CUBA SOCIALISTA

ANÁLISIS CRÍTICO DE LA SOCIEDAD CUBANA POR UNA NICARAGÜENSE - (primera parte)

Este texto, que a mi parecer no tiene desperdicio, lo hallamos por casualidad en la pagina Web de una ¡Revista de la Universidad Centroamericana de Nicaragua, privada y fundada por la Compañía de Jesús! (La dirección de donde lo obtuvimos en 1997 fue http://www.uca.ni/koinonia/relat/3032.htm, pero ese enlace ya no funciona)

El caso es que hace un análisis muy interesante sobre la Cuba de 1993, y me gustaría que lo pudieséis leer y que lo comentáramos. Que provocara debate y que sobre todo l@s cuban@s nos digan lo que piensan de él, cuánto tiene de cierto o de falso, etc. Nuestro entrañable amigo y compañero cubano Deny, ya nos comentó al respecto lo siguiente:

"Recuerdo perfectamente que a finales del 93, en la CUJAE (Ciudad Universitaria Jose Antonio Echeverria de La Habana) un grupo de jóvenes circulamos una parte de este documento o artículo para debatirlo y analizarlo. A nosotros nos gustó muchísimo por el análisis que hace tan objetivo, real y exhaustivo, que refleja bastante fielmente la realidad y sociedad cubana. Yo creo que recoge claramente los aciertos y desaciertos de la revolución en estos años, de los logros y de las cosas que merecían cambiar y que merecen cambiar para mejorar y perfeccionar nuestra obra social. Para los que no han vivido en Cuba, también se torna un documento muy bueno porque además del análisis y de los comentarios personales hace una descripción muy pero muy real, como un espejo, correspondiente con lo que te encuentras en nuestro país ahondando tan solo un poco. El único problema, cuatro años después de escrito, es por supuesto, que la vida, los acontecimientos, los cambios, las decisiones, los eventos lo han hecho estar en muchas o algunas cosas ya caducado. Hay cosas que yo pienso ya no son como en el 93, claro esta ya la situación no es la misma, ya hay en algunos casos, consecuencias para bien o para mal de algunas de las decisiones de las que ella habla en su exposición. También se han adoptado en nuestro país un grupo de posturas que tienen que ver con muchas de las cosas que ella considera que deben cambiar y que cuatro años después también ya tienen sus cosechas y resultados. A mi me gustó muchísimo en su tiempo y me sigue gustando muchísimo pues creo que se ajusta casi totalmente a la Cuba del 93. Creo que es otro de los documentos que hay que leerse y lo mejor de todo es que no viene de una fuente 'oficial' sino de una analista foránea que sí se ha dedicado a estudiar la sociedad cubana desde adentro."

  profpcm@profesionalespcm.org 

(Nota: debido a la gran extensión del texto, lo hemos dividido en tres partes. Esta es la primera de ellos)

CUBA

María LOPEZ VIGIL

Cayó el muro de Berlín y se desmoronaron los cimientos de la Europa socialista. Dos años después se desintegró la URSS, Rusia izó de nuevo la bandera de los zares y mendigó a sus adversarios un puesto a la mesa del "bienestar" capitalista. Ninguna nación del mundo fue y sigue siendo más afectada por este vuelco acelerado e inesperado de los acontecimientos que Cuba, un país pequeño que lo apostó casi todo a la existencia de ese mundo socialista hoy acabado, del que la separan más de 10 mil kilómetros.

 

Hace cuatro años "se acabó la historia", dicen los vencedores. O los miopes. En Cuba es donde más se siente este "fin". Terminó la seguridad que daba tan poderosa retaguardia económica, sin la que no se explica el notable desarrollo cubano en estos 30 año s. Desapareció el socio del 85% de los intercambios comerciales. Y se redujo a cero el apoyo a la defensa militar. Hace cuatro años se inauguró el "nuevo" orden internacional, dominado por una bien conocida potencia militar, los Estados Unidos, 200 años aspirando a que Cuba sea una estrella más en su bandera, 35 años afilando su hostilidad contra la Revolución cubana.

 

Y a pesar de todo, Cuba sigue ahí, en el lugar de siempre y con la misma gente. En "período especial", pero sigue sobreviviendo y también desarrollándose. Ambas difíciles metas a la par. Sin carne, sin buses, sin jabón y sin divisas, sin piezas de repuesto, reducido el petróleo y escasa la leche, con el bloqueo aún más endurecido y hasta con el embate de la "tormenta del siglo", que le dejó millones de dólares en pérdidas, y una epidemia de origen desconocido, que ha producido ceguera y diferentes problemas nerviosos a 40 mil personas. Cuba está jodida pero sigue ahí. Ahí y navegando, buscando diariamente cómo ajustar las máquinas de su barco socialista para que surque el mar de capitalismo neoliberal de este fin de siglo.

 

¿Estrella o agujero negro?

 

Durante 1990, grupos de exiliados cubanos de Miami hacían concursos bien premiados para quien adivinara cuándo "caía" Cuba. También hacían maletas. En aquel entonces los llamados cubanólogos pronosticaban un fin inminente y similar al de Rumania. Fidel era el Ceaucescu criollo y una avalancha de pueblo airado lo iba a arrasar. Pero nada. Nadie ganó el concurso. La desintegración de la URSS volvió a avivar las profecías sobre el fin de la Cuba socialista. Pero pasó el año 92 y el 93 ya va entrando en su ocaso. Y nada. Ya nadie hace cábalas y de Cuba las únicas noticias que se dan son caóticas. Prevalece el silencio, cuando en tiempos tan difíciles para la isla, cada día de sobrevivencia, cada nueva inversión extranjera, cada novedad científica son materia prima para una destacada información. En la guerra de imágenes que controlan las transnacionales norteamericanas - y cada vez más, un poderoso grupo de cubanos exiliados - ya se dejó de lado el modelo Rumania. Ahora es Somalia. La imagen de Cuba es la de un pueblo de indigentes y desnutridos que huyen en balsas o aguardan barcos de ayuda humanitaria, en famélica expectativa del día de su libertad.

