Secciones: Correo recibido - Mundo InsurgenteTítulo: ¿Frente Único Obrero o "Unidad de los revolucionarios"?, por Héctor Lagar Texto del artículo:
II Encuentro estatal de Reencuentro Comunista. Situación de la izquierda y el partido revolucionario
Madrid, 11 diciembre 2004
(APORTACION NO PRESENCIAL que nos remite este camarada del POSI)
La clase obrera sólo puede intervenir en política por medio de su organización.
Por eso la clase se organiza en sindicatos, en partidos y en asambleas y soviets. De manera consciente o inconsciente, los obreros sienten que su fuerza está en su organización, en el peso de la acción de miles, de cientos de miles, de millones. Por eso, la clase trabajadora siente una profunda aspiración hacia
la unidad de sus filas, y también hacia la unidad de sus organizaciones.
La primera Internacional, que agrupaba en su filas a organizaciones políticas y
sindicales, y a los elementos marxistas y anarquistas, era la expresión de esa
aspiración a la unidad.
Sin embargo, la clase obrera está organizada en distintas organizaciones. La II
Internacional fue la organización de los partidos y sindicatos de masas. Se
organiza en la época en que la sociedad capitalista desarrollaba aún las fuerzas
productivas, y se nutrió de las reformas que los trabajadores impusieron. Pero
su dirección, pronto controlada por una verdadera aristocracia obrera, traicionó
el combate contra la guerra (decidido por los Congresos de la Internacional),
apoyando en 1914 con su voto los créditos de guerra de los distintos países. La
traición de la socialdemocracia en 1914, cuando, al servicio de las burguesías
imperialistas, ayudó a llevar a los obreros, embutidos en sus uniformes, a la
masacre imperialista, tuvo su continuación en la oleada revolucionaria que
siguió a la Primera Guerra Mundial, durante la cual la socialdemocracia puso
todo el peso de sus organizaciones al servicio del aplastamiento de las
revoluciones obreras que surgieron en diversos países (no dudando en organizar
el asesinato de los dirigentes revolucionarios, como Rosa Luxemburgo y Karl
Liebcknecht, que pocos meses antes eran compañeros de partido de su asesinos).
Ello llevó a que los elementos revolucionarios, siguiendo a los bolcheviques,
rompieran con la socialdemocracia para crear los partidos comunistas, la
Internacional Comunista. La degeneración de la III Internacional, convertida por
Stalin en un elemento de su política contrarrevolucionaria al servicio de los
intereses de la Nomenklatura (1) que usurpó el poder en la URSS, condujo a
Trotsky y sus seguidores a fundar en 1938 la IV Internacional.
La IV Internacional tiene un elemento de enorme fortaleza; su programa
revolucionario, fruto de las mejores experiencias de las 3 primeras
internacionales, pero numéricamente es débil. La tarea de construir partidos
revolucionarios de masas, que permitan solucionar la contradicción entre la
actualidad de la revolución proletaria y la inexistencia de una dirección que
lleve a la clase obrera a la victoria, es una tarea por realizar.
La inmensidad de la tarea a realizar, junto con la indignación de muchos de los
mejores elementos de la clase trabajadora -y en particular, de la juventud
trabajadora- ante la sumisión de los dirigentes socialdemócratas, los dirigentes
sindicales y los dirigentes estalinistas, reconvertidos o no, al orden burgués,
generan entre los elementos revolucionarios una gran impaciencia. Pero no es
posible construir el tejado de una casa sin construir las paredes, que a su vez
sólo pueden construirse sobre los cimientos. Y del mismo modo que se exige a
cualquier arquitecto conocer los principios básicos de la construcción de
edificios, establecidos por la experiencia de la ciencia arquitectónica, todo
revolucionario debe conocer los principios de la ciencia de la liberación de la
clase trabajadora, el marxismo, establecidos a lo largo de la experiencia de las
organizaciones obreras, tan necesarios para construir el partido revolucionario
como los de la arquitectura para construir un edificio.
Los primeros partidos comunistas estaban formados por elementos jóvenes,
surgidos de la ruptura con la política socialpatriota de la socialdemocracia,
indignados por la traición de sus dirigentes, impacientes por hacer la
revolución. Por ello no faltaban en ellos los elementos ultraizquierdistas y
sectarios. Lenin consideraba al izquierdismo de esos comunistas una "enfermedad
infantil" del comunismo, manifestación de la propia juventud de los partidos
comunistas, y dedicó no pocos esfuerzos a corregir esos errores. Pero han pasado
85 años desde la creación de los partidos comunistas, y las manifestaciones que
se consideran infantiles o juveniles al comienzo de la vida son, con más de 80
años, consideradas por cualquier observador como signos de demencia senil.
Confrontados con la contradicción que suponía el que los partidos comunistas
fueran una minoría dentro de la clase trabajadora, que seguía mayoritariamente
a la socialdemocracia y las burocracias sindicales, los bolcheviques aconsejaron
a los jóvenes partidos comunistas una línea basada en volcarse hacia las masas,
para disputar a la socialdemocracia la dirección de la clase trabajadora, en la
acción política y en la defensa de las reivindicaciones obreras,. La
Internacional Comunista, en su tercer y cuarto congresos, definió esta línea de
actuación, conocida como Frente Único Obrero (FUO).
