L A   I Z Q U I E R D A   A   D E B A T E 
 
9 de septiembre del 2002

El Poder de la democracia

Malime
Rebelión

 

Sociológica y económicamente hablando los que tienen poder económico gozan de democracia, objetivamente se sienten libres porque son libres para comprar y consumir, explotar, mandar, castigar y ejercer su cuota de violencia contra los más débiles económicamente. Algunos de los que no tienen poder económico pueden creerse vivir en democracia cuando hacen abstracción de su realidad socioeconómica, pero su situación es muy lamentable: inseguridad laboral, recortes sociales y económicos son la luz que alumbra el despertar de cada día de todos aquellos que depende su subsistencia de la venta de su fuerza de trabajo. Las palabras e ideas abstractas sin concreción material dan lugar a interpretaciones idealistas muy subjetivas que no se corresponden con la realidad objetiva.

El pensamiento dominante hace creer que todos los seres humanos somos iguales en derechos y libertades, pero ello es falso. Nos induce a abstraernos de la realidad del medio en que nos desenvolvemos. Vernos como individuos aislados, dotados de una supuesta libertad, como si no fuéramos parte del contesto sociológico y de una clase social determinada que pugna por sobrevivir dentro del contesto general de la sociedad dividida en clases sociales antagónicas y menos antagónicas. No es posible la libertad desde la desigualdad económica. El derecho a las más elementales necesidades como son: La alimentación, sanidad, trabajo, vivienda, no está asegurada para determinados sectores sociales y miles de millones de seres humanos. La educación no es la misma para las clases sociales en el poder que para los sectores sociales sometidos. No gozan de los mismos derechos las oligarquías financieras y monopolistas que los sectores sociales cuyo principal y básico bien es la venta de su fuerza de trabajo. Esa realidad material condiciona objetivamente la libertad de los individuos a la hora de expresarse políticamente en el marco del juego político institucional impuesto desde el estado burgués, desde un estado que objetivamente responde a los intereses y necesidades de la clase dominante, la oligarquía financiera y multinacional.

Las clases dominantes históricamente han defendido su democracia, su orden, su poder sobre los dominados. Los griegos inventaron la democracia pero la inmensa mayoría esclava y artesanal no tenía derechos democráticos. Nunca las clases dominantes, los poderosos, consideraron a todos los seres humanos iguales en derechos y libertades.

En la sociedad moderna tampoco consideran a todos los seres humanos iguales. Los propietarios de los medios de producción contemplan a las personas que venden su fuerza de trabajo, no como seres humanos a los que respetar y reconocerles sus elementales necesidades, sino como mercancía de usar y tirar, lo mismo que cualquier otra herramienta laboral. No se privan en así estimarles cuando necesitan cubrir sus necesidades de mano de obra y se dirigen al mercado, a ese mercado de mercancía humana que llaman mercado de trabajo, al mercado de los modernos esclavos. Mercado de trabajo, término peyorativo y denigratorio por si mismo que evidencia la sensibilidad de los gobernantes y de los explotadores. Se refieren a él con la mayor naturalidad los empresarios y los gobernantes, incluso algunos políticos considerados de izquierdas admiten esa terminología con la que se trata a los seres humanos.

Es el mercado el que marca las normas económicas del sistema capitalista. Pero esas normas de los mercaderes, hacen que cada vez el trabajo sea más precario, generando inseguridad entre los que lo tienen y provoque la miseria y la desesperación en los que carecen de él.

Todos los que no se sometan a las leyes dimanadas del mercado están condenados al anatema, a la marginación política. Son elementos peligrosos a los que hay que perseguir y hacerles desaparecer en las modernas hogueras que queman las mentes encendidas desde el poder mediático.

Cada día se agudizan más las contradicciones entre los mercaderes propietarios de los medios de producción y las relaciones de producción con los mercadeados debido al desarrollo científico técnico que permite una producción con menos mano de obra. La muerte lenta o violenta del excesivo excedente de mano de obra es una realidad contradictoria y una necesidad de las grandes corporaciones financieras y multinacionales para poder mantener su status.