 

En su primera declaración sobre Cuba y muy paternalistamente, dijo Albert Gore, el Vicepresidente de Estados Unidos: "Nuestra tarea es convencer a los cubanos que están en Cuba de que el sistema en que viven es un fracaso". La frase sugiere un absurdo político: aún depauperados no se convencen...

 

Siguen los pronósticos y sigue Cuba. Cuba resiste, dicen unos. Y aplauden su resistencia. "Querían ver un satélite donde había un sol y hoy brilla nuestra Revolución como una estrella en un cielo oscurecido" - explica así las cosas Fidel Castro.

 

Cuba agoniza, dicen otros, que no ven en este sobrevivir otra cosa que la prolongación de la fase terminal de un enfermo desahuciado, el fin de la Revolución en cámara muy lenta. Heroicamente lenta. Pero es agonía. Son las brillantes vísperas del agujero negro para una estrella que fue, ya agotada.

 

¿Qué dicen los cubanos? El 24 de febrero de 1993, los cubanos tuvieron la oportunidad de expresarse sobre el rumbo del país eligiendo a las principales autoridades de la nación con el voto directo y secreto.

 

Plebiscito sobre el socialismo

 

Desde hace varios años, muchas voces - de amigos y de enemigos de la Revolución cubana - se han alzado en todo el mundo exigiendo a Fidel Castro que sometiera a plebiscito su permanencia en el poder y el sistema imperante en Cuba. De hecho, eso fueron las elecciones celebradas en febrero, aunque ése no fuera su origen, aunque así no se llamaran y aunque en las boletas no aparecieran preguntas al estilo de un plebiscito sino listas de candidatos a cargos municipales y nacionales.

 

Tanto carácter de plebiscito tuvieron estas elecciones que la oposición cubana radicada en Miami pidió al pueblo de Cuba día y noche por las 20 emisoras que maneja en Estados Unidos que aprovechara la oportunidad que se le presentaba para rechazar al gobierno, al sistema y a Fidel Castro en especial. Aunque la opción adversa a la Revolución no era un hombre o un partido - porque no se elegía entre candidatos rivales de diferentes banderas - sí había opción adversa: anular la boleta dejándola en blanco, manchándola, insultando en ella a los dirigentes.

Como sucede en cualquier elección del mundo. También los dirigentes de la Revolución se empeñaron a fondo en capitalizar las características plebiscitarias de la consulta.

 

Hubo ocasión para rechazar el socialismo. Y hubo plena libertad para hacerlo. Porque hubo voto secreto. Y en ese secreto del voto está la clave. Era ese secreto la brecha abierta para la libertad individual de los casi 8 millones de cubanos que acudieron a las urnas. Cada uno de estos ciudadanos estuvo el tiempo que quiso en una caseta cerrada con una cortina, garantía de su intimidad, y pudo decir con el lapicero, solo frente a su conciencia, lo que quiso decir. No había militares en los colegios elector ales, abiertos a la observación de cualquier periodista extranjero o turista. Sólo un par de niños con su uniforme escolar blanco y rojo custodiaban las 60 mil urnas donde se depositaron las boletas.

 

Votó el 99.57% de los que tenían derecho a votar. Esta participación casi unánime se puede explicar por el control social - más que el estatal - que caracteriza a la sociedad cubana. Control que arrastra y "obliga" a los pasivos a participar. Pero, ¿explica esto que el 93% de los votos fueran válidos? Ya no resulta tan sencillo.

Precisamente por lo secreto del voto. Temor a represiones posteriores, podrán pensar algunos. Pero quien vive prisionero en una cárcel totalitaria aprovecha cualquier resquicio que se le presenta para intentar escapar. El pueblo cubano no puede ser la excepción.

 

Hubo campaña en un sentido y en otro. Una campaña atípica, pero no faltó la propaganda, aunque no fuera con rótulos, camisetas o comerciales, sino a pura palabra. En Cuba se hizo la campaña a favor de acudir a votar y posteriormente, a favor de lo que se llamó el voto unido. En Miami y desde las radios opositoras, se organizó la campaña contraria, primero a favor de la abstención y después, cuando se comprendió que las elecciones ofrecían un chance para expresar rechazo a Fidel, por la anulación del voto aprovechando el secreto.

 

Los cubanos de la isla pudieron escuchar los argumentos de ambas campañas y decidir después. Cualquier transistor capta la señal de Radio Martí y de otras emisoras de la Florida. Los líderes del exilio cubano anunciaron que habría un masivo rechazo al socialismo. En vísperas de las elecciones, Carlos Alberto Montaner - dirigente de la llamada Plataforma Democrática y uno de los opositores a la Revolución con mayor espacio publicitario en Europa - afirmó que esperaba que los votos anulados superarían el 50%. Si hubiera sido así, otro gallo cantaría hoy en Cuba... Después de conocer los resultados, ni Montaner ni las radios de Miami denunciaron fraude, pero como la derrota anunciada no se produjo, tampoco hicieron con ella ninguna crónica. Simplemente, sacaron las elecciones cubanas de la noticia.

 

Un déficit democrático

 

Cuando hace tres años estas elecciones comenzaron a prepararse, nadie se imaginó lo que podrían significar y lo riesgoso del momento político en que se celebrarían. Nadie en Cuba midió el tamaño del desafío.