La línea de FUO no es sino la síntesis de la experiencia de los bolcheviques
entre febrero y octubre de 1917. Durante ese periodo, la revolución de febrero
había llevado al poder a los mencheviques y socialistas-revolucionarios, lo que
generaba una contradicción entre la voluntad de las masas, que reclamaban la
tierra, la paz, el pan, y la de los partidos en el gobierno. Durante esos meses,
Lenin alertó a los bolcheviques contra las tentaciones ultraizquierdistas,
recomendando "explicar pacientemente" a las masas sus propuestas, y orientó al
Partido Bolchevique hacia una línea que permitiera a las masas hacer en la
práctica el balance de sus direcciones. La consigna "todo el poder a los
soviets" era, hasta Octubre de 1917, "todo el poder a los soviets dominados por
mencheviques y social-revolucionarios". Los bolcheviques, entonces, se dirigían
a mencheviques y socialistas-revolucionarios, diciéndoles "romped con los
ministros burgueses, tomad el poder, y tendréis nuestro apoyo" Durante el
intento de golpe militar del general Kornilov, los bolcheviques -con Trotsky
encarcelado y Lenin fugado, acusados ambos de ser agentes alemanes- ofrecieron
el apoyo incondicional de los bolcheviques a mencheviques y
social-revolucionarios para luchar unidos contra Kornilov. Sólo una exigencia
hacía Lenin: el mantenimiento de la independencia del Partido Bolchevique,
desechando todo intento de unificación con el menchevismo, y manteniendo su
libertad de crítica a los mencheviques y social-revolucionarios.
El Frente Único Obrero se apoya en el movimiento natural de la clase obrera, en
la aspiración de la clase trabajadora a la unidad de sus organizaciones para
defender sus derechos y reivindicaciones. En cada huelga, los trabajadores se
dirigen a sus sindicatos para pedirles que defiendan unidos las reivindicaciones
de esa huelga, que organicen juntos la movilización. Incluso aunque sientan una
cierta desconfianza hacia ellos, saben que sin sus organizaciones no pueden
triunfar. Los trabajadores no inician cada huelga desde cero. Saben que en
huelgas anteriores fueron traicionados. No tienen confianza ciega en sus
sindicatos (de hecho, vemos como muchos trabajadores no se organizan en
sindicatos ni participan en las elecciones sindicales). Pero saben que sin ellos
no pueden triunfar. Por eso muchas veces buscan forzar a sus organizaciones
cuando se dirigen a ellas para exigir la unidad y la defensa de las
reivindicaciones. Y por eso instintivamente rechazan a los sindicatos "rojos"
que se basan en la denuncia de sus organizaciones. Los marxistas revolucionarios
agrupados en la IV Internacional apoyamos incondicionalmente el esfuerzo de los
trabajadores por lograr la unidad de sus sindicatos en cada huelga, y señalamos
que la única manera de organizar esa unidad es por medio de asambleas generales
de fábrica que elijan un comité de huelga unitario con participación de los
sindicatos.
Todos conocemos una figura que no falta en ninguna fábrica; la del esquirol "de
izquierda". Este personaje nunca hace la huelga, alegando que es inútil ir a la
movilización porque los dirigentes sindicales van a traicionar, o alegando que
él no cree en la huelga legal, pero si convocaran una huelga salvaje... entonces
él sería el primero. Pero si pedimos a este personaje que nos ayude a echar a
los dirigentes sindicales traidores, nos contestará indefectiblemente que eso no
es posible, que los sindicatos están podridos, etc. Para él no puede echarse a
los dirigentes traidores, y no puede irse a la huelga mientras estén esos
dirigentes... luego nunca se podrá ir a la huelga. Como puede verse, los
ultraizquierdistas que nos proponen "romper con los sindicatos" comparten muchas
características con estos "esquiroles de izquierda". Los obreros normales se
niegan a seguir a unos y a otros, y las huelgas - y las revoluciones- las hacen
los obreros normales junto con los obreros revolucionarios, que han demostrado a
esos obreros normales en sus luchas cotidianas que no tienen intereses distintos
de los suyos, y que van hasta el final en defensa de esos intereses comunes.
El Frente Único Obrero no es la unidad a cualquier precio. La IV Internacional
ha acuñado un término, la Unicidad Sindical, para definir la unidad de los
dirigentes sindicales contra las reivindicaciones obreras. La unidad de CCOO y
UGT para negociar el Pacto Social es una expresión de esa Unicidad Sindical.
Como lo es la unidad de CCOO y UGT que quiere imponer desde arriba el
sometimiento a la Confederación Europea de Sindicatos, que quiere poner a todos
los sindicatos a las órdenes de los jerarcas de Bruselas. Pero los
revolucionarios combatimos incondicionalmente por la unidad de CCOO y UGT para
organizar la Huelga General contra el Decretazo. El FUO es la unidad de los
trabajadores y sus organizaciones en defensa de los derechos, conquistas y
reivindicaciones obreras. La IC definía el FUO como una línea "clase contra
clase": los trabajadores y sus organizaciones contra la burguesía, aunque fuera
para una reivindicación parcial y limitada.
El FUO tampoco es un acuerdo diplomático entre organizaciones. La Internacional
Comunista en vida de Lenin exigía como principio el derecho de los partidos
comunistas a mantener sus diferencias y sus críticas a los dirigentes
socialdemócratas, a la vez que se hacía la unidad con ellos para la lucha. El IV
Congreso de la IC decía: "Luego de asegurarse una total libertad de propaganda,
los partidos comunistas en todos los países se esfuerzan actualmente por
realizar una unidad tan completa como sea posible de las masas obreras en el
terreno de la acción práctica". La consigna que definía esta línea era la de
"marchar por separado, pero golpear juntos". FUO es la organización en común de
manifestaciones contra la guerra de Irak, por la retirada de las tropas
españolas, en las que cada organización lleva sus propias pancartas y defiende
sus propias consignas.
