ESTADOS UNIDOS continúa atacando Irak

Podemos vencer al imperialismo

comunistas contra la guerra

  La cínica brutalidad de Bush y sus cómplices han revelado a muchos millones de ciudadanos la auténtica faz del imperialismo en su permanente intento de controlar el mundo. Por primera vez desde la agresión a Vietnam, hace 30 años, la protesta mundial puede ayudar a aislar a los agresores y conseguir que el gobierno genocida de EEUU sea derrotado. La batalla que ha emprendido casi en solitario puede llevarle o no a entrar en Bagdad, pero ya ha perdido la guerra. Esa propagandística ‘guerra relámpago’ al estilo hitleriano que se presentaba a la opinión pública como un paseo militar que iba a desatar revueltas contra el gobierno iraquí y vivas a los liberadores se ha empantanado en una sangrienta carnicería que ahora se intenta ocultar por cualquier medio al pueblo de EEUU y al resto de pueblos, en especial a los europeos.

   La maquinaria propagandística con sus estúpidas tergiversaciones no está funcionando. Sin sobrestimar su poderío, la red de información alternativa desarrollada en la larga resistencia contra la globalización imperialista está demostrando una inédita capacidad contra-propagandística, desmitificadora e incluso organizativa. Por primera vez en la historia la prensa capitalista, para conservar algo de credibilidad, se ve obligada a dudar de sus fuentes o a desmentir sus propias informaciones, abiertamente o de tapadillo.

   La propaganda capitalista no consigue controlar la situación. Las masas siguen manifestándose cada día, convocada con enorme agilidad y organizada en torno a miles de iniciativas, respondiendo a cada error y a cada mentira con una creatividad que ha invadido las calles. Las masivas manifestaciones han ido creciendo en Europa al ritmo de la agresión y han dado tiempo para que se movilice y radicalice la marea creciente de protesta del tercer mundo –árabes en particular- que  han desbordado la inicial resistencia de unos gobiernos temerosos como el jordano, vendidos como el egipcio o el turco, resentidos como el iraní. Ya han conseguido que la Liga Árabe se separe de los imperialistas, obligue a que la ONU no se distraiga en ‘tareas humanitarias’ sino en hacer cada vez más difícil una alocada ofensiva que ahora puede empezar a convertirse en catástrofe. Lejos de huir a los campos de refugiados como les indicaban, la población civil iraquí se mantiene firmemente unida a su gobierno. Lejos de aprovechar la rivalidad política, nacionalista o religiosa para colaborar con el invasor (como en Afganistán), los iraquíes del exterior y los chiítas del sur acuden a la defensa contra el agresor; y hasta los resentidos kurdos temen más a sus presuntos liberadores –sobre todo al ejército turco que tan bien conocen- que a los antiseparatistas de Bagdad. En el mundo se ha organizado una enorme alianza con mil formas de lucha y una idea central: parar la guerra, no ceder al fatalismo de un agresor invencible, romper el apoyo de los gobiernos lacayos y dar testimonio personal sin temor en el trabajo, en el barrio, incluso en el ocio. Cada manifestante protagoniza su desafío al gobierno, se afirma en sus principios, lucha por la verdad, recupera su dignidad, es consciente de su poder y hasta sacrifica no poco interés inmediato.

   Una fuerza realmente revolucionaria tiene que entender esta ola de autoorganización en toda su evidente profundidad y con su indudable vulnerabilidad, para no precipitarse en matar esa gallina de los huevos de oro con una capitalización miope para lograr intereses a corto plazo, sean electorales u organizativos. Hay que preservar la inmensa riqueza de una movilización que puede recuperar lo que supuso el movimiento antiOtan en el lanzamiento de IU, incluso mejorarlo, puesto que el adversario socialista de entonces ahora converge para aislar a una derecha que ya está dividida entre los que pierden con esta guerra –sean empresarios o políticos- y los neofascistas del gobierno, aunque por ahora éstos sean dominantes. 

