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Secciones: Cuba Socialista -  Ciencia -  Marxismo

Título: LA ECONOMIA DEL CONOCIMIENTO Y EL SOCIALISMO: Reflexiones a partir de la experiencia de la Biotecnología Cubana- Enlace 1

Texto del artículo:

CUBA SOCIALISTA. Revista Teórica y Política.
Editada por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba

LA ECONOMIA DEL CONOCIMIENTO Y EL SOCIALISMO:
Reflexiones a partir de la experiencia de la Biotecnología Cubana.
Dr.Agustin Lage Davila. Centro de Inmunologia Molecular


Este trabajo intenta resumir las conclusiones provisionales
más generales que pudieran extraerse de la práctica de más de 20 años de
construcción de lo que hoy se reconoce como un nuevo sector de la economía
cubana: el sector de la Biotecnología. Pero este análisis no se limita al campo
de la Biotecnología, sino que concierne esencialmente al proceso de inserción de
la investigación científica como parte y componente primario de la cadena de
creación de valor para la economía.

El surgimiento de lo que se ha convenido en llamar la
"economía del conocimiento" ha sido objeto de numerosos estudios teóricos, y de
menos numerosos pero también abundantes estudios de experiencias concretas. La
experiencia de la Biotecnología Cubana, como veremos más adelante, no se parece
a otras. Estas particularidades probablemente permitan ver aspectos del
problema que no han sido previamente analizados y extraer nuevas conclusiones :
la principal en este trabajo (su propósito principal) es que en la construcción
de una economía basada en el conocimiento se hace cada vez más evidente el fallo
de los mecanismos de mercado y la contradicción propia del capitalismo entre el
carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación,
contradicción que solamente el Socialismo podrá superar.



LA ECONOMIA DEL CONOCIMIENTO.

Prácticamente en cualquier literatura que se consulte se
encontrará el reconocimiento claro de que a partir de los años 80 la economía
de los países desarrollados comenzó a entrar en una etapa diferente, en la que
el conocimiento comenzó a ser el activo económico principal. Se le categoriza
como una "Tercera Revolución Industrial", identificando la Primera como aquella
que dio origen a la industria en la Europa del Siglo XVIII; y la Segunda en el
Siglo XX como el ascenso de la economía movida por el petróleo, la electricidad
y la producción industrial masiva y en serie. Ahora esta Tercera se califica
como "Revolución Científico-Tecnológica". En esto hay consenso, casi
unanimidad.

Sin embargo el consenso es menor cuando se trata de precisar
qué es lo que "economía del conocimiento" quiere decir exactamente.

Algunos la identifican con el surgimiento y la utilización
masiva de la computación, otros más ampliamente con la microelectrónica y las
telecomunicaciones, adicionando algunos entre sus rasgos principales el
surgimiento de nuevos conceptos sobre la generación y uso de la energía, así
como nuevos materiales.

Un enfoque superpuesto, pero no totalmente coincidente,
identifica el proceso con la expansión del sector de los servicios y el manejo
de la información, incluyendo la industria del entretenimiento y la "producción
de afectividades".

No es fácil, y especialmente cuando no ha transcurrido tiempo
histórico suficiente para ver los procesos en perspectiva, distinguir los
síntomas externos de los procesos esenciales subyacentes; pero aunque sea
necesario esperar para un análisis más completo, lo que es innegable es que
estamos presenciando el surgimiento de sectores de la economía que generan
productos con un alto contenido de conocimiento en el valor y en el precio (en
parte por la calificación elevada de los trabajadores que los producen), en que
el conocimiento es el insumo limitante, y el acceso al conocimiento el
determinante principal de la competitividad. Sectores productivos que generan
productos innovadores con ciclos de vida cortos, en los que es frecuente que una
parte creciente de los ingresos de la empresa se obtenga por productos que no
existían hace 5 años, y donde se compite por diferenciación de productos más que
por alta escala y bajo costo. Sectores productivos cuyas empresas internalizan
la investigación científica, emplean una fuerza de trabajo de alta calificación,
y negocian sistemáticamente transacciones sobre "activos intangibles"
(tecnologías , patentes, marcas, etc.). Sectores productivos donde la
apropiación exclusiva, o al menos ventajosa, del conocimiento permite imponer
precios de monopolio a los productos , que se distancian enormemente de sus
costos de producción.

Estos rasgos se pueden reconocer en sectores muy diversos: la
microelectrónica, las telecomunicaciones, la industria del software, la
aeroespacial, la industria farmacéutica, la química fina, la biotecnología, los
nuevos materiales, y otros. Algunos incluyen el turismo especializado y "de
naturaleza" también en esta lista, como un sector basado en el conocimiento.

No son todavía el componente de mayor peso en la economía, en
ninguna parte, pero su participación es creciente, y son los sectores que más
crecen.





¿Que subyace bajo esta sintomatología aparentemente diversa?

Básicamente dos fenómenos:

El primero es la integración de la investigación científica
como parte de la "cadena de valor" de los procesos productivos.





De hecho la investigación deja de ser una externalidad
económica de la cual las empresas se benefician sin pagar o que en el mejor de
los casos compran, como sucede en la economía tradicional. Ahora la
investigación científica forma cada vez más parte de la actividad cotidiana de
las empresas, y se internaliza en sus costos.

El segundo es la necesidad de mayor y creciente calificación,
motivación, y creatividad en los trabajadores, para que estos sean realmente
productivos en esta economía basada en el conocimiento. Ello crea mayores y
también crecientes conexiones entre la productividad, la educación y la cultura.


De estos dos fenómenos deriva un tercero, cuantitativo, que es
la producción de productos de alto valor añadido, en los que el valor y el
precio se distancian muy por encima del costo de los componentes materiales que
lo integran. En la diferencia está el "valor del conocimiento".

Aquí comenzamos a ver la limitación de las concepciones que
identifican la economía del conocimiento con el sector de servicios o con
determinados sectores de alta tecnología. Dejan de ver lo principal. En estos
casos extremos de alta tecnología, los procesos que hemos descrito son más
evidentes. Pero la función creciente de la ciencia, la gestión del conocimiento,
la educación, la motivación, la cultura y la creatividad, penetrará y se hará
evidente en mayor o menor medida, en todos los sectores de la producción
material, desde la cibernética hasta la agricultura, ampliando el contenido de
conocimiento de todas las producciones y servicios.



LA EXPERIENCIA CONCRETA: El surgimiento del sector de la
Biotecnología en Cuba.



Un análisis profundo y abarcador de la experiencia de la
Biotecnología Cubana no ha sido escrito todavía por ninguno de sus protagonistas
(aunque ha habido intentos por observadores externos, con los sesgos y
limitaciones esperables). Este artículo no es dicho análisis. La tarea queda aun
pendiente.

Nos limitaremos en esta sección a apuntar algunas razones por
las que esta experiencia no se parece a otras, y su carácter único le permite
ser punto de partida para una interpretación de los procesos fundamentales que
subyacen en el tránsito hacia una economía basada en el conocimiento.