 

La maquinaria se puso en marcha con el Llamamiento en el que se convocó al IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. En aquel documento del 15 de marzo de 1990 - cuando en Cuba no existía la crisis actual - se aprecia la disposición a promover cambios políticos y económicos en el país, con sentido creativo y autocrítico. Centenares de miles de cubanos - militantes o no del Partido - debatieron este texto, en el que, entre otras muchas cosas, se planteaba la necesidad de perfeccionar el sistema de gobierno, lo que en Cuba se llama el Poder Popular, que venía funcionando desde 1976 y al que se señalaban "formalismos y otras insuficiencias".

 

Entre las 800 mil sugerencias que surgieron de este debate en la base - lamentablemente engavetadas muchas de ellas por la crisis y también por la burocracia - estaba la de elegir a todas las autoridades del país por el voto directo y secreto de todo el pueblo.

 

El voto directo - y no secreto - lo ejercía ya la población en la elección de su Delegado de Circunscripción, que entraba a formar parte de la Asamblea Municipal. Hasta ahí llegaba el voto directo. Después, las Asambleas

Municipales elegían a los miembros d e la Asamblea Provincial, que elegían a los de la Asamblea Nacional, que elegían al Consejo de Estado y al Presidente. De esta elección delegada se pedía pasar a la elección directa de la Asamblea Provincial y de la Nacional. Más democracia.

 

La ley electoral fue reformada para incluir el nuevo procedimiento. Aunque ya para entonces lo que más preocupaba a la mayoría de los cubanos era la crisis económica, la escasez y las colas, y este cambio político no fue suficientemente valorado por la población, el cambio tenía importancia. La excesiva centralización del sistema cubano había ido alejando a las autoridades de las bases que, cuando más, conocían a quien eligieron en su circunscripción. Además, por esa misma centralización, los Delegados electos tenían poco poder real y poco margen de maniobra en un municipio con presupuesto controlado y casi ninguna autonomía. La elección directa de todas las autoridades iniciaría un proceso de mayor participación y control de las bases y contribuiría a ir superando este déficit democrático.

 

Campaña en Cuba y en Miami

 

Fue ya en pleno período especial cuando comenzaron a organizarse las elecciones. Dedicar tiempo, recursos y esfuerzos a la tarea electoral parecía superfluo a muchísimos cubanos. Después de algunos retrasos, los comicios se fijaron para el 20 de diciembre de 1992 (elección de Delegados de Circunscripción para conformar las Asambleas Municipales) y para el 24 de febrero de 1993 las nuevas (elección de autoridades provinciales y nacionales).

 

Problemas organizativos de rutinarismo político y la misma crisis económica afectaron las elecciones de diciembre.

Hubo en ellas una alta participación, pero no tan masiva como otras veces. En La Habana, la abstención pudo haber llegado al 20%. Esto encendió una luz roja en los radares de las autoridades y en los de las organizaciones populares. La señal de alerta fue mayor cuando las radios de Miami, estimuladas por esta prometedora "apatía", tomaron en serio las elecciones de febrero y entraron en campa ña a favor de la abstención y de la anulación del voto.

 

Fidel Castro - candidato propuesto por una circunscripción santiaguera - decidió entonces hacer campaña en nombre del resto de candidatos y a su estilo agotador: a lo largo y ancho del país y de la mañana a la noche.

Estaban dadas todas las condiciones: las elecciones serían un plebiscito.

 

Dos mensajes llevó Fidel en su campaña. Uno, más simple y de mayor consenso: había que ir a votar. Otro, más complejo de comprender: había que votar unido. "No es una consigna - repetía -, es una estrategia". Aunque no dejaba de ser una consigna.

 

El sistema electoral cubano

 

En Cuba, el pueblo elige, pero no entre candidatos de distintos partidos. Los vecinos de cada circunscripción - célula básica del Poder Popular, formada por varias cuadras de un barrio o sector rural, que integra a unos centenares de personas - se reúnen cada cinco años y proponen ellos mismos a sus candidatos, justificando en público cada propuesta. Entre los candidatos - siempre más de dos - se elige a uno, por voto directo y público. El elegido será el Delegado de esa circunscripción - una especie de concejal - en la Asamblea Municipal del Poder Popular.

 

De esta cantera de miles de personas, propuestas directamente en la base, sale casi la mitad de las autoridades provinciales (1.190 Delegados para 14 Asambleas Provinciales) y de las autoridades nacionales (589 Diputados a la Asamblea Nacional). La otra mitad no la elige la base. La selecciona una llamada Comisión de Candidatura, integrada por un representante de cada una de las organizaciones populares del país (mujeres, comités de barrio, campesinos, estudiantes) y presidida por un representante de la Central de Trabajadores.

 

Para seleccionar a estos "no elegidos" en la base, la Comisión utiliza el criterio del mérito, el de la capacidad y el de la representatividad y hace miles y miles de consultas de todo tipo con las organizaciones mismas y con el Partido, buscando incluir candidatos valiosos que pudieran haber quedado fuera de la mira de los vecinos. Hecha la selección -a partir de sus consultas y de la cantera que le da la base -, la Comisión elabora las listas de candidatos. Son listas cerradas: hay en ellas el mismo número de nombres que de cargos a ocupar.

 

Las Asambleas Municipales salientes revisan las listas para las Asambleas Provinciales. Y las Provinciales, la lista para la Nacional. Tienen facultad de aceptar o de rechazar lo que la Comisión les presenta, pero no tienen posibilidad de proponer alternativas parciales o totales. La Comisión de Candidatura queda siempre con la última palabra y si le rechazaran la lista entera o cualquier nombre de ella, la volvería a elaborar o a completar con nombres nuevos.

 

Concluido este trámite, las listas se someten al voto directo y secreto de la población. Esta fase final es lo substancialmente nuevo y más democrático del proceso: el veredicto final que da el pueblo.

