República Argentina [Antiglobalización] [Economía]
Argentina no puede ni debe pagar la deuda externa.
Por Julio C. Gambina, economista del
Partido Comunista Argentino
El FMI consideró adecuado el cumplimiento de los compromisos acordados con el
gobierno argentino entre enero y agosto de este año, y habilita así el inicio
de nuevas negociaciones para establecer un nuevo acuerdo por tres años. Allí
se renovarán las cláusulas de ajuste fiscal establecidas a comienzo del 2003 y
quizá agravadas. Si la meta fiscal requería un superávit de 2,5% del PBI, la
intencionalidad del organismo internacional intentará acercarla a 4,5%,
presionando a la disminución del gasto público y a una mayor apropiación de
la capacidad de recaudación verificable en el último tiempo. Pero también
reincidirá en fijar metas de cambios estructurales que agudizarán los
problemas de fondo que sufre la mayoría de la sociedad argentina. En primer
lugar la salida del "default" con inversores internacionales y la
restauración de pagos a los organismos multilaterales de crédito. En segundo
lugar la recomposición de las
tarifas de los servicios públicos privatizados, congelados por la Ley de
Emergencia desde comienzos de 2002 y prorrogada hasta fines del 2004. Tercero,
la reestructuración del sistema bancario, incluyendo algunas de las tantas
pretensiones de enajenar los subsistentes bancos oficiales. Además, las
consabidas pretensiones de reforma tributaria y disciplinamiento fiscal de las
provincias para asegurar capacidad estatal de pago a los acreedores de la deuda
externa. Se debe sumar a ello la sempiterna demanda de seguridad jurídica para
los inversores internacionales.
Por un lado están los reclamos del FMI, coincidentes con los acreedores
externos y las clases dominantes que actúan en la Argentina, a quiénes solo
les importa la recreación de condiciones para sus negocios. Nada les importa la
problemática social derivada de esa voracidad concentrada en la acumulación de
ganancias, riqueza y poder. Por eso les suena bien que el Financial Times
pondere la "recuperación económica" de la Argentina, ya que ello
genera mejores condiciones para cobrar "que hace un año". Del otro
lado está el gobierno argentino y sus propósitos en materia de política
económica. El presidente Kirchner le manifestó al ministro de economía
francés que reclamaba por los intereses empresarios de Francia en nuestro
país, que su preocupación eran 35 millones de argentinos. Eso supone anteponer
las necesidades e intereses de la mayoría empobrecida, más del 50% de la
población, y que vive "para y del" mercado interno, tales como los
trabajadores, pequeños y medianos productores y empresarios, algo así como el
90% de la población. ¿Pero, esas necesidades insatisfechas de ciudadanos
afectados por el desempleo, bajos ingresos provisionales o carencias de salud,
educación e incluso crédito para la reactivación de economías regionales y
desarrollo de pequeñas y medianas empresas y productores, se compadece con un
superávit entre enero y mayo 2003 de 5.100 millones de pesos? La proyección
para todo el año alcanza a los 10.000 millones. Es cierto que hasta mayo
gobernó Duhalde y desde fines de ese mes inició su turno la gestión Kirchner,
aunque claro, ambas administraciones con el mismo Ministro de Economía y
encargado de negociar con acreedores y FMI.
Eso es lo que está en juego en las negociaciones con el FMI, y las autoridades
argentinas deben optar por atender el pliego de condiciones del poder
económico, o decidirse firmemente por resolver las necesidades socio
económicas mayoritarias de la población. No se puede navegar en la indecisión
de esa opción. El ejemplo es la salida de la convertibilidad. Se cambió el
régimen cambiario pero se mantuvo la apertura de la economía facilitando la
salida de capitales, estimada por el INDEC en más de 7.000 millones de dólares
durante el 2002 y continuada en el presente año. Se afirma que las
privatizaciones están para perpetuarse, ya que se revisan los contratos, pero
si es necesario habrá nuevas convocatorias de privatización. La inserción
internacional subordinada se confirma con el periplo por los países
capitalistas desarrollados y los encuentros con sus presidentes y reafirmaciones
de fe en el capitalismo y la posibilidad de construir un país normal o serio.
Apertura de la economía, subsidiariedad del Estado e inserción mundial
subordinada al capitalismo desarrollado fueron las banderas enarboladas por la
dictadura genocida y lamentablemente sostenidas con vigencia constitucional.
Un camino alternativo supone modificar radicalmente las prioridades de política
económica y colocar en primer lugar la demanda de empleo y reactivación del
mercado interno. En ese marco, la deuda externa no debe ni puede pagarse. Los
acreedores de la deuda externa pública de Argentina deberán aceptar que
oportunamente asumieron un elevado riesgo voluntario con tasas de interés
usurarias que nuestro pueblo no debe ni puede pagar. Es cierto que hay sectores
populares que recibieron bonos compulsivos y son acreedores involuntarios y
pueden ser afectados por una política de no pago de la deuda. Para esos casos
debe resolverse un fondo especial financiado por los beneficiarios de grandes
créditos pesificados y los principales apropiadores de la renta nacional en los
recientes 90, e incluso desde el origen del "modelo", asociado al
terrorismo de Estado. Deuda externa y crimen organizado desde el Estado son
parte de una misma herencia a desterrar para superar la crisis argentina.