La Biotecnología es esencialmente el uso de bacterias,
levaduras, células animales y vegetales, cuyo metabolismo y capacidad de
biosíntesis se orientan hacia la fabricación de sustancias específicas. La
Biotecnología es ante todo, un proceso de producción.

Las premisas tecnológicas para la expansión de este tipo de
proceso productivo estaban dadas desde la década de los 70, después del
surgimiento de las tecnologías de clonación y expresión de genes (ingeniería
genética) y del desarrollo moderno de las técnicas de cultivo celular en gran
escala, la fermentación y la purificación cromatográfica de biomoléculas.

La transformación de esas premisas tecnológicas en una
industria se inició en algunos lugares de los Estados Unidos a finales de los 70
y principios de los 80, con la aparición de múltiples pequeñas "empresas
biotecnológicas" que aprovecharon el momento favorable de la economía de ese
país para movilizar capital de riesgo de inversionistas privados , o de la bolsa
de valores. En Europa un proceso equivalente no comienza hasta finales de los 80
y allí el acceso a capital de riesgo no ocurre hasta mediados de los 90.

En el momento actual se estima que existen algo más de 3000
empresas biotecnológicas en el mundo, la mitad de ellas localizadas en Estados
Unidos, y aproximadamente otra mitad en Europa, principalmente en Inglaterra y
Alemania. En el resto del mundo el fenómeno es todavía incipiente.

En Cuba, con la orientación y conducción muy cercana de Fidel,
se crea el Frente Biológico en 1981 y comienza un proceso de fundación de
Centros de Investigación-Producción que abarca la década de los 80 y la primera
mitad de los 90, y que dio origen a lo que es hoy el Polo Científico del oeste
de la Capital: un complejo de más de 40 instituciones, que agrupa más de 12000
trabajadores y más de 7000 científicos e ingenieros. Con un volumen menor, la
biotecnología extendió también sus actividades a otras provincias,
principalmente Camaguey, Sancti Spiritus, Villa Clara y Santiago de Cuba.

Vista en la perspectiva de 20 años, llama la atención de todos
cuán precoz es la incorporación de nuestro país a una industria que apenas
estaba emergiendo en algunos pocos países muy industrializados. La combinación
de la visión estratégica de Fidel, y de la inmensa obra precedente de formación
de capital humano de la Revolución hizo esto posible.

La experiencia de la Biotecnología Cubana ha sido exitosa con
cualquier indicador que se quiera emplear para medirla: generación de productos
(biofármacos y vacunas), impacto en la salud pública, patentes, exportaciones,
flujo de caja, costo por peso, retorno de la inversión u otros. El sector
continua en expansión y de hecho se prevé una inflexión hacia rendimientos
económicos aun superiores a partir del 2005.

Ese resultado en sí mismo ya constituye una particularidad de
la experiencia cubana, pues más de la mitad de las empresas biotecnológicas
surgidas en los Estados Unidos a principios de los 80 no han logrado transitar a
la rentabilidad y han terminado siendo adquiridas por otras (principalmente por
grandes empresas farmacéuticas) y se estima que en el momento actual apenas un
20% de las empresas biotecnológicas norteamericanas y europeas logran
financiarse por sus propias ventas de productos.

Ellas operan mediante inyecciones de capital de riesgo o
financiamiento obtenido por venta de acciones en la bolsa de valores, que les
permite continuar invirtiendo a expensas de ganancias futuras posibles, en lugar
de ganancias pretéritas.

Vista en comparación con otras experiencias de inversión en
biotecnología y parques tecnológicos, la experiencia cubana exhibe un conjunto
de rasgos que la hacen única. Ocurre en un país de escasos recursos,
industrialmente subdesarrollado, y además sometido al bloqueo económico más
largo e intenso que se conoce en la historia, y a la hostilidad de la potencia
económica también más poderosa conocida por la historia. Ocurre simultáneamente
con la desaparición del campo socialista europeo, que precipitó al país en la
crisis económica (pérdida del 35% del PIB, del 85% de las exportaciones y de más
del 75% del suministro de combustibles) que conocemos como Periodo Especial.

En ese contexto la Biotecnología Cubana continuó creciendo y
comenzó a exportar. Este resultado requiere ser estudiado y explicado. Sus
razones fundamentales conectan la productividad económica con la formación de
valores y con la justicia y masividad en el acceso a los conocimientos, como se
verá más adelante.

La Biotecnología Cubana surge además como una inversión del
Estado Socialista, sin acudir a la inversión extranjera (por demás no disponible
en ese momento) y defendiendo todo el tiempo la propiedad social sobre sus
activos tangibles.

Surge y se desarrolla, en fin, contra todas las recetas y
todas las probabilidades que los analistas de la biotecnología en otros países
podrían haber establecido.

Es por tanto imprescindible que estudiemos esta experiencia.

Esta experiencia es radicalmente diferente de la de muchos
otros llamados "parques tecnológicos" que se han creado y estudiado en varios
países, y que por lo general, para los países subdesarrollados, han sido guiados
por la inversión extranjera privada de las empresas multinacionales, con
transferencia de procesos productivos incompletos, frecuentemente maquiladores,
y han generado poco desarrollo autóctono de tecnologías. Visto en retrospectiva,
esto era de esperar: El capitalismo nunca transfiere el recurso limitante
principal de la competitividad, que en los sectores de alta tecnología es
precisamente la capacidad de generación de conocimiento nuevo. El capitalismo no
tiene respuesta para una verdadera transferencia de capacidad competitiva hacia
los países del sur.



LOS PROCESOS SUBYACENTES.

Volviendo al caso de la Biotecnología Cubana,-y más allá de
las descripciones técnicas de los biofármacos y las vacunas obtenidos, de los
principales aportes científicos y de los impactos medibles a escala poblacional
en indicadores de salud, así como de las características de contenido y
administración (bien distantes de la uniformidad) de cada una de las
instituciones- conviene ahora intentar identificar los rasgos comunes que
atraviesan los diferentes Centros y proyectos, y a través de los cuales podemos
atisbar dos cosas muy importantes: las razones fundamentales de los resultados
obtenidos, y sus relaciones con el carácter socialista de la sociedad en la que
todo esto ha ocurrido.

Las secciones siguientes describen tres rasgos que
consideramos esenciales en la experiencia cubana.





1.-EL CENTRO DE INVESTIGACION-PRODUCCION, O LA INSTITUCION A
"CICLO COMPLETO".

Los principales Centros de la Biotecnología Cubana se
construyeron como centros de investigación-producción-comercialización. Esto
significó que bajo la misma administración quedaba el ciclo completo:
investigar, obtener nuevos productos, montar el proceso productivo, producir,
distribuir los productos en Cuba, y exportarlos; y entonces retroalimentar el
proceso completo con los recursos, y también con la información, que proviene de
la comercialización.

Desaparecieron así las barreras frecuentemente artificiales
entre la institución científica y la fábrica, y entre éstas y la organización
comercial.

Se creó así un rico flujo informativo, que le dio percepción
de viabilidad productiva y comercial a las decisiones sobre proyectos
científicos, al tiempo que aportaba criterios de valorización del componente
intangible (valor del conocimiento) a las negociaciones comerciales.