 

Es un sistema peculiar, con un primer paso de democracia "a la griega", donde todos los ciudadanos se reúnen en asambleas abiertas para elegir a uno de ellos y un segundo paso, de fuerte control de los ciudadanos organizados y del mismo Partido. Como todo sistema, abre unas posibilidades y cierra otras.

 

Cualquier ciudadano, pertenezca o no al Partido, e incluso un abierto opositor a la Revolución, puede llegar, si goza del respaldo de sus vecinos, a ser Delegado en la Asamblea Municipal. Que acceda a cargos superiores -provinciales o nacionales- es casi un imposible, por el filtro que le pondría la Comisión de Candidatura. En las elecciones del 24 de febrero no se dio ningún caso de ningún miembro de los más de 20 partidos de oposición, que dicen actuar en el interior de Cuba con el apoyo del pueblo, que fuera propuesto o elegido en ninguna de las más de 13 mil circunscripciones electorales del país. ¿Les faltó el apoyo que dicen tener? ¿Les sobró cautela a ellos o a sus vecinos? En cualquier caso, si es cierto que son representativos, parece haberles faltado audacia para aprovechar este espacio que el sistema les ofrecía.

 

Voto unido: "Valen todos"

 

Las dos listas, de candidatos provinciales y nacionales - listas cerradas: tantos nombres para tantos cargos -, que aparecían en las dos boletas del 24 de febrero permitían a los electores votar por uno, por dos, por más, por todos o por ninguno de los candidatos. Sólo resultarían electos los que obtuvieran más del 50% de los votos.

Los que no los alcanzaran, serían sustituidos por otros nombres, que se someterían nuevamente al veredicto popular.

 

Había en esta posibilidad de la nueva ley electoral un buen margen de opción. "Si en tus listas - me cuenta una votante - descubrías como candidato a alguien que conoces y que sabes que no sirve, que no funciona, no lo votabas. Tal vez si sólo era que no lo conocías, sí lo votabas, haciendo confianza a los vecinos o a la Comisión que lo puso allí". Esta era la disposición de una mayoría de cubanos: dar un "voto de castigo" a los funcionarios conocidos como ineficientes.

 

En su campaña, de intensos 17 días, Fidel Castro pidió a los cubanos renunciar a este derecho y optar por el voto unido: pidió que pusieran una sola cruz en la boleta aceptando la lista entera. Dos eran las razones que esgrimió en su personal batalla. Había que dar ante los descontentos internos y ante el mundo un signo de unidad monolítica.

Insistía también en que algunos candidatos cualificados, pero no suficientemente conocidos, podían quedar eliminados, con lo que el país los perdería en cargos de relevancia.

 

Estas elecciones - porque se estrenaba el procedimiento - eran también un ensayo y existía la posibilidad de que la selección-elección se convirtiera en una sucesión sin fin de desgastantes rondas de consulta. El no conocimiento de los candidatos al que se refería Fidel, aunque lógico, reflejó también deficiencias organizativas y de la comunicación masiva: no se divulgó ni bien ni suficientemente quiénes eran cada uno de los candidatos y cuál era su historial. Tampoco esos candidatos se movieron o se quisieron mover entre sus posibles electores. ¿Exceso de control o inexperiencia? Un poco de todo. También, el escrúpulo a caer en el estilo demagógico de las "democracias electoreras". Y siempre la burocracia o la rutina, ese idealismo de los que creen que siendo objetivamente justa una estructura o justo un procedimiento, la conciencia subjetiva individual lo comprende, lo acepta... y lo sigue.

 

La campaña de Fidel Castro dio a las elecciones otro matiz más: se ponía a prueba la aceptación de su personal estrategia. Su campaña fue decisiva para obtener los resultados que arrojó la consulta. "Si él no se hubiera metido tan a fondo, ¡qué va!", es l a opinión de muchos. 99 de cada 100 electores acudió a votar. 93 de cada 100 de los que fue a votar votó válidamente, no anularon. Y 95 de cada 100 votos válidos fue voto unido, siguieron la "estrategia" de Fidel. En la ciudad de La Habana - donde la escasez se siente más y tiene más costo político - se dio la mayor variación, la única significativa: 85 de cada 100 habaneros de los que acudieron a votar lo hicieron válidamente y 90 de cada 100 votos válidos fue voto unido.

 

No fue un cheque en blanco

 

Todos los candidatos fueron elegidos con más del 88% de los votos.

 

La Asamblea Nacional fue renovada en el 80% de sus miembros. De los 589 diputados electos, 274 fueron elegidos en la base, el resto a través de la Comisión de Candidatura. 134 son mujeres y 455 varones. La edad promedio de los electos es 43 años y el 38% tiene menos de 30 años. Entre sus profesiones, 34 son investigadores y científicos, 22 médicos, 23 dirigentes obreros, 37 militares y 11 pedagogos. 568 son militantes del Partido. Los críticos del sistema dirán que fueron electos por ser del Partido. Los que conocen por dentro la sociedad cubana afirman que fue por su ejemplaridad.

 

Constituida la nueva Asamblea, eligió a los 31 miembros del Consejo de Estado y a su Presidente, que es el Presidente de la República. Al frente de la Asamblea fue elegido el ex-Canciller Ricardo Alarcón, empeñado en romper con los formalismos de anterior es Parlamentos, que funcionaron más como una reunión de notables que como un foro de legisladores que tienen que dar cuenta a quienes les eligieron. Los primeros temas que debatió esta Asamblea renovada fueron el de la crisis energética y el de los Consejos Populares, creados hace pocos años como otra fórmula de democracia eficaz, uniendo a los Delegados de varias circunscripciones, con poder real y descentralizado y capacidad para resolver los problemas concretos de su zona.