Buenos Aires, 27 de julio de 2003.
¿Qué dice el acuerdo entre el gobierno argentino y el FMI?
Por: Julio C. Gambina
En la carta y adjuntos dirigida al Director Gerente del FMI y datada el 10 de
septiembre pasado, que sirviera para la aprobación de un acuerdo el pasado
sábado 20/9, se puede leer que los objetivos pasan por "proteger a los
sectores más vulnerables" y "apoyar el potencial crecimiento de la
economía".
Uno podría deducir entonces que los propósitos apuntan a privilegiar las
demandas de los más pobres y lograr la expansión económica local. Sin
embargo, a renglón seguido se puede leer que "en este marco, nos
proponemos fortalecer las finanzas públicas" para "una
reestructuración exitosa de la deuda pública que garantice la sustentabilidad"
de la misma. Luego agrega que se tomarán medidas para "fortalecer la
solidez del sistema bancario" para obtener mayores niveles de crédito.
Entonces, la finalidad del acuerdo se concentra en el ajuste fiscal para el
cumplimiento de las acreencias con los organismos financieros internacionales (OFI).
Por eso, en la carta de intención se solicita un "acuerdo Stand By",
es decir, condicionado y por 36 meses, entre 2004 y 2006. Por eso se acompaña
un Memorando de Políticas Económicas y Financieras donde se detalla el
"plan económico para lo que resta de 2003 y para 2004-2006. En ese
documento se pueden apreciar las "condiciones" descriptas en 7
capítulos y 54 ítem, incluyendo las llamadas "reformas
estructurales".
Para aquellos que dudan cuál es la política económica oficial, deberán
remitirse a este conjunto de materiales que relatan el "ajuste fiscal"
previsto para el 2004 y las reformas estructurales a resolver hacia el 2006. El
acuerdo no incluye fondos frescos y calza los vencimientos de deuda en el
periodo con desembolsos de los OFI. Están previstas auditorias trimestrales y
en los primeros dos monitoreos, en diciembre de 2003 y marzo de 2004 se
empezarán a diseñar las metas para los años siguientes.
Se supone que para entonces habrá avances con los acreedores externos en
default, a quiénes se les ha propuesto en la Asamblea conjunta del FMI y el
Banco Mundial en Dubai, Emiratos Arabes Unidos, una reestructuración de deuda
sobre la base de tres tipos de títulos: uno con quita importante de capital,
otro con una considerable extensión del plazo de término y una tercera opción
vinculada al crecimiento económico de la Argentina.
Compromisos 2003-2006
De la lectura del acuerdo surge un balance de lo que el gobierno argentino
denomina "programa de transición", se supone entre la manifestación
de la crisis a fines de 2001 y la actualidad y más precisamente desde la
inclusión de Roberto Lavagna desde mayo 2002 en la gestión Eduardo Duhalde
(enero/02 a mayo/03) y ahora con Néstor Kirchner (mayo a septiembre/03). El
balance hace hincapié en la superación de la emergencia luego de la crisis, la
devaluación de la moneda y las restricciones al funcionamiento del sistema
bancario. Destaca las políticas de contención social y el inicio de
eliminación de las cuasi monedas utilizadas por varias provincias para
sustentar su funcionamiento.
Son opiniones que les permite avanzar hacia el "nuevo programa de mediano
plazo". Se resaltan objetivos de "crecimiento" y afirmación de
la "estabilidad de precios". Para ello se plantea un marco fiscal
sólido para sustentar las políticas sociales, la inversión pública y la
"normalización de las relaciones con los acreedores". Surge así el
privilegio por la reestructuración de la deuda pública, la vuelta al mercado
internacional de capital y una preocupación explícita por fortalecer al
sistema bancario. No faltan las apelaciones al "mejoramiento del clima de
inversiones", la alusión a las empresas privatizadas y a la banca, donde
se "implementará una estrategia de compensación y recapitalización",
además de "auditorias y revisiones estratégicas de los principales bancos
públicos".
Las metas concretas establecidas indican un crecimiento del 5,5% en 2003, para
estabilizarse en tasas del 4% en el periodo 2004/2006. Una inflación con bandas
entre el 5 y 6% en 2003; del 7 al 11% en 2004; del 5 al 8% en 2005 y del 4 al 7%
en 2006. Establece el 3% de superávit primario para el 2004 y un saldo en
cuenta corriente de 11.600 millones de dólares en 2003; 8.800 millones en 2004;
7.500 millones en 2005 y 6.300 millones en 2006. Aún en la disminución de
valores, se proyecta un crecimiento importante de las exportaciones. Las
reservas internacionales se establecen en 14.000 millones de dólares para
diciembre de 2003 y en 15.600 millones para fines de 2004.