Se creó así también un sentido compartido de responsabilidad
por el éxito del proceso completo, y no de una parte de él (como sucede
frecuentemente en las organizaciones fragmentadas por especialidad, o por la
propiedad privada).

Se creó una coexistencia y fertilización cruzada entre las
maneras de pensar (las culturas) del investigador de laboratorio, el ingeniero
productor, el especialista en regulaciones, y el especialista comercial;
coexistencia que genera no pocas contradicciones cotidianas, pero que son
esencialmente contradicciones creadoras.

En lo referente a la inversión tangible, los Centros
científicos se construyeron dotados de capacidad productiva y esto es una
característica muy importante. De hecho la gran mayoría de las empresas
biotecnológicas de Norteamérica y Europa hoy, aunque se autotitulan empresas y
se inscriben como tal, no tienen ninguna capacidad productiva, y apuestan a
obtenerla por contratos de fabricación, lo cual ha ido creando un formidable
"cuello de botella" por capacidad productiva limitada, para la mayoría de los
productos biotecnológicos que están siendo evaluados en ensayos clínicos.

En los Centros principales del Polo Científico de Ciudad
Habana actualmente el proceso productivo ocupa más del 60% del personal y de los
gastos corrientes.



2.-LA ORIENTACION EXPORTADORA.

En los países pequeños (aún en los países industrializados
pequeños) el mercado domestico no tiene tamaño para generar una operación de
volumen suficiente como para internalizar los costos fijos de la
investigación-desarrollo (I+D) y de los sistemas de garantía de calidad. Así, la
orientación exportadora se vió desde el principio como una condición
indispensable de la viabilidad económica.

Los productos de la Biotecnología Cubana se exportan hoy a más
de 50 países de todos los continentes. De ahí provienen obviamente los recursos
para la operación y el crecimiento del sistema. Pero algo menos obvio para
muchos, aunque muy importante, es que la actividad exportadora también es una
fuente de información sobre el valor de nuestros productos y su competitividad,
así como sobre los productos nuevos necesarios y sus propiedades requeridas. Sin
esta información no se podría trabajar bien, y ella no se obtiene en ninguna
otra parte que en el contacto cotidiano con los lugares donde los productos se
utilizan.

La actividad exportadora del Polo Científico financia el
componente en divisas de las producciones que se destinan al Sistema de Salud
cubano, y ello permite no darle carácter "de mercado" a las relaciones entre los
Centros de la Biotecnología y el Sistema de Salud. Ello refleja un concepto
ideológico muy importante: el Pueblo Cubano no es "un cliente". Todo lo
contrario: el Pueblo Cubano es el dueño socialista de las instituciones, y como
dueño se le sirve.

Ciertamente hay una complejidad inherente al mantenimiento de
relaciones de mercado hacia el exterior, y relaciones de distribución socialista
hacia el interior; pero es precisamente una complejidad que tenemos que
aprender a manejar , pues ella contiene la semilla de una forma superior de
distribución comunista de los resultados de la inversión social en ciencia y
tecnología, semilla que hay que hacer germinar , y que algún día, en la medida
en que se vayan obteniendo términos justos de intercambio y relaciones de
solidaridad, se irá extendiendo a las relaciones con otros países del Tercer
Mundo. La cooperación en salud (que incluye el suministro de medicamentos y
algunos productos biotecnológicos) con la Republica Bolivariana de Venezuela, ya
comienza a anticipar ese futuro al que aspiramos.

A escala mundial, aun estamos lejos del establecimiento de
relaciones "socialistas" en el intercambio entre paises, pero la realidad, y la
racionalidad humana en la que hay que confiar, irá imponiendo formas de
cooperación Sur-Sur, que irán desbrozando el camino. La economia basada en el
conocimiento constituye un espacio especialmente propicio para ello.



3.-EL TRATAMIENTO DE LA INVESTIGACION CIENTIFICA COMO
INVERSION.

A medida que la investigación científica se fue conectando
más directamente a los procesos productivos, esta fue perdiendo el carácter de
"gasto presupuestado" y adquiriendo el carácter de una inversión, a la que es
posible asociar un escenario financiero (o varios), un valor presente neto y una
tasa de retorno.

No se trata en absoluto de intentar imponer un enfoque
determinista del proceso de investigación-desarrollo, ni mucho menos una
planificación rígida que no es posible. Los proyectos de I+D tratados como
inversión se distinguen de otros proyectos de inversión (inmobiliaria, petróleo,
turismo, u otros) precisamente por su alto componente de riesgo. Hay que contar
con la incertidumbre. Pero aun así, el análisis económico de los proyectos,
incluyendo el estudio de la sensibilidad del proyecto a las variables económicas
principales, genera un conocimiento sobre los limites de su viabilidad, que es
notablemente superior al que se dispone cuando se prescinde de este ejercicio.

Los investigadores han ido comprendiendo que existen limites a
su intuición para apreciar la factibilidad económica de un proyecto, limites
dados por la cantidad de variables en juego, y que es necesario una especie de
"intuición asistida" por instrumentos de análisis.

Dada la incertidumbre inherente a la probabilidad de que una
investigación para un producto novedoso tenga éxito (la investigación es por
definición, el ámbito del resultado desconocido a priori) la toma de decisiones
no puede vincularse mecánicamente al resultado de un análisis de flujo de caja
probable y tasa de retorno; pero la realización de estos análisis constituye una
disciplina intelectual que crea el habito de mirar permanentemente al "ciclo
completo" de investigación-producto-proceso-mercado, y a la estrategia de
diferenciación con relación a la competencia, y acaba contribuyendo al objetivo
final de estrechar las conexiones entre la ciencia y la economía. La
implementación de esta disciplina de análisis ha requerido entre otras cosas, la
capacitación de muchos lideres científicos en técnicas de Dirección Integrada de
Proyectos.





¿CUAL CIENCIA?

La investigación científica se define como el proceso
organizado de generación de conocimientos nuevos, verificables y generalizables,
sobre la realidad objetiva.

La actividad de investigación científica en un momento y un
contexto social dados puede medirse con diversos indicadores (cantidad de
investigadores, instituciones, gastos en I+D, patentes, publicaciones y otros).
Los indicadores en sí mismos son objeto de polémicas, pues miden aspectos
diferentes de un fenómeno complejo que no se deja atrapar en una sola cifra.

No obstante, con cualquier par de indicadores que se intente
graficar la relación entre actividad científica y desarrollo económico (PIB vs.
numero de científicos; producción industrial vs. publicaciones científicas;
consumo energético per cápita vs. patentes, o cualquier otra combinación) se
encontrará una estrecha relación entre ambas cosas: se hace más ciencia e
innovación en los países más ricos.

Resulta esto tan evidente que la siguiente pregunta pudiera
parecer tonta: ¿Es la intensidad de la actividad científica la causa del
desarrollo económico; o es su consecuencia distal? Como se verá, la respuesta a
esta pregunta no es evidente y sus consecuencias no son triviales.