 

Sin embargo, "este voto no fue un cheque en blanco a la Revolución ni a sus dirigentes. Estos diputados tienen menos recursos que nunca, pero más responsabilidad que nunca y ahora sí les pediremos cuenta", me dice una médico cubana que se oponía al voto u nido, pero que al final votó así. "Por Fidel", dice.

 

De esta manera, la Revolución cubana - en "la más compleja crisis de su historia", según los documentos oficiales -, el socialismo - en crisis universal de realidad y de imagen - y el mismo Fidel Castro - tan insistentemente cuestionado en la propaganda que controla el mundo - pasaron con sobresaliente el más riesgoso examen al que han decidido someterse. Por más objeciones que uno le haga al sistema, lo ocurrido merece no sólo información, sino análisis.

 

¿Cómo explicar este voto masivamente favorable a la Revolución en momentos de tanta escasez e incertidumbre? ¿Cómo entender la resistencia y la prolongada sobrevivencia del pueblo cubano en estos últimos años?

Formularemos cuatro posibles respuestas, apenas una aproximación personal a la compleja realidad de la Cuba de la post-guerra fría.

 

Una sociedad tercamente igualitaria

 

En el sistema electoral cubano no hay que inscribirse para votar, el registro de los electores se hace de oficio. Al cumplir sus 16 años, todos los cubanos y cubanas quedan automáticamente inscritos y con derecho a voto.

Aunque después, votar no será una obligación.

 

Lo que sucede con el derecho al voto, sucede con otros muchos derechos. Por nacer - y antes de nacer - todo cubano tiene asegurados de por vida salud, educación, empleo, seguridad social, vacaciones, cultura, deporte y un sinfín de oportunidades. Tiene el amparo y la protección de un Estado marcado por una decidida voluntad de equidad social. A todos lo mismo. Esto ha dado a la Revolución cubana un sólido consenso. Porque a las mayorías les cambió la vida, dándoles beneficios concretos que aún hoy, en tiempos de escasez, se mantienen, son evidentes y nadie quiere perder. "¿Para qué existe un gobierno? Para preservar la salud de todos, la educación de todos, la estabilidad y las oportunidades para todos. Ese es nuestro deber como gobernantes. No es tare a de un gobierno darle cauce a los egoísmos humanos y que se salve el que pueda. Preferimos la austera vida de todos, al bienestar y el lujo de unos pocos frente al hambre y la miseria de la mayoría". Así habla en una reciente entrevista el prácticamente Primer Ministro Carlos Lage, el dirigente no "histórico" de mayor relieve en la actual realidad cubana.

 

Total igualdad "por abajo"

 

La sociedad cubana es la más igualitaria de América Latina y de todo el Sur. "Y seguramente - añade un periodista -, la más igualitaria de todo el mundo. Porque aunque todos los cubanos no tenemos todo lo que tienen los suecos, las diferencias entre los suecos ricos y los menos ricos son mucho mayores que las que se dan entre nosotros". Si aceptamos que la equidad es un requisito no sólo ético sino técnico del desarrollo, Cuba es el único país de nuestro continente que ha puesto ya ese necesario cimiento.

 

Equidad social es el acceso igual de todos los cubanos a todos los servicios sociales. Y gratis serán para cualquier embarazada 15 controles pre-natales, gratis para todos los niños al nacer más de una docena de vacunas contra otras tantas enfermedades y gratis para cualquiera en cualquier edad el más sofisticado trasplante u operación cerebral. Equidad es la igualdad de oportunidades que se abre ante cualquier cubano para que llegue a ser un destacado científico, un profesional o un técnico con preparación "de lujo" o un deportista olímpico. O si lo prefiere, para que se quede sólo en trabajador o funcionario mediocre. Aun así, siempre tendrá empleo asegurado, beneficiándose de una diferenciación salarial ínfima: de 4 a 1 entre salario máximo y salario mínimo.

 

Menos se habla de la democrática igualación que la Revolución cubana ha logrado entre blancos y negros - un tercio de la población - y que ha ido reduciendo el racismo y la discriminación a lo anecdótico. Poco se habla también de esa democracia que es equiparar a varones y a mujeres y que ha logrado liberar, por las vías de la seguridad económica y del desarrollo de inteligencia y conciencia, a la mitad de la población de la isla. Hoy son mujeres el 56% de la fuerza técnica del país y están en manos de mujeres el 28% de los cargos de dirección en la administración central del Estado.

 

Mucha igualdad se ha logrado ya en Cuba. La igualdad "por abajo", en todo lo básico, es casi total. Existe tal vez un exceso de igualdad "por arriba", que transforma la equidad en igualitarismo y que cercena, controla o prohibe iniciativas sanas y justas de los más inquietos o inconformes o brillantes dentro de una sociedad, que de tan igual puede resultar también excesivamente homogénea, pautada, poco estimulante. ¿Aburrida? El período especial ha puesto en evidencia como nunca antes, los peligros, los riesgos y las desventajas de un excesivo igualitarismo.

 

Coexisten tres "economías"

 

Tres décadas de intercambios económicos y comerciales Cuba-URSS, basados en principios que todos reclamamos para un nuevo orden económico, más justo y más solidario, entre las naciones grandes y las pequeñas, permitieron a Cuba organizar un Estado que garantizara esta colosal equidad e iniciara realmente el camino del desarrollo. Precios preferenciales, créditos blandos, variedad de proyectos y asesorías técnicas se unieron al talento de los cubanos e hicieron el milagro.

 

El "fin de la historia" interrumpió bruscamente este proyecto de largo plazo, cuando ya se habían logrado muchísimos avances, pero aún faltaba dar pasos elementales. La economía revolucionaria - desde Estados Unidos inició el bloqueo a comienzos de los 60 - se fue haciendo más y más integrada con la de los países socialistas del CAME y especialmente con la soviética. Si con la actual crisis otras izquierdas perdieron la brújula para orientarse, Cuba perdió más: perdió el mar en el que navegaba.