En 1926 los obreros ingleses llevaron a cabo una oleada de huelgas
semirrevolucionarias en defensa de sus reivindicaciones. Los dirigentes de las
Trade Unions, presionados por su base, solicitaron la solidaridad de los
sindicatos soviéticos, que organizaron colectas en cada fábrica para apoyar a
los huelguistas ingleses. Hasta aquí el FUO en su pura expresión. Pero los
dirigentes de la URSS - y con ellos los del PC inglés- dejaron toda la
organización de la huelga en manos de los dirigentes reformistas de las Trade
Unions, y se abstuvieron de toda medida, de toda consigna, que pudiera provocar
el desagrado de éstos. De este modo el Comité Anglo-Ruso (formado por los
sindicatos ingleses y los rusos) sólo sirvió para que los dirigentes sindicales
de las Trade Unions se cubrieran con el prestigio de la revolución rusa, para
maniobrar sin obstáculos contra la huelga. Con su apoyo, los estalinistas
desarmaron a los obreros ingleses frente a la inevitable traición de esos
dirigentes.
Tampoco es el Frente Único un apoyo a los dirigentes reformistas. Al contrario,
apoyándonos en la aspiración de los trabajadores a la unidad, los
revolucionarios nos dirigimos a las organizaciones mayoritarias de la clase
trabajadora para que asuman y organicen la defensa delas reivindicaciones
obreras. No otorgamos ninguna confianza a esas organizaciones, pero manifestamos
que en tanto defiendan las reivindicaciones obreras contarán con nuestro apoyo.
No seremos nosotros quienes rompamos la unidad. Como decían las "tesis sobre la
unidad del frente proletario" del IV Congreso de la IC: "Mientras que, entre los
trabajadores que recién acceden a una vida política consciente y que aún no
poseen experiencia, la consigna del Frente Único es la expresión sincera del
deseo de oponer a la ofensiva patronal todas las fuerzas de la clase obrera, esa
consigna sólo es, por parte de los líderes reformistas, una nueva tentativa de
engañar a los obreros para conducirlos por el camino de la colaboración de
clases. La inminencia de una nueva guerra imperialista, la carrera armamentista,
los nuevos tratados secretos de las potencias imperialistas, no solamente no
decidirán a los dirigentes de la II Internacional, de la Internacional II y ½ y
de la Internacional de Amsterdam a dar la voz de alarma y colaborar
efectivamente en la tarea de lograr la unidad internacional de la clase obrera,
sino que suscitarán infaliblemente entre ellos las mismas disensiones que en el
seno de la burguesía internacional. Ese es un hecho inevitable dado que la
solidaridad de los «socialistas» reformistas con «sus» burguesías nacionales
respectivas constituye la piedra angular del reformismo.
Esas son las condiciones generales en medio de las cuales la Internacional
Comunista y sus secciones deben precisar su actitud en relación con la consigna
de la unidad del frente obrero.". Por tanto, al proponer la táctica de FUO, la
IC era consciente de que la unidad obrera contra la burguesía es ajena a la
naturaleza de las organizaciones traidoras. En última instancia, serán ellas las
que rompan la unidad del frente proletario, permitiendo a los obreros que tenían
ilusiones en ellas hacer la experiencia práctica, en la movilización por su
reivindicaciones, del papel de esas organizaciones y de los militantes
revolucionarios.
La IC continuaba: "En Francia, el Partido Comunista engloba a la mayoría de los
trabajadores políticamente organizados. En consecuencia, el problema del Frente
Único asume un aspecto algo diferente del que presenta en otros países. Pero
también en Francia es preciso que toda la responsabilidad de la ruptura del
frente obrero recaiga sobre nuestros adversarios. La fracción revolucionaria del
sindicalismo francés combate con razón la escisión en los sindicatos y defiende
la unidad de la clase obrera en la lucha económica. Pero esta lucha no se
detiene en el umbral de la fábrica. La unidad también es indispensable contra la
ola de reacción, contra la política imperialista, etc. La política de los
reformistas y de los centristas, luego de haber provocado la escisión en el seno
del partido, amenaza ahora la unidad del movimiento sindical, lo que prueba que,
al igual que Jean Longuet, Jouhaux sirve, en realidad, a la causa de la
burguesía. La consigna de la unidad política y económica del Frente Proletario
contra la burguesía es el mejor medio de acabar con las maniobras
escisionistas.
Cualesquiera que sean las traiciones de la CGT reformista que dirigen Jouhaux,
Merrheim y consortes, los comunistas, y con ellos todos los elementos
revolucionarios de la clase obrera francesa, se verán obligados a proponer a los
reformistas, ante toda huelga general, ante toda manifestación revolucionaria,
ante toda acción de masas, la unidad en esa acción y, tan pronto como los
reformistas la rechacen, deberán desenmascararlos ante la clase obrera. De ese
modo, la conquista de las masas obreras apolíticas nos será más fácil."
Algunos creen seguir al pie de la letra esta recomendación por medio de la
emisión de ultimátums. Pero el Frente Único es más que una maniobra para
desenmascarar a las direcciones reformistas. Es la táctica por la cual, en la
acción política práctica por las reivindicaciones asumidas por el conjunto de la
clase trabajadora, se pone de manifiesto la actitud de los dirigentes
reformistas, incapaces de defender hasta el fin esas reivindicaciones.