Los países desarrollados invierten entre 2 y 2.5% de su
Producto Interno Bruto en Investigación y Desarrollo. Ese porcentaje, calculado
contra un PIB de billones como es el norteamericano, supone mucho dinero, que
puede financiar mucha actividad científica. El efecto de la economía sobre la
investigación es directo, casi lineal; pero el efecto de la investigación sobre
la economía no guarda la misma relación de inmediatez y proporcionalidad.

Hay a nivel "macro", de país, algunos datos publicados que
sugieren la existencia de grandes diferencias entre países en la productividad
del conocimiento. Por ejemplo, los indicadores de intensidad de la actividad
científica en la segunda mitad del Siglo XX en Inglaterra eran superiores a los
de Alemania y Japón. Los indicadores de crecimiento económico se comportaban al
revés. Sin embargo, el tema no ha sido suficientemente estudiado a ese nivel, y
mucho menos a nivel "micro", por ramas de la economía y por empresas.

Aun aceptando que en los procesos sociales las relaciones
"causales" son muy difíciles de establecer, intuimos que existen dos grandes
categorías de la actividad científica: una se coloca por delante del desarrollo
económico y lo impulsa directamente; la otra se coloca por detrás y se alimenta
de sus excedentes , o al menos sus efectos sobre la economía se hacen tan
indirectos y a largo plazo que se pierde la evidencia.

Tal distinción, si pudiese ser operacionalizada, seria de gran
importancia práctica, porque todos los razonamientos precedentes sobre la
función del conocimiento en los sistemas económicos se aplican principalmente al
primer tipo de actividad científica que pudiésemos llamar "ciencia impulsora" y
no al segundo, que identificaríamos como "ciencia impulsada". Pero carecemos de
indicadores útiles para hacer esta clasificación. Ni el volumen de científicos,
ni el gasto en I+D, ni la producción de publicaciones, resultan indicadores
adecuados para disecar la actividad científica según su impacto económico, y
mucho menos para predecir.

Quizás la cantidad de patentes "en explotación" (no las
patentes depositadas), la cantidad de científicos que trabajan en organizaciones
industriales, la parte del financiamiento de la I+D que asume la industria, la
estructura de capacitación de los recursos humanos del sector productivo y la
fracción del comercio exterior que corresponde a productos protegidos por
patentes o producidos con tecnologías propias y recientes , sean mejores
indicadores para estudiar no solo la generación de conocimientos , sino donde se
generan, como se usan y cuanto rinden, y asumir este balance como criterio de
madurez del sistema científico-técnico.

Intentar descubrir y medir, no toda la actividad científica,
sino aquella fracción que realmente impulsa la economía, será sin duda muy
difícil, pero hay que hacerlo. No todo lo que se correlaciona con el PIB es
causal de desarrollo. Por ese camino simplista de razonamiento podríamos llegar
al "absurdo del perfume", ya que también el consumo de cosméticos, como el
consumo de energía, se asocia con el PIB, aunque las implicaciones en ambos
casos son bien distintas.

Esta doble relación entre la ciencia y la economía, que puede
colocar a la ciencia como causa o como consecuencia del desarrollo económico, o
como una mezcla de ambas, hace muy difícil evaluar en un lugar y momento
concretos, la fertilidad de la investigación científica que está actualmente
ocurriendo, para la economía .

Los países ricos obviamente tienen una ventaja acumulada, que
deriva en gran parte del saqueo de los países pobres, consecuencia del
colonialismo ayer, y de las relaciones de intercambio desigual hoy. Esta mayor
disponibilidad de recursos para invertir en investigación se convierte en altos
indicadores de la actividad científica general: cantidad de investigadores e
instituciones, gastos en I+D como fracción del PIB, publicaciones científicas,
etc., que son las cifras que leemos en los estudios sobre el tema. Son
indicadores del efecto de la economía sobre la ciencia, pero no necesariamente
del efecto de la ciencia sobre la economía.

Los países de menos recursos no podemos intentar alcanzar esos
indicadores "macro" de financiamiento de la investigación (como "ciencia
impulsada"). Pero si podemos intentar descubrir los mecanismos de la conexión
entre la ciencia (en este caso como "ciencia impulsora") y la economía, y
reforzarlos.

Como se verá más adelante, las relaciones de producción
socialistas hacen esto posible. La Biotecnología Cubana ha sido un ejemplo
concreto de cómo puede hacerse.

Sin embargo, aun queda mucho por descubrir sobre las
relaciones entre la gestión del conocimiento y el desarrollo económico.





¿COMO ES EL CONOCIMIENTO ECONOMICAMENTE RELEVANTE?



El concepto de Economía del Conocimiento es más amplio que el
de las relaciones entre la economía y la investigación científica. Por supuesto
que incluye tales relaciones, pero no se agota ahí.

La investigación científica genera un tipo de conocimiento
estructurado, transmisible, especializado y generalizable.

No obstante hay también un conocimiento económicamente
relevante que se caracteriza por otras propiedades:

a.. Es colectivo: No está incorporado a ninguna persona ni a
ningún documento específico, sino embebido en el sistema de relaciones y
procedimientos de trabajo de la organización productiva. Está en la cultura de
la empresa.
b.. Es combinatorio: Se produce a partir de piezas de
información que provienen de especialidades y campos del saber muy disímiles.
c.. Es concreto: Difícil de generalizar y vinculado a
aplicaciones productivas y de servicios muy especificas.
d.. Es "tácito" : Difícil de formalizar en reglas y a veces
difícil de explicar
e.. Es local: Se genera y se utiliza en cada organización
productiva.


Estas dos formas de conocimiento (estructurado o tácito) son
casos extremos. El conocimiento económicamente relevante en la vida real es una
combinación de conocimiento estructurable y generalizable ("científico" en
sentido convencional) y conocimiento tácito y concreto.

La idea principal aquí es que una gestión eficiente del
conocimiento, dirigida a potenciar su papel en la economía, tiene que tomar en
cuenta ambas formas extremas y sus combinaciones.

"Gestionar" el conocimiento para la organización productiva de
la nueva economía significa identificarlo cuando se genera, captarlo o fijarlo
en patentes o en normas de los productos y procesos, evaluarlo, ponerlo a
circular y trasmitirlo de manera organizada en acciones de capacitación.

Todo eso son tareas concretas.

En nuestro contexto el concepto de "Centros de
Investigación-Producción" estrechó los vínculos entre la investigación
científica y la economía, pero también por otra parte en muchas actividades de
mayor amplitud, tales como los Forum de Ciencia y Técnica, la ANIR, las BTJ
etc., se aprecian esfuerzos dirigidos a captar, fijar y poner a circular el
conocimiento concreto.

Se hace evidente también que, a medida que el conocimiento
desempeña un papel más protagónico en la economía, no solo aumenta la cantidad
de éste que se genera y se utiliza, sino que cambian los mecanismos por los
cuales el conocimiento se genera y utiliza.