 

El período especial en tiempos de paz, iniciado en la isla a finales del 90, pretende salvar todo lo ya conseguido y, con una drástica racionalización de los recursos, reajustar toda la economía para seguir avanzando por el camino emprendido: ambicioso desarrollo con total equidad. ¿Es posible este matrimonio en un país tan pequeño, con pocos recursos, empobrecido y saqueado durante siglos? ¿O la caída de los muros le marca a Cuba la hora del pragmatismo y del divorcio?

 

Casi tres años de período especial han consolidado en la isla la coexistencia de "tres economías" tan complementarias como contradictorias: la economía estatal, la economía turística y la economía del mercado negro.

 

Administrar escasez

 

La economía estatal - planificada todavía muy centralistamente - produce, invierte, asume todo el gasto social en salud, educación, etc. distribuye, y subsidia los precios de todos los productos de consumo básico de toda la población. Está empeñada en la repartición igualitaria de lo que hay. Y como ahora hay poco, todo lo tiene está estrictamente racionado por "la libreta". A cada dueño de vehículo le tocan - cuando hay - 10 galones de gasolina

al mes y hasta los 7 años cada niño tiene garantizado un litro de leche diario, que cuesta centavos. Toca un pequeño pan por persona al día y 8 huevos al mes por persona. Las verduras y las frutas, según la estación, también se venden racionadamente cuando llegan al agromercado. Pero no llegan o llegan muy irregularmente. En lo que se distribuye por la libreta hay permanentes altibajos, que dependen no sólo de los ciclos de las cosechas sino de lo que se logra o no comprar en el exterior.

 

Cada vez hay menos que repartir. Ya no existen los países socialistas que comerciaban con Cuba y a cambio de azúcar, níquel, cítricos, productos electrónicos, etc., facilitaban a la isla petróleo y otros 700 productos, básicos o no, e innumerables materia s primas para elaborarlos en Cuba. Desaparecieron estos países y estos vínculos y permanece, fortalecido, el bloqueo de Estados Unidos, que dificulta a Cuba abrir con normalidad nuevos mercados, captar nuevas inversiones, importar estos mismos productos de países más cercanos o conseguir créditos de países occidentales para comprarlos.

 

Desintegrada económicamente con el fin de la URSS, bloqueada por la obstinación de Estados Unidos y necesitada de un ajuste económico total para adaptarse a la nueva situación internacional, la economía estatal cubana está en grave crisis. Basada en inversiones gigantescas, en el subsidio, en un centralismo que la hace ineficiente y en una retaguardia económica que se "desmerengó" - como se llama en Cuba a la "crisis del socialismo real" - administra cada vez más escasez y lo hace cada vez más cortoplacistamente.

 

Petróleo: el punto más débil

 

La escasez de petróleo es lo más grave de la crisis actual. En Cuba se extrae crudo, pero es insuficiente y de gran densidad. Si en la plataforma marina cubana apareciera petróleo - compañías extranjeras lo están buscando - la crisis cambiaría mucho de color.

 

En estos años, la Revolución levantó a lo largo y ancho del país una enorme infraestructura: carreteras, puentes, aeropuertos, puertos, presas, electricidad para el 95% de la población... Este esfuerzo borró muchas fronteras entre la capital y "el interior", entre campo y ciudad. Para funcionar, esta infraestructura se comía 13 millones de toneladas de petróleo anuales. Hoy Cuba sólo logra comprar una tercera parte.

 

Ya no hay intercambio solidario: subió el petróleo y bajó el azúcar. El petróleo representa hoy la mitad de las importaciones cubanas. Y el azúcar redujo su valor en un 70%. "Es como si tu salario fuera de 100 y te lo bajaran a 30. Y de esos 30 gastaras 1 5 en petróleo": ésta es la crisis de Cuba.

 

El país no funciona como los cubanos ya estaban acostumbrados a que funcionara. 180 mil bueyes sustituyen a los tractores, paralizados por falta de combustible. Y más de 500 mil bicicletas chinas y cubanas circulan por La Habana, donde viven más de 2 millones de personas y hoy la ciudad capital más libre de monóxido de carbono en el mundo. Tienen dificultades los 152 centrales azucareros - corazón de la economía - y tiene dificultades cada cubano. A pesar de todo, la economía estatal continúa invirtiendo en las tres líneas que ha priorizado: el turismo, la biotecnología y el plan alimentario.

 

"La Revolución estaría acabada cuando haya un solo niño que no tenga lo necesario para crecer con salud o no tenga escuela, y cuando no haya inversión para el desarrollo futuro y nos quedemos sólo en la sobrevivencia", me dice un economista. "No estamos lejos de ese momento", añade.

 

No es fácil ajustar una economía pensada totalmente para un mundo a otro mundo, que hoy es ancho y adverso.

El ajuste cubano tiene que ser macro y micro a la vez y la economía estatal no sólo abandonó los acabados planes quinquenales sino los improvisados planes anuales. Funciona como la de una familia de escaso salario, como la de una "bodega" o pulpería. Cada mes, cada día, tiene que sacar cuentas cortoplacistas: ver qué comprar, ver cuánto vender, analizar cuál es la escasez más grave, decidir dónde invertir lo que entra por turismo... Hay problemas en todos los frentes: repuestos obsoletos, divisas escasas, presiones del bloqueo gringo, barcos que demoran más de lo previsto en llegar, cultura "del envase" que no se tiene y hay que aprender, y el mundo tan cambiante. Es el ajuste económico "más complejo" que realiza cualquier país latinoamericano, opina Enrique Iglesias, Director del BID.