El FUO es la política de unidad de los trabajadores y de sus organizaciones para
la lucha contra el capital. Se hace FUO para tareas prácticas y concretas. No
para la propaganda (cada organización hace la suya: "marchar por separado y
golpear juntos"). En el terreno electoral, el FUO no supone la alianza
electoral. Las elecciones son lo opuesto a una movilización. La participación de
los marxistas en ellas se reduce a la agitación de los puntos centrales del
programa obrero y socialista. Por supuesto esto no impide la realización de
tácticas electorales especiales. Por ejemplo, en determinados casos los
marxistas pueden llamar a votar a un partido obrero reformista, pero el apoyo a
una candidatura de los partidos obreros tradicionales, se basa siempre en la
orientación de ruptura con la burguesía. Pero al apoyar el voto a esos partidos
no compartimos su programa, sino que proponemos el de ruptura con la burguesía.
La táctica de "entrismo" en las organizaciones socialdemócratas que propugnaba
Trotsky en los años 30 era, en el fondo, una derivación de la táctica de FUO, de
la línea "hacia las masas". Partiendo de la radicalización de las bases de las
organizaciones socialdemócratas -y en particular, de las de sus organizaciones
juveniles- Trotsky animaba a los partidarios de la IV Internacional a entrar de
manera transitoria en esas organizaciones para ayudar a sus militantes a
combatir contra la dirección reformista y orientarlos a la construcción de una
organización revolucionaria. Línea que nada tiene que ver con las orientaciones
de "entrismo profundo" de los pablistas en los PC o de la corriente "Militant"
en la socialdemocracia y los PCs, que buscan una mítica conversión de las
direcciones de esas organizaciones a la causa de la revolución. Alan Woods,
dirigente de Militant, formulaba en una conferencia en Sevilla su orientación de
esta manera. "¿Para qué perder las energías en construir pequeñas organizaciones
aisladas de loa trabajadores, cuando los trabajadores ya tiene grandes
organizaciones como el PSOE e IU?" .
El Frente Único y los Sindicatos
Los sindicatos y los soviets fueron definidos por Trotsky como organizaciones de
Frente Único, ya que en ellos se agrupan trabajadores de distintos partidos,
junto con los obreros sin partido. En los sindicatos el objetivo común es la
defensa de las reivindicaciones económicas de los trabajadores. La Internacional
Comunista en vida de Lenin llamó a los militantes de los partidos comunistas a
militar incansablemente dentro de los sindicatos obreros, y rechazó toda línea
de ruptura sindical o de constitución de "sindicatos rojos".
Aunque nos hemos referido con detenimiento a esta cuestión en Combate Socialista
nº 13 ("Izquierda Unida ¿Qué salida?"), se trata de algo tan importante que
merece la pena volver sobre algunas cuestiones. ¿Qué actitud recomendaban Lenin
y Trotsky a los Partidos Comunistas, incluso los de masas, frente a esta
cuestión? El III Congreso de la Internacional Comunista (1920) aprobó una
resolución sobre "El movimiento sindical, los comités de fábrica y de empresas",
en la que se decía: "es importante que los comunistas de todos los países formen
parte de los sindicatos y trabajen para convertirlos en órganos conscientes de
lucha para la liquidación del régimen capitalista y el triunfo del comunismo.
Ellos deben tomar la iniciativa de la creación de los sindicatos en aquellos
lugares donde aún no existan.
Toda deserción voluntaria del movimiento profesional, toda tentativa de creación
artificial de sindicatos que no esté determinada por las violencias excesivas de
la burocracia profesional (disolución de las filiales locales revolucionarias
sindicales por los centros oportunistas) o por su estrecha política
aristocrática que cierra a las grandes masas de trabajadores poco cualificados
la entrada a los organismos sindicales, presenta un gran peligro para el
movimiento comunista. Aparta de la masa a los obreros más progresistas, más
conscientes, y la impulsa hacia los jefes oportunistas que trabajan para los
intereses de la burguesía"
En el III Congreso de la IC (1921), dentro de la resolución sobre "la
Internacional Comunista y la Internacional Sindical Roja", encontramos: "Durante
el próximo período, la tarea capital de todos los comunistas es la de trabajar
con energía, perseverancia, encarnizamiento para conquistar a la mayoría de los
sindicatos. En ningún caso los comunistas deben dejarse desanimar por las
tendencias reaccionarias que se manifiestan actualmente en el movimiento
sindical y tienen que dedicarse, mediante la más activa participación en todos
los combates cotidianos, a conquistar a los sindicatos para el comunismo pese a
todos los obstáculos y las oposiciones".
"En Alemania, el Partido es una excelente vía para conquistar gradualmente a los
sindicatos. Ningún tipo de concesión puede ser hecha a los que preconizan el
abandono de los sindicatos, pues esta actitud haría el juego a los
socialpatriotas. Ante las tentativas de excluir a los comunistas hay que oponer
una resistencia vigorosa y obstinada. Deben ser realizados los más grandes
esfuerzos para conquistar la mayoría de los sindicatos".
Esta lucha por conquistar la mayoría en los sindicatos supone la más dura
oposición a toda línea de escisión sindical. En el IV Congreso de la IC (1922)
se aprobaron unas "Tesis sobre la acción comunista en el movimiento sindical"
que dedican un apartado a "la lucha por la unidad sindical". En él se dice: "21.
La consigna de la Internacional Comunista (contra la escisión sindical) debe ser
aplicada tan enérgicamente como antes, pese a las furiosas persecuciones a que
los reformistas de todos los países someten a los comunistas. Los reformistas
quieren prolongar la escisión valiéndose de las expulsiones. Persiguiendo
sistemáticamente a los mejores elementos de los sindicatos, esperan desanimar a
los comunistas, alejarlos de los sindicatos y hacerlos abandonar el plan
profundamente meditado de la conquista de los sindicatos desde adentro
pronunciándose por la escisión. Pero los reformistas no lo conseguirán.