En el modelo anterior, que describíamos como "introducción de
los resultados de la investigación", la creación y la utilización del
conocimiento estaban separadas en el tiempo y en el espacio. Se generaba
conocimiento en un momento dado, en una institución académica o centro
científico, y luego se aplicaba, en otro momento y en otra institución, en este
caso de la producción o los servicios. Este modelo no desaparece, y el proceso
de introducción de los resultados habrá que seguirlo perfeccionando, pero ahora
surge cada vez con más fuerza otro modelo, en el cual la generación y la
utilización del conocimiento ocurren de manera simultanea y en la misma
organización. De nuevo los Centros de Investigación-Producción son una expresión
de este fenómeno, como también lo son la cantidad creciente de industrias que
incorporan unidades de investigación-desarrollo en su estructura.





ECONOMIA DEL CONOCIMIENTO Y COOPERACION.

El sistema de la Biotecnología Cubana fue desde sus inicios
precisamente eso: un sistema. Cohesionado por la propiedad social y en función
de los intereses del "dueño" común que es el Pueblo Cubano, representado por el
Estado Socialista, el sistema prioriza la cooperación (e integración) entre sus
instituciones, y no la competencia.

Este concepto integrador se extiende fuera de los límites del
sector de la Biotecnología, y abarca conexiones con instituciones de la Salud
Publica, la Agricultura, la Educación Superior y otras, en una extensa y
creciente red de interacciones cooperativas.

La construcción de redes de cooperación es así una forma
concreta de crecimiento del sistema, que está llamada a ser más acelerada que el
propio crecimiento orgánico de sus instituciones.

Nuestra ideología socialista siempre rechazó las relaciones de
mercado y la competencia en busca de lucro, sobre bases morales, por
considerarlos generadores de desigualdades e injusticia social. Continuamos
rechazándolos sobre esas bases, pero hemos aprendido además, que a medida que se
transita hacia una economía del conocimiento, las relaciones de mercado no son
solamente fuente de injusticia, sino que son también fuente de ineficiencia.

En la economía del conocimiento la cooperación es más
eficiente que la competencia.

La velocidad a la que se generan nuevos conocimientos en los
sectores de alta tecnología, sobrepasa la velocidad a la cual pueden explorarse
las consecuencias de cada pieza nueva de conocimiento (o de cada tecnología) en
campos e instituciones diferentes a aquellos de las que surgió. Ello crea un
potencial de creatividad en la "recombinación de conocimientos" y tecnologías
prevenientes de campos e instituciones diversos, incluso distantes. Pretender
que este proceso ocurra mediante relaciones de mercado sobre conocimiento
"propietario" generará cada vez mayores costos de transacción y contradicciones
insalvables. La elevación de barreras a la circulación de conocimientos (en
forma de patentes, secretos industriales u otras) sacrifica eficiencia en aras
de la propiedad privada, y acabará convirtiéndose en una barrera al progreso
tecnológico mismo, impuesta por relaciones capitalistas de producción que ya no
se ajustan al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas nuevas.

En las condiciones del Socialismo, por el contrario, una alta
intensidad de circulación y recombinación de conocimientos es posible.
Organizarla y estimularla son tareas concretas para quienes dirigen la actividad
científico-técnica.



LA NEGOCIACION SOBRE ACTIVOS INTANGIBLES.

Al final de la cadena de valor hay siempre una negociación;
un proceso mediante el cual los conocimientos, producto de la inversión de
determinados recursos, se convierten de forma ampliada en nuevos recursos.

Parte de estos recursos contribuye a la reproducción ampliada
de la economía; y parte se re-invierte en la investigación científica, creando
así un sub-ciclo de reproducción ampliada del conocimiento mismo.

¿Cómo se transforma el conocimiento en valor? Este es un tema
que todavía requerirá mucho estudio. Hay una primera respuesta más obvia, y es
que esto ocurre a través de la incorporación del conocimiento en productos
tangibles de alta tecnología (un nuevo fármaco o una nueva vacuna, o un nuevo
equipo medico por ejemplo) en cuyo precio se internaliza el valor del
conocimiento.

Otra manera, menos obvia, pero también viable, es la
negociación sobre el conocimiento mismo, que puede ocurrir de forma elemental a
través de las licencias de patentes, o de una forma más avanzada a través de
contratos con empresas extranjeras para el desarrollo conjunto de un nuevo
producto, con inversión a riesgo. En estos contratos el socio extranjero aporta
un capital a riesgo para la continuidad del proyecto, y realiza pagos
pre-comerciales cuyo monto valoriza el conocimiento pretérito creado por la
parte cubana, y recibe a cambio derechos comerciales en determinados
territorios, que serán efectivos si el proyecto finalmente genera un producto
comercializable.

Evidentemente la parte cubana cede una fracción del valor
añadido que podría obtener si llegara sola a la comercialización del producto,
pero a cambio gana tiempo de desarrollo (lo que adelanta las entradas
financieras) y gana tiempo de penetración del mercado (si la contraparte tiene
buenos canales de penetración). Estos tiempos ganados pueden ser determinantes
para la rentabilidad.

La experiencia de la Biotecnología Cubana ha sido la de
implementar una conveniente combinación de estrategia de desarrollo completo de
productos (para negociar solamente representación comercial), con estrategias de
negociación precoz, pre-comercial, para el desarrollo conjunto de productos.

El principio, también respaldado por el carácter socialista de
la propiedad, ha sido el de no negociar nunca ni sobre la propiedad tangible de
las instalaciones, ni sobre la contratación de la fuerza de trabajo calificada.

El objeto de negociación comercial son los productos, sean
estos productos terminados o productos en desarrollo, pero nunca las fuerzas
productivas que los generan.

La propiedad social sobre los medios de producción es un
principio del Socialismo.

Las negociaciones sobre activos intangibles son complejas, y
no hay en la biotecnología mundial tiempo transcurrido ni experiencia suficiente
para construir criterios objetivos de estimación del valor de un proyecto (no el
costo, sino el valor) ni de su riesgo. En gran parte las estimaciones son
intuitivas y se basan en percepciones que, cuando son compartidas por varios
socios potenciales, adquieren cierto carácter objetivo.

En este campo ha habido que enfrentar la "guerra de imágenes"
de la maquinaria propagandística y mediática norteamericana contra Cuba, y el
efecto de disuasión de sus leyes extraterritoriales.

Pero se ha ido aprendiendo y avanzando; y el hecho de que el
sistema de la Biotecnología Cubana haya logrado operar desde hace varios años en
flujo de caja positivo, en moneda nacional y en divisa, recuperar la inversión
original y crear excedentes para reinvertir, demuestra que ha habido aprendizaje
acelerado y oportuno, aunque queda mucho camino por recorrer.

Hay que prever que a medida que el conocimiento en
determinados sectores de la economía se transforma en un componente directo de
la cadena de valor, habrá cada vez más transacciones comerciales sobre el
conocimiento mismo, y habrá que ir construyendo una teoría del valor adecuada a
esta nueva situación. Ello creará crecientes contradicciones, consecuencia otra
vez del intento del capitalismo de tratar un bien común (el conocimiento) como
propiedad privada y como mercancía; pero aun deberemos convivir un tiempo en el
mundo real con estas contradicciones.

