ESTADOS UNIDOS
Domingo, 8 de septiembre de 2002 |
Seis
sorpresas en el primer aniversario
MOISÉS NAIM
Los ataques terroristas del 11 de septiembre fueron como un
terremoto: sorprendentes, trágicos y cargados de información. Así
como los terremotos ofrecen a los sismólogos valiosos datos sobre la
geología más profunda e insondable de la Tierra, los ataques
revelaron mucha información inédita sobre el sustrato político,
económico y militar de estos tiempos. Al igual que los terremotos, la
onda expansiva del evento central, su trayectoria y consecuencias
también contiene información útil. Lo que ha sucedido desde ese día
de terror es tan revelador del mundo en que vivimos como los propios
ataques, y algunas de sus secuelas han sido tan sorprendentes como los
ataques mismos. La superioridad militar no protege. Los ataques terroristas
demostraron que la superioridad militar de un país no garantiza la
invulnerabilidad de su territorio y de sus ciudadanos a los ataques
del enemigo. Esto, que hoy es obvio, hace un año fue una sorpresa.
Pero más sorprendente aún es que la reacción de la Administración
de Bush haya sido invertir aún más en expandir su superioridad
militar. Después del 11 de septiembre, la Administración
estadounidense propuso un presupuesto militar que es superior al
presupuesto combinado de los otros 25 países del mundo que más
gastan en sus fuerzas armadas. Al igual que el ebrio que perdió las
llaves regresando del bar pero que las busca bajo el farol porque es sólo
allí donde hay luz, Estados Unidos busca la protección de su
ciudadanía aumentando los gastos en rubros que el 11 de septiembre no
les sirvieron para nada. Claridad moral y confusión estratégica. El presidente Bush
siempre insiste en que la 'claridad moral' es el principio que guía
las accciones de su Gobierno y que provee la ventaja que al final
garantiza la derrota de sus adversarios. Esto último es probablemente
cierto. La sorpresa es que durante este año la confusión estratégica
ha sido mucho más frecuente que la claridad moral. En su campaña
electoral, Bush prometió una política exterior más humilde y menos
intervencionista. En este año, la injerencia de Estados Unidos a
nivel mundial ha sido enorme. La humildad ha sido asfixiada por la
convicción de que una superpotencia como Estados Unidos no sólo
tiene los recursos, sino el deber de intervenir unilateralmente y
poner orden en un mundo inherentemente anárquico y peligroso. Bush
también prometió que de ser electo no apoyaría el salvamento
financiero de países emergentes sacudidos por crisis económicas.
Turquía y Brasil han sido recientemente beneficiarios de los paquetes
de ayuda financiera más grandes en la historia económica del mundo.
En su campaña, el candidato Bush se burló de los esfuerzos de
reconstrucción nacional en países devastados por guerras civiles,
insistiendo en que no involucraría a su país en tan ingratas y fútiles
tareas. Ahora, el Gobierno de Bush está activamente involucrado en nation
building en Afganistán y se prepara a hacerlo con entusiasmo en
Irak. Tanto Bush como Paul O'Neill, su ministro del Tesoro,
manifestaron abiertamente sus críticas al gasto en ayuda oficial a países
pobres. Hace pocos meses propusieron el mayor aumento en 40 años en
el presupuesto para la ayuda norteamericana al desarrollo de otros países. El mismo presidente Bush, que no pierde oportunidad para reiterar
su profundo compromiso con el libre comercio internacional, es el que
apoya las vergonzosas medidas proteccionistas para el acero y los
obscenos subsidios a los agricultores. El mismo que declaró que América
Latina sería una prioridad en su Gobierno ve impasible cómo el
hemisferio se hunde tras una crisis política y económica tras otra. ¿Será Sadam Husein una de las víctimas del 11 de septiembre? Viendo
caer las Torres Gemelas un año atrás, ¿quién hubiese imaginado que
Sadam Husein sería una de las víctimas? Hoy, la sorpresa es que todo
parece indicar que si los ruidos y susurros que se oyen en Washington
no resultan ser pura pose, Estados Unidos atacará Irak y no descansará
hasta la salida de Sadam Husein. No obstante, el ataque a Irak no es
inevitable. Es posible que la reacción internacional, combinada con
concesiones de Irak, permita evitar el ataque. Es posible que el
Gobierno de Bush siga presionando sin realmente actuar militarmente o
haciéndolo de manera más limitada. En cualquier caso, el resultado
será sorprendente: o Sadam Husein termina pagando con su cargo, o con
su vida, por las acciones de Osama Bin Laden, o , de nuevo, logra
sobrevivir en el poder por más tiempo que un presidente George Bush
que no es reelecto. Esta última es una experiencia que ya Sadam
disfrutó una vez. El antiamericanismo como sorpresa. El ya legendario titular
de Le Monde del 12 de septiembre 'Somos todos americanos'
reflejó el sentimiento mundial de solidaridad con Estados Unidos que
se generó ese día. La sorpresa es lo poco que duró. Hoy, un año
después, la solidaridad es casi invisible y el antiamericanismo está
a flor de piel en casi todas partes. No hay dudas de que la condición
de superpotencia y la conducta de la Administración de Bush
contribuyen a fomentarlo. Pero no lo explican por completo. Hay un
sustrato abonado y trabajado por décadas y que se nutre de muy
variadas fuentes (ideológicas, culturales, religiosas, psicológicas)
que hace que los errores y omisiones de los estadounidenses generen
enorme resentimiento. Además, el resentimiento de muchos hacia
Estados Unidos no es producto de lo que hizo o hace, sino de lo que
es. La crisis económica: Ken Lay hizo más daño que Bin Laden.