El mercado, para el sistema capitalista es un fin en sí mismo con el que poder obtener beneficios y una contradicción para el conjunto de la sociedad. El mercado no es un medio al servicio del conjunto de la sociedad. Las necesidades de los capitalistas para acumular beneficios inestabilizan su mercado de trabajo, hacen que el despido libre se generalice y las prestaciones por desempleo se reduzcan. Al mismo tiempo el paro y el trabajo en precario limitan la capacidad de consumo, resultan contradictorias para los propios capitalistas que en su afán fenicio de mayores beneficios y bajo la excusa competitiva cada día desprecia más a los seres humanos que solo disponen como principal bien material la venta de su fuerza de trabajo, siendo estos sectores sociales la gran mayoría de la población y los mayores potenciales consumidores.

La miseria que provoca la contradicción del imperialismo capitalista genera desesperación y estallidos violentos. La guerra de exterminio de poblaciones y países enteros es el nuevo orden establecido por el moderno poder imperialista del capitalismo. Países que se niegan al mandato del imperio son bombardeados y destruidos bajo el nuevo subterfugio justificativo de la lucha contra el terrorismo o la defensa de los "derechos humanos" Poder, democracia en abstracto y violencia en el sistema capitalista es un todo indivisible, es la regla del juego político combinado de las minorías sociales. Poder, en último extremo es el grado de violencia que puede ejercer cada uno, es el poder "democrático" que cada país tiene reconocido por la minoría directamente interesada o por los que se subordinan gracias a la violencia que provoca la subyugación ideológica combinada con la física. Es el terrorismo democrático del Estado.

ETA se subordina a esa regla del juego de la violencia terrorista y acepta el reto político del sistema capitalista, convencida de que ganará. Equivocadamente, en la fase imperialista del capitalismo en que vivimos quiere hacer creer que mediante la independencia primero, una vez conquistada, ellos solitos, los trabajadores vascos podrán implantar el socialismo en el país vasco. Para esa aberrante interpretación política cuenta con el apoyo político que objetivamente le prestan los partidos mayoritarios PP-PSOE, primero negándose a reconocer el derecho de autodeterminación del pueblo vasco y últimamente con la ilegalización de Batasuma, anulando políticamente la única vía de dialogo en el formal juego democrático. Se invita con esta acción a los militantes y activistas de Batasuna a engrosar la banda armada como única vía para defender sus ideas nacionalistas y socialistas. Conducirles a una confrontación nacional, al estilo Yugoslavia, más o menos larga en el tiempo y en el empleo de la violencia, pero que nunca ganarán como estado socialista, porque el imperialismo capitalista bajo la excusa terrorista los aplastará, tras la indeferencia de las masas trabajadoras del resto del país e internacional.

El país más democrático, el que tiene mayor poder imperial y capacidad de violencia son los EE.UU.

Es el más poderoso y curiosamente en el que su población es más asustadiza. Su presupuesto militar de 360.000 millones de dólares es prueba evidente de su inhumano poder, de su miedo y de su democracia. Es el que dicta las normas en Naciones Unidas, incumple las resoluciones que no le interesa y manda cumplir las que si le convienen, deja de pagar sus cuotas sin ser expulsado. Puso orden en el Perejil, y mandó intervenir contra Yugoslavia inventándose un TPI para juzgar a Milosevic, mientras niega que sus militares puedan ser juzgados de crímenes de guerra y amenaza a los países que se atrevan a extraditar a sus militares acusados de crímenes. Nos anuncia la próxima intervención militar a gran escala contra Irak. El poder democrático convertido en juez y verdugo prepara una nueva masacre de consecuencias imprevisibles. Es el que define que acciones de violencia son actos terroristas o acciones militares a cuyos "errores" propios los denomina daños colaterales. Nos dice que bombas atómicas son humanitarias y cuales son terroristas. Es el único que disponiendo de ellas las utilizó contra la población civil en el Japón. El país que a lo largo de su historia ha provocado millones de victimas inocentes en los países en que su ejercito ha intervenido. Es el país que más "orden" pone en su propio territorio, viéndose abocado a encerrar en prisiones a 2,5 millones de sus ciudadanos a los que considera lumpen y malhechores, gente de mal vivir porque no tiene donde vivir en el poderoso y rico país. Mientras que su confuso e incomprensible modo de vivir hace que el 50% de su población en algún momento haya necesitado tratamiento psiquiátrico. (En España nos vamos acercando. El España "va bien" hace que en los últimos ocho años el consumo de antidepresivos se haya multiplicado por cuatro, urgentemente se van a construir más cárceles para encerrar a la "mala gente") EE.UU. es el país que más contamina el planeta y se niega a cumplir con los compromisos internacionales para evitar que siga aumentando.