La experiencia de decenas de negociaciones entre instituciones
biotecnológicas cubanas y entidades extranjeras, donde ha sido necesario
valorizar el componente de conocimiento, muestra cuan difícil es crear puntos de
referencia aceptables para ambas partes, debido entre otras cosas a que cuando
se negocia sobre un producto nuevo, y más aun sobre la posibilidad de un
producto nuevo, la realización de mercado futura no se conoce.

Esta experiencia inicial de negociaciones también nos alerta
sobre la posibilidad de que se constituya (al igual que con las mercancías) una
práctica de "intercambio desigual de conocimientos" entre los países ricos y los
pobres, en que quede en manos de los ricos el establecimiento de los criterios
de valor, y en que la transferencia de norte a sur tome la forma de productos
costosos de muy alto valor añadido, mientras que del sur al norte tome la forma
de emigración selectiva de fuerza de trabajo calificada, que se paga por su
costo de reproducción, y no por el valor que crea. Una clara situación de
apropiación capitalista de la plusvalía, ahora expresada en el campo de la
economía del conocimiento.

La entrada en negociaciones sobre intangibles, que requieran
una justa valorización del conocimiento creado, va a ser inevitable.

A diferencia de los recursos naturales (petróleo por ejemplo)
el conocimiento es un activo perecedero, que tiene alto valor cuando es precoz y
luego lo pierde en el tiempo y aceleradamente. El riesgo de una negociación
habrá que compararlo siempre con el riesgo (nada despreciable) de esperar.
Habrá que aprender a luchar por una valorización justa del conocimiento creado.

El arma principal en esta lucha está en la gente: los recursos
humanos de alta calificación, motivación y compromiso social.

En la economía del conocimiento una parte importante y
creciente de los "medios de producción" está dentro de las personas, en su
capacitación, sus aptitudes y sus actitudes.

Una masa grande de científicos y tecnólogos competentes,
motivados, y ante todo dotados de una conciencia social que fundamente su
compromiso con Cuba y con el Socialismo, puede ser la palanca que en la nueva
economía invierta los términos del intercambio desigual y genere un flujo neto
de recursos de norte a sur , para beneficio de toda nuestra Sociedad. En las
reglas del juego del capitalismo, y en especial en esta etapa de capitalismo
neoliberal, el talento fluye hacia donde está el dinero. Lo que debemos lograr
es que el dinero fluya hacia donde está el talento. El Socialismo puede
lograrlo.

EL CONTEXTO INTERNACIONAL.



El transito a una economía basada en el conocimiento no ocurre
en el vacío, sino en el mundo real, y el mundo económico real de hoy está
dominado por la globalización neoliberal capitalista.

Una de las consecuencias de esto es que hoy es imposible
analizar los procesos internos de un país con independencia del contexto
internacional. Otra de las consecuencias es que ese contexto es muy diferente
para los países del norte industrializado y para los del sur subdesarrollado.

Sobre este tema hay abundante literatura publicada. Nos
limitaremos aquí solamente a una de sus múltiples facetas: el impacto de la
globalización neoliberal en la construcción de procesos económicos basados en el
conocimiento.

Se hace inmediatamente evidente que estos procesos en el
momento actual ocurren bajo las presiones del capitalismo por crear relaciones
de propiedad sobre el conocimiento, y por concentrar esa propiedad en pocas
manos, tal como concentró en el pasado la propiedad de la tierra y otros
recursos naturales, y luego de las industrias.

El acortamiento de las conexiones entre la generación de
conocimiento y la producción de bienes y servicios, hasta subsumir, al menos
parcialmente, la investigación científica en la gestión empresarial, es un
proceso objetivo e indetenible, consecuencia del desarrollo de las fuerzas
productivas. Esto no es intrínsecamente negativo para el futuro de la
humanidad, ni para la aspiración superior de justicia social.

Enfrentarse a esa tendencia sería enfrentarse a un falso
problema, lo que equivale a rehuir el verdadero. Y es que el problema verdadero
y principal no es el de la producción sino el de la apropiación. Se produce de
una manera o de otra y cada vez mejor. La cuestión es: ¿a quién pertenece lo que
se produce? , y ¿a quién pertenecen los medios de producción?.

Las batallas en torno a la propiedad, especialmente a la
propiedad sobre los medios de producción, han acompañado a la humanidad durante
mas de 3000 años, adoptando formas diversas y concentrándose sobre aquellos
factores de la producción que son en cada momento los principales, los mas
escasos y limitantes. Desde esta óptica no es sorprendente que la transformación
del conocimiento en el "recurso limitante" para la producción de bienes y
servicios se acompañe en el capitalismo actual por un agresivo intento de
apropiación y privatización del conocimiento.

La propia pregunta ¿a quien pertenece el conocimiento?, parece
a primera vista absurda. Choca con la ética y con la cultura. Si algo es un
producto netamente social es precisamente el conocimiento, tan dependiente de la
cultura y del acervo precedente.

Pero es precisamente el intento de privatizar el conocimiento
lo que estamos presenciando, como reacción del sistema capitalista a las nuevas
funciones de éste como recurso limitante en la economía. Se trata de uno de los
fenómenos más peligrosos de este inicio del Siglo XXI, sobre el que es necesario
alertar, antes de que se haga irreversible. Lo que está ocurriendo es un cambio
en la forma que toma la apropiación individual de los resultados del trabajo
social.

Sucede además, que los procesos de apropiación no son siempre
transparentes, y quienes trabajamos en este campo desde una ideología y una
ética socialistas tenemos la tarea impostergable de descubrir estos procesos y
denunciarlos.

Sin dudas la expresión mas evidente del intento de privatizar
el conocimiento es la llamada "propiedad intelectual" (termino intrínsecamente
contradictorio) que se expresa en la ciencia y la técnica principalmente a
través de las patentes. Cada año se depositan más de un millón.

Una patente es un derecho monopólico de comercialización (y de
exclusión de terceros de la comercialización) que otorga un Estado durante un
tiempo dado a alguien que ha hecho una invención, que debe ser de utilidad
práctica y además no-obvia a partir del conocimiento precedente.

Leyes de patentes existen hace mucho tiempo, y durante cierta
etapa funcionaron bien. Pero a medida que la generación de conocimiento nuevo,
de aplicación inmediata, fue pasando a ser un evento cotidiano en muchos
sectores de la producción y los servicios, la cantidad de patentes depositadas
se multiplicó, la competencia obligó al depósito precoz de patentes sobre
invenciones carentes aun de evidencia de utilidad práctica, las fronteras entre
lo obvio y lo no-obvio se borraron o se hicieron arbitrarias, y los litigios se
multiplicaron.

El desplazamiento de la fuente de financiamiento de la
investigación hacia el sector privado estimuló a universidades e institutos
públicos a proteger con patentes prácticamente todo.

El sistema, además de injusto, es infuncional. La obtención de
conocimiento nuevo se apoya siempre en el conocimiento precedente. Hoy se
reclama propiedad intelectual sobre resultados científicos que hace apenas unos
años hubiesen sido publicados y de libre acceso. Así, cada vez más, cualquier
investigador en prácticamente cualquier proyecto, encontrará que muchas piezas
de conocimiento que necesita usar para llevar adelante su proyecto, son ya
propiedad de alguien, que tiene derecho a excluirlo de su uso o a exigirle un
pago. Los costos de transacción pueden ser enormes y disuasivos, y el sistema
entero se convertirá en un obstáculo para la investigación científica.