Quizá la principal sorpresa de los ataques terroristas fuera lo
resistente que resultó la economía norteamericana a ese golpe en su
corazón financiero. No hubo una corrida bancaria, la Bolsa de valores
no se colapsó ni operacional ni financieramente, no hubo fuga de
capitales, no aparecieron impedimentos permanentes al comercio
internacional ni al tránsito de personas. Tampoco se produjo una
recesión mundial. Fue sorprendente que nada de esto ocurriera. Pero
una sorpresa aún mayor fue que Enron, Worldcom o Arthur Andersen
fueron más nefastos para la economía nortemericana que Al Qaeda. Un
estudio reciente estimó que las quiebras de Enron y WorldCom tendrán
un impacto negativo en la economía de EE UU equivalente al que tendría
un aumento de 10 dólares en el precio del barril de petróleo. Más globalización que nunca. Ésta es otra sorpresa. Después
del 11 de septiembre, el profesor inglés John Gray escribió que 'la
era de la globalización se acabó', mientras que Francis Fukuyama
pronosticaba el fin del tecnoliberalismo de la década de los noventa.
Así, el periodo de rápida expansión en el comercio, las inversiones
y la integración internacional parecía haber llegado a un abrupto
final. Pero no fue así. El comercio mundial crecerá al 8% en la
segunda mitad de este año y probablemente aún más el año próximo.
Dos meses después de los ataques, la Organización Mundial del
Comercio (OMC) reunida en Doha, en vez de fracasar como en Seattle,
aprobó una nueva ronda de negociaciones para liberalizar el comercio.
Este año, y por primera vez en casi un década, el Congreso autorizó
al presidente de Estados Unidos a negociar tratados internacionales de
libre comercio por vía rápida. China ya es miembro de la OMC y Rusia
pronto formará parte de ella. Pocos países quieren quedar fuera.
Pero más importante aún es que los atentados terroristas generaron
una colaboración más intensa que nunca entre gobiernos que antes ni
se hablaban. La sorpresa es que no sólo la globalización económica
no se detuvo, sino que la globalización política se intensificó.
Hoy el mundo está más integrado que antes del 11 de septiembre. Además,
los atentados sirvieron de curso intensivo para quienes pensaban que
la globalización sólo tenía que ver con comercio e inversión. Los
terroristas mostraron cómo las computadoras, los aviones, Internet,
el fácil movimiento internacional de gente y dinero son tan útiles
para la diseminación internacional de odios, prejuicios, crimen y
terror como lo son para la diseminación de mayores y mejores
oportunidades económicas o educativas. Hoy todos saben que la
globalización no sólo tiene que ver con la expansión internacional
de McDonald's, sino también con la de las madrasas, las
escuelas religiosas islámicas. Parafraseando a Ambrose Bierce, quien
escribió que la guerra es el instrumento que utiliza Dios para enseñarles
geografía a los norteamericanos, cabe decir que los ataques
terroristas sirvieron para enseñar al mundo lo que es la globalización.
De estar vivos, ellos serían los primeros sorprendidos. original tomado de: http://www.elpais.es/articulo.html?xref=20020908elpepiint_9&type=Tes&anchor=elpepiint&d_date=20020908 |
Antiglobalización
- Antivirus
- Archivo
Sonoro - Argentina
- Bibliografía/Citas
- Ciencia - Cine
- Colombia -
Contactos
/ Foro - Convocatorias -
Correo recibido
- Chile -
Cuba - Documentos -
Documentos militante -
Ecología -
Empleo - Enlaces -
EE.UU. - Formación -
Fotografía -
HUELGA
GENERAL - Legislación - Literatura
- México Mundo
Insurgente - No
Fumar - Organigrama -
Palestina -
Plan de trabajo -
Prensa - Problema
Español - Profesionales
y Comunistas - Resoluciones -
SIDA - Sexualidad
- Software Libre -
Venezuela -
XVI Congreso Federal y
- VI Congreso de Madrid
Novedades
Gracias por no fumar en los lugares comunes - http://tobacco.who.int