EE.UU. es el país más poderoso económica y militarmente y por eso es el más "democrático". Los países europeos, los más "democráticos", así lo reconocen y rinden pleitesía. ¿Quién se atreve a negarlo? Y mucho menos a obligarle a respetar a los seres humanos y al entorno ecológico del planeta. El poder del imperialismo norteamericano, no solo ha entrado en contradicción con la gran mayoría de los ciudadanos de su propio país, sino que ha entrado en contradicción con todos los países y ciudadanos del mundo, aunque los gobiernos subordinados europeos lo nieguen.

Poder, en un mundo dividido en clases sociales, es: capital acumulado; armas sofisticadas; ejércitos; policías; jueces; educadores para la producción en vez de la formación integral del ser humano; prensa escrita, radiofónica y sobre todo televisiva; intelectuales orgánicos; falsa cultura y ocio consumista.

La actual democracia delegada en la clase política con la colaboración de los anteriormente enumerados eficaces funcionarios, es el verdadero poder. Es el poder y la democracia de la oligarquía financiera y monopolista nacional e internacional institucionalizada en cada país.

Democracia verdadera es la que de forma alternativa a la institucional burguesa, se ejerce permanente y directamente por todo el pueblo, mediante el control permanente de los elegidos a cargos de responsabilidad superior, con la posibilidad de revocación de los elegidos en todo momento. Democracia es la que no se delega, que se ejerce permanentemente de forma natural de abajo hacia arriba, desde los lugares donde el pueblo vive y convive con sus semejantes que conocen y sufren directamente la misma problemática: en primer lugar desde los centros de producción que hay que imponer socializarlos, desde los barrios, municipios, regiones, naciones e internacionalmente. Desde los lugares de formación, cultura, ocio, asistencia social y servicios. Desde los ejércitos y milicias populares.

Imponer la verdadera democracia alternativa aprovechado los resquicios de la democracia formal del estado burgués, combinar el juego político institucional con el alternativo, -priorizando los medios humanos y materiales en este último-, es la gran tarea a conquistar por los ciudadanos del mundo antes de que esa posibilidad se vea más dificultada por las medidas políticas represivas, claramente regresivas que se están adoptando bajo la excusa de la lucha antiterrorista. Mandar al basurero de la historia la democracia formal delegada. ¿Quieren democracia?, Organicemos la verdadera democracia, la directa, la que se puede ejercer desde los centros de producción, desde los lugares donde se produce la contradicción fundamental entre explotados y explotadores. Antepongamos nuestra condición humana a la de mera mercancía laboral. Exijamos una producción racional al servicio de las verdaderas necesidades del conjunto de la sociedad. Resucitemos formas alternativas permanentemente como las que siempre los pueblos han sabido dotarse en los procesos históricos de crisis de sistema. Como en su momento fueron las Comisiones Obreras, Campesinas, Vecinales, Estudiantiles, Militares (UDM).

Ilusos los que se empeñan en negar la relación dialéctica directa existente entre poder económico y el ejercicio político democrático institucional capitalista. Ilusos los que sueñan en conquistar el poder con las armas políticas del juego institucional impuesto por el verdadero poder, el poder de la fuerza que da el dinero para configurar su forma de democracia y de estado. El poder del dinero que compra esclavos laborales e intelectuales, que fabrica conciencias alienadas y poderosos armamentos con los que dotar a sus ejércitos y policías. Ilusos los que quieren mandar al basurero histórico el proceso revolucionario de los pueblos, despreciando la acción de las masas organizadas desde abajo.

Tristeza y vergüenza ajena me produjo oír a Gaspar Llamazares (el moderno Kautsky) en el acto ¡solemne! de ilegalización de Batasuna defender el pretendido "Estado de Derecho Español", porque la explotación del hombre por el hombre en nuestro país y en los demás países capitalistas se realiza "democráticamente". Rasgándose sus vestiduras democráticas se atrevió a pedir cuartelillo político a los partidos mayoritarios defensores del sistema capitalista, reconociendo en su discurso el monopolio de la violencia terrorista al estado capitalista, intentando justificar su vergonzante y contradictoria abstención.

 

 Original tomado de: http://www.rebelion.org/izquierda/malime090902.htm


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