Estamos ante una situación análoga a la que Marx describió
como "Acumulación Originaria del Capital" y definió como "el proceso histórico
de disociación entre los productores y los medios de producción". Explicando
este proceso en "El Capital", Marx describía cómo la tierra de labranza, al
convertirse en "recurso limitante" fue expropiada violentamente en el Siglo
XVIII a la población rural de Inglaterra, que la utilizaba como un bien común.
La apropiación se estableció mediante una "Ley de Cercado de los Terrenos
Comunales" (Bill for Inclosure of Commons; 1785) a favor de las clases
dominantes.

Los Acuerdos sobre Propiedad Intelectual (TRIPS: Trade-related
intellectual property) aprobados en 1994 y protegidos por la Organización
Mundial del Comercio, funcionan ahora como una especie de "Ley de Cercado de los
Conocimientos", que conduce a la apropiación violenta y a una especie de
"acumulación originaria del conocimiento", hasta ahora fruto común de la cultura
y el intelecto creativo de muchas personas.

Sobre esta acumulación originaria se montará después un ciclo
de reproducción ampliada del conocimiento, igualmente privatizado.

Otro mecanismo operando actualmente en función de la
privatización del conocimiento es la emigración selectiva de científicos,
profesionales y tecnólogos, es decir, el "robo de cerebros".

Una parte importante de la inversión social en conocimientos
está en la formación de cuadros científicos y técnicos. Ellos son portadores del
recurso "conocimiento", producto netamente social. Parecería que esto no es
apropiable, a menos que ocurra una apropiación de las personas.

Eso es precisamente lo que ocurre: hay 1.2 millones de
profesionales de América Latina y el Caribe trabajando como emigrantes en los
Estados Unidos, Inglaterra y Canadá. Si se estima en $ 30 000 usd el costo de
formación de un profesional, esta emigración ha significado una transferencia
neta, del Sur al Norte, de 36 000 millones de dólares, lo cual equivale a 10
años de inversión en Ciencia y Técnica, y es varias veces más que toda la ayuda
del Banco Interamericano de Desarrollo al desarrollo científico de la región.

En los Estados Unidos se estima que un 23% de todos los
Doctores en Ciencias provienen de otros países, y esa cifra llega a 40% en el
campo de la computación. Aproximadamente un tercio de todos los científicos
formados en los países del Tercer Mundo no trabajan en sus países de origen y
algo más del 50% de los que viajan a hacer un doctorado en Norteamérica y
Europa, no regresan.

Las cifras son elocuentes en sí mismas, pero eso no es todo.
Debe tenerse en cuenta además, que si bien la emigración selectiva de
científicos y tecnólogos comenzó espontáneamente, guiada por el gradiente en
condiciones de vida y de trabajo, en los últimos años la promoción de esta
emigración se ha convertido en política oficial de estado en varios países del
Norte, con incentivos y procedimientos especialmente diseñados a ese fin.

La emigración selectiva se convierte así en un eficiente
mecanismo para expropiar a los países más pobres de la escasa inversión que han
podido hacer en generación de conocimientos. Estos científicos y tecnólogos
emigrantes generan una parte importante de las patentes, y entonces incluso la
propia teoría de la propiedad intelectual como mecanismo de retorno de la
inversión entra en contradicción, porque en este caso el resultado económico
nunca retorna al país donde se hizo una parte importante de la inversión para
capacitar esas personas.

Tal tendencia, combinada con la creciente internalización del
trabajo científico en grandes organizaciones privadas, con alta concentración de
capital, hace que el emigrante -tal como el obrero con su fuerza de trabajo- no
tenga otra alternativa que vender su capacidad de generar conocimiento, a cambio
de un salario que es el costo de reproducción de esa fuerza calificada, y que
nada tiene que ver con el valor creado por su trabajo científico, el cual
pertenece a otros.



EL FRACASO DEL MERCADO.

"Market-failure" es un término que utilizan algunos teóricos
de la economía capitalista para identificar fenómenos sociales donde el mercado
no es capaz de dirigir una asignación optima de los recursos.

En sus extremos, el fundamentalismo neoliberal no reconoce que
el fallo de mercado ocurra nunca en nada, y pretende que el mercado lo decida
todo. Pero economistas que lleguen a tal extremo de simplismo y mediocridad (o
de mala intención) ya van quedando menos, ante la inocultable evidencia de los
resultados reales del neoliberalismo.

Muchos teóricos del capitalismo reconocen que hay áreas de
"fallo de mercado", donde el Estado debe intervenir; pero las limitan a sectores
sociales tales como la educación, la cultura, algunos aspectos de la seguridad
social, y otras áreas afines, y continúan convencidos (e intentando convencer)
de que en lo referente a la producción material los mecanismos de mercado (con
su prioridad a la ganancia a corto plazo) son superiores para dirigir una
distribución óptima de los recursos, y de que el interés privado en el
enriquecimiento personal "algún día" generará el enriquecimiento de todos.

Aun dejando a un lado la ceguera moral de este enfoque (que
sería motivo suficiente de critica y rechazo) podemos ver ahora cómo incluso en
el campo de la producción, esa ideología ha dejado de funcionar.

He aquí que la Revolución Científico-Técnica comienza a
expandir estos sectores que hemos llamado de "Economía del Conocimiento" donde
sucede que:

a.. El conocimiento es el insumo principal del proceso
productivo. Un conocimiento generado socialmente, imposible de privatizar, que
no se limita a las instrucciones tecnológicas de un proceso dado, sino que se
extiende a la cultura y la creatividad de los trabajadores
b.. Los trabajadores son el activo principal de la empresa,
incluyendo sus conocimientos, pero también su motivación. Los recursos humanos
ya no pueden tratarse como capital variable, y deben ser protegidos aun en
periodos de irrentabilidad
c.. Una parte importante del conocimiento económicamente
relevante es conocimiento "tácito", no estructurable (y por tanto no
negociable) , así como conocimiento insertado en el complejo sistema de
relaciones internas de la organización productiva, más allá de los individuos,
lo cual lo hace intransferible cuando se trasladan las personas o se "roban los
cerebros".
d.. La generación de nuevos productos no es la excepción,
sino la vida cotidiana de la organización productiva. Las empresas mismas deben
internalizar la investigación y el desarrollo de productos, y ocuparse
permanentemente del largo plazo.
e.. La cooperación entre las diferentes organizaciones
productivas genera recombinación de conocimientos y funciona mejor que la
competencia como motor de la productividad del trabajo.