 

Y en medio de esa tensión, 1993 introdujo tres emergencias inesperadas. La "tormenta del siglo" afectó a 10 de las 14 provincias, produciendo al país pérdidas por centenares de millones de dólares y golpeando severamente el plan alimentario, con el que se quiere garantizar la producción agrícola para consumo nacional. Otra segunda racha de inesperadas lluvias fuera de tiempo arruinó la zafra en su fase final y Cuba producirá menos azúcar que nunca en la historia de la Revolución: 4.2 millones de toneladas . El azúcar es la principal fuente de entrada de divisas al país y en 1993 Cuba perdió, por azúcar perdida, 450 millones de dólares. Finalmente, la sospechosa epidemia de neuritis óptica, enfermedad desconocida por los más eminentes especialistas del mundo. El Estado, que garantiza la salud gratuita de toda la población, tuvo que hacer gastos extraordinarios - unos 20 millones de dólares - para enfrentarla y para fabricar y distribuir en todo el país millones de pastillas de vitamina B, que todos los cuba nos toman diariamente para prevenir la enfermedad.

 

El "apartheid" turístico

 

En el día a día, en ese corto plazo, la economía estatal es sostenible en gran medida por la economía turística.

Siempre tuvo Cuba interés en desarrollar al máximo el turismo. Un país con sol todo el año, con playas y paisajes magníficos, sin sombra de contaminación ambiental, al margen también de la contaminación de la droga o de los casinos de juego, y con una sociedad muy estable, tiene en el turismo un inmenso potencial.

 

El período especial priorizó el turismo como la vía más rápida para obtener las divisas que permitieran a Cuba seguir funcionando. En 1993, los turistas se incrementarán en un 45% respecto a 1992, y este año visitarán la isla 700 mil personas. Para 1995, Cuba espera a un millón. Canadienses, italianos y españoles son los más asiduos.

Pero también llegan latinoamericanos - México, Argentina, Chile -. El bloqueo prohibe llegar a los estadounidenses, los más cercanos y tal vez los más curiosos de los potenciales turistas. En el último año antes de la Revolución, 1958, visitaron Cuba 228 mil turistas estadounidenses. Si esa misma cantidad llegara hoy, gastando el promedio que gasta un turista en la isla, Cuba tendría ingresos adicionales por 200 millones de dólares.

Conociendo que 6 millones de estadounidenses pasan hoy sus vacaciones en el Caribe, se pueden imaginar lógicamente para Cuba cifras de visitantes superiores a las del 58.

 

La economía cubana necesita las divisas de los turistas. Sin turismo - segundo rubro de entrada de divisas después del azúcar - no habría hoy tanta equidad. Pero esta equidad tiene hoy un desafío, precisamente en el turismo. No se construyen apenas viviendas en Cuba - y hay un déficit de cientos de miles -, pero cada vez se levantan más hoteles. Escasea el combustible, pero no para que el turista se desplace donde desee. No falta nada: ni luz, ni leche ni langosta en los restaurantes en donde van a parar los dólares de los turistas.

 

Por cada 40 centavos de dólar que Cuba invierte en turismo, el país gana un dólar. Parte de los beneficios que deja el turismo se destina a inversiones en la misma industria turística y el resto va a las arcas del Estado. Con esto se financian otras inversiones para el desarrollo y los subsidios de la economía estatal.

 

El turismo resuelve. Y el turismo complica. Resuelve objetivamente, en lo económico y a corto plazo. Pero está desgastando subjetivamente y en lo político, también a corto plazo.

 

Afecta la equidad. El turismo ha venido a resquebrajar las pautas de igualdad tan tenazmente construidas en estos años. Cualquier cubano - por conciencia política que tenga - se siente hoy ciudadano de segunda clase frente al turista en cualquier espacio en que ambos coincidan. ¿No estará empezando a ocupar el turismo en Cuba el lugar que en otras sociedades latinoamericanas se reserva la clase pudiente, la que a la vista de todos lo tiene todo? El turista circula en buen carro, viste a la moda, se divierte y come langosta. ¿Será que el socialismo significa escasez y termina poniéndose al servicio de los dólares capitalistas? Aunque la infraestructura turística crece y crece, es insuficiente para que los cubanos puedan - como lo hacían hasta 1989 - disfrutar de los centros turísticos y de los buenos restaurantes. Es cuestión de capacidad y también de calidad: los cubanos pagan en moneda nacional y ésa "no vale".

 

Todo el espectro de la oposición cubana ha denunciado lo que llama el "apartheid" turístico en Cuba como un atentado contra los derechos humanos de la población. Los dirigentes cubanos han explicado permanentemente el por qué de esta "discriminación", de este "mal necesario". Pero explicar no es convencer y mucho menos solucionar un problema subjetivo, de percepción, de conciencia. Tampoco es fácil responder a esta pregunta: ¿y a corto plazo, qué otro camino le queda a Cuba que no sea el turismo mientras no consigue readaptar su economía?

 

Un excesivo purismo-moralismo ideológico, característico de la Revolución cubana, acentúa los aspectos negativos del turismo. Existen todavía muchas e innecesarias fronteras entre la población y los turistas, en aras de la "no contaminación" de la conciencia y los valores revolucionarios. Durante muchos años, los cubanos no podían ni entrar en los hoteles para turistas. Hoy, los dos son todavía mundos aparte. ¿Por qué un cubano no puede alquilar un cuarto de su casa a un turista? ¿Por qué estigmatizar a las "jineteras" como prostitutas, si más que un fenómeno de descomposición social su actitud es más compleja y puede reflejar desde una decisión personal ante "lo prohibido" hasta la vía para "resolver" en período especial? ¿Por qué no se organiza a muchachas del mismo municipio como guías turísticas de los eventuales visitantes? ¿Por qué tanta formalidad postiza en la atención al turista si el cubano no es así? El turismo no es un "mal necesario", es un "bien deseable" para Cuba y para cualquier nación. Objetivamente, está embelleciendo el país y subjetivamente, significa un importante e ineludible desafío cultural para el pueblo y su Revolución socialista.