22. La escisión del movimiento sindical, sobre todo en las condiciones
actuales, representa el mayor peligro para el movimiento obrero en su conjunto.
La escisión en los sindicatos obreros haría retroceder a la clase obrera varios
años, pues la burguesía podría entonces retomar fácilmente las conquistas más
elementales de los obreros. Los comunistas deben impedir a cualquier precio la
escisión sindical. Por todos los medios, con todas las fuerzas de su
organización, deben obstaculizar la criminal ligereza con la que los reformistas
rompen la unidad sindical.
23. En los países donde existen paralelamente dos centrales sindicales
nacionales (España, Francia, Checoslovaquia, etc.), los comunistas deben luchar
sistemáticamente por la fusión de las organizaciones paralelas. Dado el objetivo
de la fusión de los sindicatos actualmente escindidos, no es conveniente apartar
a los comunistas aislados y a los obreros revolucionarios de los sindicatos
reformistas, transfiriéndolos a los sindicatos revolucionarios. Ningún sindicato
reformista debe quedar desprovisto del fermento comunista. El trabajo activo de
los comunistas en los dos sindicatos es una condición para el restablecimiento
de la unidad destruida.
La IC en vida de Lenin recomendaba mantener esta línea incluso frente a la
expulsión de los comunistas de los sindicatos: "La exclusión de los comunistas,
luego de su elección para desempeñar funciones sindicales, por parte de las
organizaciones locales no solamente debe suscitar protestas por la violencia
ejercida contra la voluntad de los electores sino que debe provocar una
resistencia organizada. Los miembros excluidos no tienen que permanecer
dispersos. La tarea más importante de los partidos comunistas consiste en
impedir la disgregación de los elementos excluidos. Deben organizarse en
sindicatos de expulsados centrando su trabajo político en un programa concreto y
la exigencia de su integración.
La lucha contra las exclusiones es en realidad una lucha por la unidad del
movimiento sindical. En este caso, todas las medidas que tiendan al
restablecimiento de la unidad destruida son buenas. Los expulsados no deben
permanecer aislados, así como tampoco las organizaciones revolucionarias
independientes existentes en el país en cuestión, con vistas a la organización
común de la lucha contra las expulsiones y para la coordinación de la acción en
la lucha contra el capital."
Y las conclusiones del texto son: "Prosiguiendo su camino hacia la conquista de
los sindicatos y la lucha contra la política escisionista de los reformistas, el
IV Congreso de la Internacional Comunista declara solemnemente que cuando los
dirigentes de Amsterdam no recurran a las expulsiones, cuando den a los
comunistas la posibilidad de luchar ideológicamente por sus principios en el
seno de los sindicatos, los comunistas lucharán como miembros disciplinados en
las filas de la organización única, marchando siempre adelante en todos los
enfrentamientos y en todos los conflictos con la burguesía.
El IV Congreso de la Internacional Comunista declara que todos los partidos
comunistas deben extremar todos sus esfuerzos para impedir la escisión en los
sindicatos, hacer todo lo posible para reconstruir la unidad sindical destruida
en ciertos países y obtener la adhesión del movimiento sindical de sus países a
la Internacional Sindical Roja."
Comentando la política de escisión sindical en el caso de las Trade Unions
inglesas, Trotsky decía en "Comunismo y Sindicalismo": "Aislándose cada vez más
de la clase obrera, el Partido Comunista opuso a las Trade Unions, que agrupaban
a millones de trabajadores, sus propios sindicatos, obedeciendo ciegamente a las
órdenes de la dirección de la Komintern, pero separados de la clase obrera como
por un abismo; era el mejor regalo que podía hacerse a la burocracia sindical.
Si ésta hubiera tenido la posibilidad de condecorar a alguien con la orden de la
charretera, tendría que haber otorgado esta distinción a los dirigentes de la
Komintern y la Profintern" (2) (...) "La Komintern ha acumulado muchas
experiencias en este terreno. Enfrenta sistemáticamente los sindicatos que ha
creado, es decir, los sindicatos comunistas, a las masas trabajadoras, con
abierta hostilidad. Esto es caer en la más absoluta impotencia. Es una de las
razones fundamentales de la derrota del partido comunista alemán"
En su artículo "Los sindicatos en la época de la decadencia imperialista",
Trotsky decía: "De todo lo dicho se deduce claramente que a pesar de la continua
degeneración de los sindicatos y de su integración progresiva en el Estado
imperialista, la intervención en el seno de los sindicatos no sólo no ha perdido
un ápice de su importancia, sino que debe proseguirse igual que antes, y en
cierta medida se convierte incluso en un trabajo revolucionario. El objetivo de
este trabajo sigue siendo fundamentalmente la lucha por ganar influencia en la
clase obrera. Toda organización, todo partido, toda fracción que se permita una
posición ultimatista en relación con los sindicatos, es decir, que vuelve la
espalda a la clase obrera, por el hecho de que sus organizaciones no son de su
agrado, está condenado a morir. Y hay que decir que merece su destino".
Los sindicatos no han sido creados por la burocracia que controla su dirección.
Fueron creados por los trabajadores para la defensa de sus reivindicaciones, y
reconstruidos con ese mismo fin en la lucha contra el franquismo en nuestro
país. Los militantes de la IV Internacional no hacen entrismo en los sindicatos,
sino que construyen los sindicatos obreros, con una línea basada en la defensa
irreductible de las reivindicaciones obreras, de independencia de los sindicatos
("clase contra clase") y de lucha por ayudar a la clase trabajadora a su
reconquista de manos de la burocracia partidaria del capital.
