensamiento fuerte y digno por sostener su país.
Peor, sin embargo, lo tienen los exiliados que se ven arrastrado por una miseria que desconocían de su “maravillosa Europa”. Los exiliados pueden cantar a Europa bien alto: “y siento tus cadenas, a rastras en mi noche callada, yo siento tus amarras como garfios, como garras que me ahogan en la playa, de la farra y el dolor y siento que tú me arrastras en mi noche callada que no ven que llegue plenilunada y azul como ninguna pues desde que te fuiste no he tenido luz de luna.
Yo quiero luz de luna
para mi noche triste
para soñar divina
la ilusión que me trajiste
para sentirte mía, mía tú
como ninguna
pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna
pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna
si ya no vuelves nunca
provincianita mía
a mi senda querida
que está triste y está fría
en vez de en mi almohada
lloraré sobre mi tumba
pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna
pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna
yo siento tus amarras
como garfios, como garras
que me ahogan en la playa
de la farra y el dolor
y siento tus cadenas a rastras
en mi noche callada
que sea plenilunada
y azul como ninguna
pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna
pues desde que te fuiste
no he tenido
luz de luna”.
Canción “Luz de luna” de Manuela Vargas
* Antropóloga
Artículo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 07/02/2016 - Modificar
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Actualizado a 14/04/24
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