 

La bolsa negra

 

La economía turística - por la circulación de dólares, principalmente - y la escasez que administra la economía estatal alimentan la economía del mercado negro. "Bolsa negra" se llama en Cuba y "macetas" a los que trafican en ella. Es una economía cada vez más abarcadora y poderosa.

 

Durante los años 80, los cubanos tuvieron niveles de vida muy aceptables, aunque nunca al estilo irracional y derrochador de una sociedad de consumo. La permanente inversión del Estado en el desarrollo nacional exigía a todos austeridad y control de los recursos. Pero con lo esencial subsidiado y con la salud y la educación gratuitas, los cubanos dedicaban una gran parte de su salario a comprar otras cosas, necesarias o superfluas, en lo que se llamaba el "mercado paralelo". Unos buenos zapatos o un jamón y una caja de cerveza para celebrar el cumpleaños, un televisor a color o unas vacaciones en Varadero. El peso cubano era fuerte y había dónde elegir.

Era el tiempo en que todos los habaneros podían cenar o almorzar con regularidad en los restaurantes de la capital, en donde hoy sólo van turistas.

 

El período especial cortó de un tajo esta posibilidad de hacer la vida, que ya es más justa, también más agradable. Se cerró esta importante válvula de escape. Hoy el cubano dedica una ínfima parte de su salario a pagar lo poco de comida que le llega por la libreta y el resto a "resolver" en el mercado negro todo lo mucho que queda fuera de esa libreta, porque no aparece en ella o porque lo que aparece resulta muy escaso. Pero el peso cubano está tan devaluado que ese gran resto de su salario se le puede ir en comprar un par de los más sencillos zapatos de tenis. Aunque el cambio oficial se mantiene a 1 por 1, en la bolsa negra 1 dólar se cambia por más de 50 pesos.

 

El gobierno cubano anunció recientemente la despenalización de la tenencia de divisas en manos de los ciudadanos. Hasta ahora, era ilegal para todo cubano - incluso para los diplomáticos de la isla cuando estaban en Cuba - el tener dólares. La realidad se ha impuesto. Al momento del anuncio, varios analistas calculaban que más del 40% de la población tenía dólares y los empleaba para comprar o vender en el mercado negro y que no menos de mil millones de dólares circulaban de esta manera.

 

El turismo y visitas de familiares de Estados Unidos o de sus "enviados" llenaron no los bolsillos pero sí los rincones de las casas cubanas de dólares "ilegales". Con ellos y con una mano amiga - turista o familiar o a través de las "jineteras" ("acompañantes" de los turistas), los cubanos compraban en dólares en las tiendas para extranjeros - algo mejor abastecidas - y revendían en pesos en la bolsa negra. Y cada vez más se compraba y vendía en el mercado negro no en pesos, sino en "fulas" (dólares).

 

Los productos que circulan en la bolsa negra vienen también de pequeños o grandes hurtos que el cubano se permite hacer en el hotel en donde trabaja o en la fábrica en donde aún conserva su empleo, y en la que existen problemas de descontrol e indisciplina laboral. La bolsa negra se nutre también de la ociosidad que genera la falta de trabajo. En Cuba, el ajuste de la economía ha traído, como en otros países, índices de desempleo, no divulgados oficialmente. Pero los cubanos no aplican la inhumana "política de choque" neoliberal, que deja a miles sin trabajo, al garete y sálvese el que pueda. Los desempleados cubanos reciben el 60% del salario que tenían y el Estado debe ofrecerles posibilidades de capacitación o de nuevos empleos, que ellos son libres de aceptar o no.

 

Sin embargo, como el día está vacío de ocupación, muchos de ellos "inventan" y se "emplean" en esa amplísima y "clandestina" economía dolarizada del mercado negro, presente en toda Cuba y conocida por todos, también por las autoridades, que también "resuelven" en ella, haciéndose de la vista gorda. Se castigan únicamente los delitos mayores, grandes robos sobre todo.

 

Erase una vez...

 

Erase una vez una madre responsable de catorce hijos, aún en edad de crecer, a los que con grandes esfuerzos, pero con cierta holgura pudo darles durante muchos años una vida digna, con bastante seguridad y bienestar. Un

día se le complicó tanto la vida a la madre que sus esfuerzos fueron insuficientes para darle a sus hijos lo necesario. Entonces, para asegurar al menos la comida de todos, alquiló la parte más bonita de su casa a un rico extranjero, a quien atendía con lo mejor: comodidades y deliciosas comidas. Vivía pendiente. "De lo que él nos dé viviremos todos", les decía cuando celosos y molestos los muchachos le reclamaban. Y efectivamente, el pago del extranjero alcanzaba para que todos tuvieran un plato de comida y ninguno se acostara con hambre .

 

Cuando los hijos habían acabado su escaso y rutinario plato, el extranjero apenas comenzaba a disfrutar lo que su madre cocinaba. Para saciar ese apetito que se parece al hambre o para vivir con más alegrías, como en otros tiempos, algunos de los hijos de la señora robaban en la calle y otros se metían en bastantes enredos y hasta estafaban a sus amigos. Y la madre, preocupada todo el día por ver cómo le ajustaba el dinero, hacía como que no lo sabía y ya no se daba cuenta de que sus hijos no eran los mismos. No sólo estaban más flacos, el cambio era más adentro. Hasta que un día...

 

Es sólo una parábola. También puede contarse así lo que está pasando en la Cuba de hoy.  (continúa...)

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