A.
Belloch
La vivienda se ha convertido ya en España, y de
lejos, en el principal gasto que consume los recursos familiares, muy
por encima de los gastos en alimentación, salud o educación. Entre
un 26,9% y un 42%, según hablemos de la renta familiar disponible o
del salario medio de un trabajador. En cualquier caso, lo seguro es
que más de un tercio del presupuesto de una familia media española
está destinada a financiar la compra de la vivienda. Y su tendencia
es la de seguir subiendo inexorablemente.
Con un relativamente bajo
nivel de inversión, tanto en tecnología como en mano de obra, la
construcción es un sector de elevados beneficios y poco riesgo, donde
medra fácilmente el capital especulativo
Desde 1986 hasta hoy, el precio de la vivienda en España
se ha multiplicado por 3. Es decir, un piso que a mediados de los 80
costaba 10 millones, 15 años después es imposible encontrarlo por
menos de 30 millones. Mientras tanto, durante ese mismo período, el
precio del coste de la vida subió alrededor de un 80%. Y los salarios
lo hicieron en un 45%.
De acuerdo con un reciente reportaje publicado por la
revista británica The Economist España es, entre los países de la
OCDE, el que ha vivido una mayor y más espectacular subida del precio
de la vivienda, multiplicando por 6 la media del incremento de todos
los países desarrollados. Mientras en Francia, Japón o EEUU el
aumento del precio de la vivienda en las dos últimas décadas se
situaba entorno al 20%, es decir un 1% de media al año, en nuestro país
este aumento era del 140%, una media del 7% anual. Y sin embargo, este
encarecimiento no se corresponde con la lógica de las leyes del
mercado. Se calcula que existen en nuestro país alrededor de 2
millones de viviendas vacías, al tiempo que cada año se construyen
entre 400.000 y 500.000 más. Un exceso de oferta que, según las
leyes de la oferta y la demanda en el mercado tendría que empujar
hacia abajo el precio de la vivienda.
Y sin embargo ocurre exactamente al contrario. Pese a
que la demanda se mantiene estable en términos medios, cuanto más se
amplía el parque de las viviendas sin habitar, cuantas más viviendas
se construyen, más aumenta su precio. Un 12¹5% en 2000, un 8¹9% en
2001, un 15¹4% en el primer semestre de 2002. ¿Cómo se explica este
contrasentido?
Negocio redondo
Históricamente, el sector de la construcción
–tanto de viviendas como de obra civil– ha sido una de las fuentes
de acumulación de capital más simple y eficaz de la que ha dispuesto
el capitalismo monopolista español, especialmente tras la década de
los 50 con las grandes obras de infraestructura, los planes de
desarrollo y la masiva inmigración interior que concentró a la mayoría
de la población española en los centros urbanos.
Con un relativamente bajo nivel de inversión, tanto
en tecnología como en mano de obra, la construcción es un sector de
elevados beneficios y poco riesgo, donde medra fácilmente el capital
especulativo. íntimamente ligado al poder político, que en España
es quien tiene mayoritariamente la propiedad del suelo, decide la
calificación de los terrenos y concede billonarios contratos,
importantes poderes financieros de la oligarquía se construyeron en
el pasado y se construyen en la actualidad en torno al negocio de la
construcción (las Koplowitz, Dragados y las familias del Banesto, los
Entrecanales, Florentino Pérez,...)
Y en el centro del negocio de la construcción, la
gran banca y las cajas de ahorro, verdaderos agujeros negros que
absorben la inmensa mayoría del dinero que anualmente mueve el
negocio. Posiblemente, la mayoría sólo conocemos la parte final, el
pago del crédito hipotecario, pero el negocio, para ellos, empieza
mucho antes.
En primer lugar con la compra del suelo. Si la
promotora urbanística no está ligada de una u otra manera a un grupo
bancario, se verá obligada a pedirle prestado el dinero para la
compra del solar. Otro tanto ocurre con la constructora. O bien son
gigantes del sector a escala nacional o local, en cuyo caso es seguro
que alguno de los grandes bancos o cajas de ahorro serán propietarios
de buena parte de sus acciones; o bien son pequeños y medianos
constructores en cuyo caso necesitarán endeudarse con cualquiera de
ellos para acometer las obras. Finalmente, el comprador de la vivienda
tendrá también que hipotecarse con esa entidad financiera para
adquirir su vivienda.
De cada una de las partes del proceso la banca obtiene
suculentos beneficios, bien sea directamente, bien de los intereses
que cobra a sus deudores. El negocio es tan redondo que incluso en períodos
como el actual de bajos intereses, la banca acumula en el segundo
trimestre de 2002, sólo en créditos hipotecarios, un saldo vivo de
48¹23 billones de pesetas, un 17¹9% más que en el último trimestre
de 2001. Si los intereses son altos, la banca gana porque multiplica
escandalosamente la rentabilidad del dinero prestado. Si los intereses
son bajos, la banca también gana porque aumenta el volumen de
endeudamiento, ya que más gente se decide a meterse en un crédito
hipotecario de mayor cuantía.
Horas de vida
Comprarse hoy una vivienda en España significa
encadenarse prácticamente de por vida (15, 20 ó 30 años) con algún
gran banco que, antes de que llegues a ver tu salario, al que
previamente han exigido que domicilies en sus oficinas, ya te habrá
descontado al menos el 30%. Detrás de la hipoteca vienen los gastos
fijos de la vivienda: luz, agua, gas, teléfono,... Nuevos descuentos
que vuelven a engrosar las arcas de la banca ya que ellos mismos son
los principales accionistas del pequeño grupo de monopolios que se
reparten el mercado. De modo que aun antes de que hayas acudido a tu
banco, más del 50% de tu salario ya no existirá.
En apenas 48 horas, el banco y las empresas por él
dominadas habrá consumido el trabajo de al menos medio mes. Cuantos más
créditos necesitas tú, más horas de tu vida consumen ellos. Hasta
el punto de que, en el caso de la vivienda y las necesidades básicas
que la acompañan, estás obligado a tener que vivir y mantener a la
familia durante todo el mes con bastante menos de la mitad de tu
salario. Y así, mes tras mes, se encadena un ciclo infernal por el
que cualquier trabajador, todos los trabajadores, nos vemos condenados
a trabajar cada vez más horas de nuestra vida para bancos y
monopolios.
En el debate sobre la vivienda se han propuesto múltiples
soluciones: liberalización del suelo para permitir su abaratamiento,
creación de una verdadera política de viviendas públicas y de
protección oficial, penalización de la tenencia de viviendas vacías,
que el Estado construya y alquile viviendas a bajo precio para tirar a
la baja el mercado ... Muchas de ellas, sin duda, medidas justas y
necesarias. Pero que no van a la raíz del problema, que ponen parches
pero no curan la enfermedad. Porque todo el problema, en realidad, está
en la concentrada apropiación de riqueza en unas pocas manos y en la
gestión de los recursos de la sociedad en beneficio de esa pequeña
minoría. Lo que obliga al resto, a los trabajadores, al 75% de la
sociedad a dedicar más y más horas de nuestra vida para que ellos
puedan multiplicar hasta el infinito sus beneficios. éste es todo el
problema: que las necesidades de la mayoría –en este caso la
vivienda- se convierten en inmensos beneficios para unos pocos que
poseen la capacidad y el poder para apropiarse de lo que a todos nos
pertenece porque entre todos lo creamos.
Tomado de: http://www.laopinionpublica.com/a02spain.htm
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