La actualidad del Frente Único Obrero
Algunas corrientes que se reclaman del trotskismo admiten la táctica de FUO en
el pasado, pero señalan que hoy no es de aplicación práctica. Según ellos, "la
socialdemocracia de hoy no es la de 1920 y 1930" y los sindicatos actuales ya no
son recuperables.
Pero la táctica de FUO no parte de considerar que los dirigentes de la
socialdemocracia o de los sindicatos sean más o menos "de izquierdas" o más o
menos "revolucionarios". Los dirigentes socialdemócratas de 1920 acababan de
apoyar la guerra imperialista con los peores argumentos del chovinismo y el
patriotismo. Tras la I Guerra Mundial los dirigentes de la socialdemocracia
alemana organizaron desde el gobierno el aplastamiento de la revolución alemana,
y el asesinato de los dirigentes comunistas alemanes, Rosa Luxemburgo y Karl
Liebcknecht, fue organizado por el ministro socialdemócrata Noske, desde el
gobierno presidido por el socialdemócrata Ebert. El dirigente laborista
británico, Ramsay MacDonald, organizaba desde el gobierno la represión contra
los trabajadores indios, represión que incluía el bombardeo contra ellos. Y
podríamos segur hasta el infinito. Al mismo tiempo, los dirigentes sindicales
habían participado en primera línea en el apoyo a la masacre imperialista.
Los dirigentes del PSOE, del PCE o de los sindicatos no han dejado de ser "de
izquierdas" ahora. Los bolcheviques rompieron con la II Internacional en 1917,
porque consideraban que se había pasado del lado del orden burgués. Los
trotskistas rompieron con los PCs en 1932, por idéntico motivo. La IV
Internacional se fundó en 1938 precisamente partiendo de la conversión de la
socialdemocracia y los PCs en aparatos contrarrevolucionarios.
Respecto de los sindicatos, su conversión en "pilares del capitalismo" no viene
de ahora. Sin entrar en periodos anteriores, sabemos cómo durante la llamada
"transición", el aparato de CCOO -bajo la dirección entonces de Marcelino
Camacho- estuvo en primera línea de la defensa de la monarquía, de la
Constitución y de los Pactos de la Moncloa. Al mismo tiempo que se oponía con
todas sus fuerzas a que los trabajadores desmantelaran el odiado sindicato
vertical. En aquel momento, la dirección de Camacho, traduciendo la política de
Santiago Carrillo, hizo todo lo posible para impedir el hundimiento de la CNS,
porque -según explicaba- quería transformarla desde el interior. Y la política
de Pacto Social ha sido la de los dirigentes de CCOO y UGT desde 1977.
La política de FUO no se basa en el carácter más o menos "de izquierda" de los
dirigentes de los partidos obreros o de los sindicatos, sino en la realidad del
movimiento obrero. Y la realidad es que hoy la inmensa mayoría de los
trabajadores sigue a los partidos obreros tradicionales (en nuestro país, en
especial al PSOE) y se organiza en los sindicatos obreros (en nuestro país, de
entrada en el sindicato tradicional, la UGT y en CCOO). Y por tanto, hoy la
movilización de la clase trabajadora ha de partir de esa realidad, que incluye
sus ilusiones políticas. Los trabajadores no adquieren su educación política en
las tertulias. La clase trabajadora sólo puede avanzar en su conciencia política
a partir de la acción concreta, de la movilización, del balance que cada
trabajador hace de ese combate. Y si los revolucionarios queremos combatir con
ellos, sólo podemos hacerlo basándonos en la táctica de FUO.
La alternativa ultraizquierdista al FUO
Cuando la burocracia, bajo la dirección de Stalin, se apropió de la dirección de
la Internacional Comunista y del partido Bolchevique, y tras un periodo en que
aplicó la política de colaboración de clases sin tapujos (por ejemplo, durante
la revolución china de 1926-27), adoptó la línea ultraizquierdista conocida como
el "tercer periodo".
La línea del "tercer periodo" se basaba en la caracterización de la
socialdemocracia como "hermana gemela" o "ala izquierda" del fascismo, como
"socialfascismo", y negaba la posibilidad de todo acuerdo de FUO con los
dirigentes socialdemócratas, a los que enfrentaba con una política basada
exclusivamente en la denuncia de sus traiciones. También se definía a la CNT
como "anarco-fascistas" (3). Al mismo tiempo, rompiendo con la línea de los IV
primeros congresos de la Internacional Comunista, Stalin orientaba a los PCs a
la escisión de los sindicatos, a la creación de "sindicatos rojos".
A la línea de FUO (unidad de los trabajadores y sus organizaciones), el "tercer
periodo" oponía la propuesta de "frente único en la base", que exigía a los
trabajadores socialdemócratas la ruptura con su dirección para hacer la unidad
con los obreros comunistas.
Esa línea sólo conseguía aislar a los trabajadores comunistas de los obreros
socialdemócratas, y de los afiliados a los sindicatos, muchos de los cuales
querían honradamente luchar por las reivindicaciones obreras.
La política del "tercer periodo" tuvo su mayor prueba en Alemania ante el
ascenso de Hitler. La táctica de Stalin se convirtió en el mejor apoyo a los
dirigentes socialdemócratas, que querían rehuir la lucha. De este modo, las dos
organizaciones más poderosas del la clase obrera europea se negaron a unirse
para la defensa común contra el nazismo, facilitando el ascenso de Hitler al
poder sin oposición alguna. Recomendamos la relectura de los escritos de Trotsky
sobre esta cuestión, obra maestra de la exposición sobre el Frente Único.