   Cualquier dispersión de metas distrae la atención del objetivo hoy conseguible -parar al imperialismo. Alejan de él objetivos reformistas como los que gimen por la impotencia de la Unidad Europea, la desunión de la Onu, la mofa del Congreso, la inconstitucionalidad de una guerra no declarada por el rey. Pero también dispersan los falsos radicalismos que creen ya superados por las masas todos estos instrumentos y creen lograr un presunto vuelco con ataques a las sedes del PP o con llamadas precipitadas a consultas o referendums de los concienciados o a un adelanto electoral sin organización para aprovecharlo. Estos graves errores políticos dividen el movimiento, desmotivan a las masas, reproducen su desconfianza hacia las organizaciones subidas a la ola que quieren robar el protagonismo que no han tenido. Errores que al final devuelven a la derecha gobernante el espacio de maniobra perdido, que ya intenta recuperar como víctima y con la caritativa ‘ayuda humanitaria’ al horror que provoca.

   El movimiento antiimperialista ya existe; pero es una alianza interclasista inestable que hay que cuidar para llevarla sin fisuras a ganar la batalla que la aglutina, por una triple victoria que empieza a hacer posible y creíble el aislamiento de la bestia fascista: sacar de la ‘coalición’ agresiva al hundido gobierno español, exigir a la ONU que intervenga para parar la guerra (no para reanudar ahora la presión contra Irak de la ayuda por petróleo), y conseguir que Europa no sea un portaviones yanqui. Victorias que una conducción política inteligente y paciente convertiría en esa alternativa democrática al gobierno del PP capaz de dar la vuelta a la pérdida de libertades y de derechos sociales. No puede olvidarse que éste es el tradicional escape a la crisis económica sostenido por todo gobierno capitalista -de derechas o de izquierdas- y que sólo el aislamiento y la derrota del imperialismo fascistizante permitirá reconducir la crisis hacia los intereses populares.


Sugerencias: En estos momentos, para acumular las fuerzas suficientes que obliguen a EEUU a parar la guerra y retirarse de Irak, las tareas principales de los comunistas consisten en esforzarse por:

§        Adherir a todas las movilizaciones posibles y crear una red personal de gente a quien avisar y a quien mantener informada de las mismas (familiares, amigos, compañeros de trabajo…)

§        Impulsar, apoyar activamente y multiplicar la recogida de firmas contra la guerra en su entorno y en sus centros de trabajo

§        Impulsar el pronunciamiento contra la guerra de los colectivos e instituciones a las que pertenezcan o tengan acceso.( ayuntamientos, asociaciones, claustros, clubs…) 

§         Divulgar y denunciar las atrocidades cometidas por las fuerzas de agresión, y difundir por todos los medios a su alcance toda información veraz que se logre para contrarrestar la intoxicación mediática.

§        Denunciar las maniobras de evasión del PP; en especial la actual desfachatez de la Presidenta de la Federación de Municipios Rita Barberá, hija del director del periódico falangista valenciano equivalente en Valencia al abuelo de Aznar, que propone demagógicas ayudas humanitarias de los alcaldes del PP sin condenar la agresión que las hace necesarias. Los iraquíes no quieren que la ONU dé ayudas, sino que pare la agresión; no hay que dejar que ningún municipio de ayudas sin que antes se pronuncie por parar la guerra.

§        No alentar la insostenible falacia sobre el falso divorcio –a la vista de los hechos- entre el pueblo iraquí  y su gobierno; que la historia juzgue a Sadam Hussein, pero ahora, guste o no, encarna la resistencia de la nación árabe al imperialismo.

§        Abordar un continuo análisis colectivo de la situación desde una perspectiva marxista, pues de su acierto dependerá  el éxito de la acción revolucionaria

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Pongamos en marcha la imaginación que tan fuertes y creibles nos hizo a los comunistas en otras épocas. 

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