¿Puede el mercado lograr todo esto? Nuestra hipótesis es que
NO; y que a medida que esos sectores de la economía del conocimiento se vayan
expandiendo hasta ocupar una parte mayor de las economías y el comercio; y a
medida que los rasgos que hemos descrito de la economía del conocimiento vayan
penetrando en todos los sectores de la economía convencional, se hará más aguda
e insostenible la contradicción fundamental del capitalismo entre el carácter
social de la producción y el carácter privado de la apropiación; y la propia
"economía de mercado", hoy tan alabada por quienes tienen los recursos para
divulgar alabanzas, se irá convirtiendo en un freno al desarrollo de las fuerzas
productivas, tal como lo anticipó Marx.

La zona de "fallo de mercado" irá expandiéndose, a partir de
lo social, para ocupar cada vez más espacio en el área de la producción material
y el comercio.

El capitalismo, con su vocación cortoplacista, podrá exhibir
ventajas de rentabilidad inmediata en la economía tradicional, ventajas que
puede lograr sacrificando el desarrollo humano, la justicia social y el medio
ambiente; pero el avance de las fuerzas productivas hacia un nuevo tipo de
economía, irá erosionando esas ventajas.

Ya se empiezan a ver evidencias de este proceso en el reciente
desplome de las bolsas de valores para las empresas de alta tecnología en los
países industrializados, en el fenómeno de que más del 80% de las empresas
biotecnológicas creadas en los años 80 y 90 no haya logrado transitar a la
rentabilidad por ventas y sigan dependiendo de ingeniería financiera para
mantenerse operando, y en el fenómeno de las empresas norteamericanas de alta
tecnología que sobreviven gracias a los presupuestos militares, lo cual a su vez
lleva a la monstruosidad y el absurdo del uso de la guerra como estímulo a la
economía. Este fenómeno del financiamiento de la investigación cientifica y el
desarrollo tecnológico para fines militares (que se ve en muchos paises
desarrollados, y en especial en los Estados Unidos), además de ser síntoma de
los peligros que crea para la humanidad la ideología prevaleciente en los
círculos de poder del capitalismo mundial, es síntoma tambien de la incapacidad
creciente de la economia de mercado para insertar de forma racional, eficiente
y pacifica, a la investigación cientifica en el tejido de relaciones economicas
de la Sociedad.

El Socialismo está mejor preparado para la economía basada en
el conocimiento. ¿Cómo explicar si no el surgimiento, la expansión y la
rentabilidad del sector de la Biotecnología en Cuba, en una coyuntura económica
tan desfavorable como el Periodo Especial en los años 90?

Esa experiencia habrá que seguirla estudiando, en un plano
subyacente al de los fármacos y las vacunas, es decir, en el plano del tipo de
organización productiva que generó, que en cierta medida prefigura lo que será
la empresa estatal socialista de alta tecnología en la futura economía cubana.



HACIA LA EMPRESA ESTATAL SOCIALISTA DE ALTA TECNOLOGIA.

En la tarea práctica de hacer surgir el sector de la
Biotecnología en la economía cubana, y consecuencia de las propias decisiones
concretas que acertadamente se han ido tomando, ha ido emergiendo un nuevo tipo
de organización productiva.

No es una empresa convencional, como las que tenemos en otros
sectores. Pero tampoco es un "Centro Científico" como los que tenemos en el
sector presupuestado de la Ciencia y la Técnica. No encaja en ninguno de los dos
esquemas, y seria un error tratar de amoldarla a uno cualquiera de ellos.

Como cualquier otra empresa, estas organizaciones de la
Biotecnología deben producir, comercializar y aportar a la economía nacional.
Como corresponde a una industria de alta tecnología se espera de ellas además un
valor añadido muy alto (en proporción al elevado contenido de conocimiento de
las producciones) y ello se debe expresar en costos operacionales por peso
bajos, inferiores a 0.5, y altas productividades por trabajador.

También este nuevo sector, como otros sectores empresariales,
debe crecer, es decir, funcionar en un ciclo de reproducción ampliada de la
producción material. Son ya una parte de la economía nacional y una de las
fuentes principales para la expansión de la capacidad exportadora del país con
renglones no-tradicionales. El informe del Ministro de Economía y Planificación
a la Asamblea Nacional del Poder Popular en diciembre del 2003 expone con mucha
claridad esta idea.

Pero a diferencia de muchas otras empresas, estas
organizaciones de la Biotecnología Cubana internalizan investigación científica,
incluso investigación básica, y sus resultados se miden también por "producción
de conocimientos". Además, tienen otros encargos sociales (adicionalmente a la
rentabilidad económica). El más obvio de ellos es que con sus exportaciones
financian el costo en divisa de los productos que se suministran al Sistema de
Salud. Pero hay otros encargos, como por ejemplo la labor del Centro de
Inmunoensayo en el mantenimiento y desarrollo de una red nacional de
laboratorios para el diágnostico perinatal, la vigilancia epidemiológica y la
seguridad de la sangre, o la labor del Centro de Neurociencias en los programas
sociales de atención a discapacitados. En muchos otros casos, los Centros
cubanos son actores protagónicos de programas nacionales de salud, como es el
caso de los programas de vacunaciones, Sida, Cáncer, Hepatitis, y otros.

Como instituciones científicas, se espera de ellos que
construyan y expandan redes de colaboración con otras instituciones científicas
y con centros de la Educación Superior. Varios de ellos son ya unidades docentes
de la Educación Superior.

Son fuente de empleo para una fuerza de trabajo de alta
calificación, y si el sistema continúa su expansión, como debe esperarse,
funcionará como una "locomotora" de la Educación Superior, creando empleos que
no son presupuestados, sino directamente aportadores a la economía nacional.

En el interior de estas organizaciones, de cada una de ellas,
está contenido un ciclo cerrado de investigación, desarrollo de productos y
procesos, y comercialización.

Mantienen una intensa actividad de relaciones internacionales,
de ambos tipos: de carácter empresarial a través de sus exportaciones,
negociaciones y empresas mixtas en el exterior, y también de carácter académico
con la comunidad científica internacional.

Toda esta actividad tiene que ser ( y de hecho ya lo es)
económicamente sostenible con los propios ingresos de cada organización; y
además, tiene que aportar recursos a la economía del país.

Toda esta actividad ocurre en el marco de una entidad estatal
socialista, propiedad del Pueblo Cubano, expresión del principio inscripto en
nuestra Constitución de la propiedad social sobre los medios fundamentales de
producción.

Este tipo de organización productiva, que no es ni una empresa
ni un centro científico en sus interpretaciones tradicionales, requerirá el
diseño de un "traje a la medida" en sus esquemas financieros, en sus sistemas de
gestión y en su perfeccionamiento.

Es ciertamente un nuevo tipo de organización productiva, pero
tampoco es una excepción, ni debemos tratarla como una "singularidad económica".
Todo lo contrario: a medida que el país entre cada vez más en la economía del
conocimiento, veremos surgir más y más organizaciones de este tipo, con ciclos
cerrados de investigación, producción y exportaciones, también en otros sectores
de la economía. En igual sentido, algunas de las empresas hoy existentes en
varios sectores irán internalizando investigación científica y asumiendo una
dinámica de generación de productos nuevos y competencia exterior por
diferenciación de productos con alto contenido en conocimientos; y se irán
pareciendo cada vez más en su estructura interna a los actuales Centros de
Investigación-producción.

De h

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