¿Unidad de los revolucionarios?
La táctica de FUO es, como hemos visto, parte de la lucha de los revolucionarios
por la dirección de la clase trabajadora. Frente a ella, algunos proponen la
táctica de "unidad de los revolucionarios". Es la línea que defienden las
diferentes corrientes del pablismo y su versión morenista.
Con más de 200 años de combate del movimiento obrero, hay pocas propuestas
nuevas que formular. La línea de "unidad de los revolucionarios" no es nueva.
Andrés Nin, dirigente de la oposición de izquierda española, la formuló contra
Trotsky durante la revolución española de 1931-39. En 1934-36 las bases del PSOE
y las Juventudes Socialistas experimentaron un abierto proceso de
radicalización. Incluso sus dirigentes, como Largo Caballero, se pronunciaron
por la dictadura del proletariado y la revolución proletaria. Los dirigentes de
Juventudes Socialitas -que era entonces una organización de masas con 100.000
militantes- llamaron públicamente a los militantes trotskistas a entrar en su
organización para combatir a los dirigentes reformistas del PSOE. Cuando Trotsky
propuso a los militantes de la oposición de izquierda española que aceptaran esa
invitación y entraran en el PSOE y las Juventudes Socialistas, Nin y sus
seguidores rechazaron esa propuesta, que consideraban una subordinación a los
dirigentes reformistas del PSOE. Por el contrario, Nin se orientó hacia la
unificación de las "organizaciones revolucionarias", unificando a su
organización con el Bloc Obrer i Camperol dirigido por Joaquín Maurín, para
formar el POUM. El POUM organizaba sus propios sindicatos y después de la
revolución de julio de 1936, sus propias milicias. Pero esta "pureza de
principios" se acompañó pronto de la mayor capitulación política. La nueva
organización, que contaba con unos miles de militantes, pronto pasó a suscribir
el Pacto del Frente Popular, y formó parte del gobierno frente populista de la
Generalitat de Cataluña, desde el que ayudó a desmantelar los organismos de
poder obrero creados por la revolución española de julio de 1936. Entretanto,
los dirigentes de las JJSS, ante el rechazo de la Oposición de Izquierda
española, se orientaron hacia la unidad con las Juventudes Comunistas, y pronto
fueron absorbidos por los estalinistas. Su organización, que podía haber sido
vanguardia de la revolución española, fue puesta por Santiago Carrillo al
servicio de la política contrarrevolucionaria de Stalin (4).
Nin orientaba su política hacia la unidad con los "revolucionarios" del BOC, y
el POUM orientó su política hacia la unidad con los "revolucionarios" de la CNT
(en la práctica, hacia los acuerdos diplomáticos con el Comité Confederal de la
CNT). Y en ambos casos, ante el temor a romper con esos "revolucionarios", se
vio obligado a claudicar ante la política del Frente Popular, primero en las
elecciones de febrero de 1936, luego en el gobierno de la Generalitat y
finalmente en la insurrección de mayo de 1937, cuando los dirigentes de la CNT
llamaron a los obreros de Barcelona a entregar sin lucha sus posiciones.
Quienes defienden hoy la "unidad de los revolucionarios" reproducen los peores
errores de Nin. Sacrifican a la "unidad revolucionaria" el principal bagaje de
la IV Internacional, su programa y sus principios. Porque es fácil llegar a un
acuerdo para organizar una manifestación o un mitin sobre una cuestión concreta.
Pero para llegar a acuerdos políticos estables con esas "corrientes
revolucionarias" es necesario adoptar una política "a medio camino" de la de
ellos. Y ello supone renunciar precisamente a lo que la Internacional Comunista
exigía a los PCs como requisito para el FUO: la plena independencia del Partido
Comunista, su total derecho a defender su política y a la crítica a sus aliados
socialdemócratas. Y al diluir su programa, los marxistas revolucionarios acaban
subordinados al programa de sus aliados "revolucionarios" ... que no es un
programa revolucionario.
Pero -y esto es lo más grave- la "unidad de los revolucionarios" se plantea como
alternativa al Frente Único Obrero. Supone dar la espalda a las masas
"atrasadas" y organizadas en los partidos obreros tradicionales y los sindicatos
obreros para dirigirse a los "sectores radicalizados" "anticapitalistas",
renunciando a algo esencial para una organización revolucionaria: la línea hacia
las masas, la lucha por la conquista de la mayoría de la clase trabajadora. No
es de extrañar que la línea de "unidad de los revolucionarios" se complete
habitualmente con la orientación de ruptura con los sindicatos y construcción de
"sindicatos rojos", siguiendo -aquí también- la estela de Nin.
Para los partidarios del Secretariado Unificado -que usurpa ilegítimamente el
nombre de la IV Internacional- la concreción de la "unidad de los
revolucionarios" es, con escasas excepciones- la alianza con sectores del aparto
estalinista en descomposición, ya sea Izquierda Unida en España, Rifondazione
Comunista (5) en Italia o el PDS en Alemania. Organizaciones en que los
partidarios del SU ocupan un papel no despreciable, sobre todo aportando
sustancia "ideológica". Y organizaciones que bien poco tienen de
revolucionarias, siendo en todos los casos el sostén de izquierdas de las
políticas antiobreras, y partidarias abiertas de la Unión Europea, bajo el marco
de la "lucha por la Europa Social".