Sobre el final del capítulo de marco macroeconómico se establece que "el
superávit primario brindará bases sólidas para ayudar a ordenar las
relaciones con los acreedores, restaurar el acceso al mercado y asegurar la
sustentabilidad de la deuda, al tiempo que se cumple con los objetivos de
crecimiento, empleo y equidad social".
En materia de política financiera y monetaria se concluye que la
estabilización apunta a "eliminar gradualmente la totalidad de los
controles cambiarios" y agrega en materia de promoción de exportaciones la
"eliminación de factores que desincentiven a los exportadores" y
"aumentar la apertura comercial" en el marco de las negociaciones por
el MERCOSUR, las negociaciones "multilaterales y regionales" para
"establecer un entorno comercial más liberal". En estas últimas
consideraciones deben inscribirse las políticas sustentadas por el gobierno en
el seno de la OMC y el ALCA y a confesión de partes, relevo de pruebas en el
proyecto liberalizador que impulsan los organismos internacionales y el capital
transnacional más concentrado.
Reformas estructurales: impuestos, bancos y privatizadas
Incluye propuestas en material fiscal, del sistema financiero, de los
servicios públicos, de la deuda empresaria y se completa con proposiciones de
reformas institucionales particularmente, en la Justicia e iniciativas
orientadas a la "lucha contra el lavado de dinero y el financiamiento del
terrorismo".
En materia fiscal se plantea la necesidad de combatir la evasión y se destacan
las iniciativas con tratamiento parlamentario en ese sentido. La reforma
tributaria se propone para entrar en vigencia en 2005 y a consensuar durante el
2004. Se propone la eliminación gradual de los impuestos a las exportaciones
desde 2005 y una gradual reducción del impuesto a los débitos y créditos
bancarios durante el próximo ejercicio y la ampliación de la base impositiva
del IVA y la eliminación de exenciones. En general se insiste en modificaciones
en materia de administración tributaria y eficiencia de la recaudación y por
cierto en superar la mora constitucional para establecer un nuevo régimen de
coparticipación federal y mejoras en la capacidad de recaudación de las
provincias. Se menciona la elevación de una propuesta de reforma del régimen
de seguridad social a presentar en marzo 2004 y que asegure mayor cobertura y
eficiencia del sistema.
Respecto de la banca se mencionan mecanismos de "fortalecimiento y
solidez" del sistema, tanto como el "rol de los bancos
públicos". Se anuncia una reforma de la carta orgánica del BCRA para
"fortalecer la independencia" en el manejo de la política monetaria y
financiera. Se insiste en el tema de las compensaciones por la aplicación de la
indexación asimétrica (CER y CVS) y evaluar el "impacto por sentencias
judiciales", en alusión a las compensaciones demandadas por los bancos
ante los amparos ordenados por la justicia. Se sostiene la continuidad del
proceso de reestructuración de la banca y especialmente para la banca oficial
se plantean consultorías que deban resolver adecuaciones de la misma durante el
próximo año. Con alusiones directas a la necesidad de "reducir los altos
costos operativos", en un sector de la banca que hasta ahora ha sido remisa
en la disminución de personal y cierre de sucursales.
Sobre las privatizadas se insiste en la legislación presentada por el poder
ejecutivo ante el parlamento para resolver la negociación con las empresas y
que podría habilitar un incremento de las tarifas a través del mecanismo de la
"vía rápida".
Convergencia del presupuesto 2004
Al mismo tiempo que se remitía el borrador para el acuerdo en el FMI, se
presentaba en el Parlamento el proyecto de presupuesto. Queda claro que se
destinan a los acreedores externos unos 12.500 millones de pesos (3% del PBI) y
para mayor gasto público 4.100 millones de pesos. De ese modo se trata de 2/3
de mayor capacidad de gasto público para los acreedores y 1/3 para destino
interior y además, sujeto a la consideración del Jefe de Gabinete de Ministros
y la evolución de los compromisos asumidos con el exterior.
La política económica se coloca así en consonancia "esencial" con
la necesidad de estabilizar el ciclo de negocios del capital dominante, afectado
por la crisis de fines de 2001. Ello supone la continuidad de fenómenos
estructurales, más allá de los paliativos de la política social sustentada
por el gobierno y descripta con detalles en el acuerdo con el FMI. Se insiste en
privilegiar los intereses de los acreedores, exportadores, banca transnacional y
empresas privatizadas.
Por mucho que se insista sobre un presupuesto con aumentos de destino social y
una negociación dura con el FMI, la realidad son las metas y objetivos
establecidos y saludados por las autoridades del Fondo y los principales centros
de poder local e internacional.
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BUSCAN LA LIBERACION DEL HOMBRE DEL YUGO DEL CAPITAL
Gracias por no fumar en los lugares comunes
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