El otro marco de "unidad de los revolucionarios" es, para el Secretariado
Unificado, el Movimiento Antiglobalización, declaradamente partidario de la
humanización del capitalismo, que lo financia generosamente en cada uno de sus
eventos, a través de las ONGs, de la Fundación Ford, o de las propias
instituciones, como el Parlamento Europeo . Hoy, en una cuestión esencial para
el futuro de los trabajadores, como la Constitución Europea, el movimiento
alterglobalizador propone una campaña común con la CES (partidaria de la
Constitución Europea), y acaba de celebrar su Foro Social Europeo ene Londres,
foro financiado por la CES y por el Ayuntamiento de Londres, cuyo alcalde, Ken
Livingstone, es un declarado partidario del Sí a la Constitución Europea.
Nahuel Moreno - y hoy la LIT y el PRT en España- proponen una versión particular
de esta táctica. Lo que llaman "Frente Único Revolucionario". Las Tesis
aprobadas en el Primer Congreso Mundial de la LIT, de marzo 1985, adoptaron la
táctica del frente único revolucionario, que "consiste en lograr acuerdos
político-organizativos sobre la base de puntos programáticos comunes que nos
permitan intervenir en forma conjunta en los procesos de la lucha de clases y
en la pelea por la dirección del movimiento de masas". El frente único
revolucionario era definido como "un paso transicional hacia un partido
revolucionario de masas".
Corriente Roja en España o el Bloco de Esquerdas en Portugal serían concreciones
de esta propuesta. Pero el Bloco de Esquerdas es la integración de la
organización portuguesa de la LIT en una plataforma político-electoral dominada
por organizaciones cristianas, ex-maoístas y por el Secretariado Unificado. Y
basada en el rechazo a las organizaciones sindicales y el apoyo al interclasista
y pro-capitalista Movimiento Antiglobalización. El BE es partidario de la
partición de Palestina, de la reforma del Constitución Europea, a la que
presentó enmiendas, de la "refundación democrática de la Unión Europea" y del
juego parlamentario en el falso parlamento de Estrasburgo (considera el cambio
de consejeros de Durao Barroso "una victoria par ala democracia europea") Y
Corriente Roja se coloca bajo los postulados de Nines Maestro y su ala del PCE,
basados en la negación de toda táctica de FUO y el rechazo a toda alianza con
los sindicatos y con el PSOE, una política centrada en la "denuncia" al peor
estilo del "tercer periodo" de la IC estalinista.
En Argentina, bajo la dirección del propio Moreno, el Movimiento al Socialismo
(MAS) concretó esta propuesta en un frente electoral con el PC Argentino
(organización que había apoyado la dictadura de Videla), con la creación de
Izquierda Unida, y antes del Frente del Pueblo. Ambas coaliciones se formaron a
partir de un programa común de gobierno -"para sacar al país de la crisis"-
elaborado entre el MAS y el Partido Comunista, amén de la participación de
personajes provenientes de la pequeña burguesía como Néstor Vicente. El votar
programas de gobierno con el estalinismo significa decirle al movimiento obrero
que hay un proyecto común. El MAS, durante la conformación del Frente del Pueblo
y de Izquierda Unida eliminó todas las discusiones y críticas estratégicas al
estalinismo. En plena crisis de la burocracia estalinista, cuando los obreros de
la URSS y de Europa del Este se enfrentaban a la burocracia en movilizaciones
abiertas, el MAS hacía actos conjuntos con el estalinismo -caso del 1 de Mayo de
1989- sin hacer ninguna referencia a las luchas de las masas del Este.
La sumisión de los principios a la búsqueda de aliados "revolucionarios" quedó
patente cuando se firmó el pacto de creación de Izquierda Unida, momento en que
la dirección del MAS llegó a decir que "hemos ganado al Partido Comunista al
programa revolucionario", corrigiendo abiertamente a Trotsky que en 1932 llamó a
los partidarios de la Oposición de Izquierdas a romper con los PCs, "pasados
definitivamente del lado del orden burgués".
Precisamente el ejemplo de Moreno y el MAS ilustra las diferencias entre el FUO
y la "unidad de los revolucionarios"-FUR" . El FUO exige como condición la más
completa independencia programática. Por este motivo el frente único nunca se
hace con objetivos de propaganda. De lo contrario estaríamos hablando de
programas comunes, pero entonces se trataría de un mismo partido. Precisamente
la necesidad de un frente surge de las divergencias programáticas y de la
necesidad de la lucha común por los puntos mínimos.
Revista Combate socialista
http://www.posicuarta.org
(1) Hay que recordar que esta Nomenklatura no ha jugado ningún papel histórico
progresivo. Después de actuar durante años como correa de transmisión del
imperialismo en el seno del estado obrero, participa después de su crisis mortal
en 1991, convertida en mafias, en la sustitución de la propiedad social, al
servicio del FMI
(2) Profintern: Internacional Sindical Roja, ligada a la Internacional Comunista
(3) Así, se opuso a la Alianza Obrera de Asturias hasta el día antes de la
insurrección de 1934, cuando cambió bruscamente de posición, siguiendo
instrucciones de Stalin
(4) Para un análisis más detallado de esta cuestión, ver el Combate Socialista
nº 12 "Historia del PCE"
(5) Partido abiertamente reformista, que propone de boquilla una política " de izquierda", pero que acaba de firmar un pacto con el ex-comisario de la Unión Europea, Prodi, sobre la base de un programa de gobierno que implica la aceptación de las directivas europeas, y renunciar a la exigencia de retirada de las tropas italianas de Irak.Artículo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 15/12/2004 - Modificar
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