Segunda cita
Dos velitas

Dentro de unos minutos hará dos años, gracias a Cecilia Todd –amiga y
bella voz de Venezuela–, que me metí en la Internet a ver un mensaje
afectuoso en La Taguara, portal trovadoresco de Darvin Romero Montiel.
Allí, como ya he contado, de pronto vi un letrerito que me invitaba a hacer
un blog; le hice clic, y henos aquí, al cabo de setecientos treinta días.
Este espacio, que abrí por curiosidad, desde su primera entrada reflejó lo
que iba a ser: por un lado gente contenta de que hubiera una forma de
comunicación, y por otro los que condicionaban su venia a diversas razones.
Los más, llegaban sólo con su optimismo; los menos, ya posicionados. Y
Segunda cita, que surgió sin la pretensión de desdeñar a nadie, ha
sobrevivido por ser un rincón de la esperanza.
Fuimos y somos parte del mundo real, el que vivimos, el que hubo siempre,
el que quizá sea así mientras nos dure; el mundo peliagudo y hermoso al
que, en un acto supremo de ilusión, traemos a nuestros hijos. La única
diferencia es que, a esta partecita incorpórea, le llamamos virtual.
Una de las claves de la virtualidad quizá consista en que ocupa menos
espacio. Pero esta condición no ha sabido abreviar el tiempo, que sigue
siendo el mismo. Por ese inclemente factor, que se extingue en la medida
que sucede, estuve pensando –primero– en detener el blog. Pero he llegado a
la conclusión de que el blog no soy yo, o que ya no lo soy, aunque lo
convocara.
Segunda cita es ustedes-nosotros, cada uno de vuestros-nuestros
comentarios, “cada broma, cada enojo o debate pronunciado”, como ha dicho
Mimí.
Segunda cita es, o mejor: sigue siendo un ideal. La aspiración a un sitio
en el que se concuerde o se discrepe sin hipocresía y con respeto. Ejemplo
Iraida, cubana residente en Miami que nunca dejó de decir lo que pensaba y
que jamás ofendió a nadie, a menos que la información rigurosa y el sentido
común pudieran ofender.
Nuestros tres primeros meses fueron una etapa de utopía, en la que con
cierta obstinación aposté por un éter idílico. Los sabotajes me hicieron
ver la necesidad de defendernos, si queríamos tener voz propia. Y, a pesar
de la contradicción que implica monitorearlo, el blog ha podido ir
generando su propio equilibrio y perfil, sin renunciar a formas de
indagación tan saludables y antiguas como la crítica y la autocrítica.
Asumir la responsabilidad inicial para mi ha sido un nuevo aprendizaje. No
menos rico que mi periplo con los pescadores o aquella vez que marché a
Angola con la ilusión de defenderla del apartheid. Ha habido mucho de
fragor en estos dos años, que de virtuales sólo han tenido el nombre.
Cuando empezábamos, uno de los ataques recurrentes era que Segunda cita era
excepcional y que los de la isla no teníamos acceso a Internet. La primera
red que se hizo en Cuba, hace unos 20 años, fue Infomed, que hoy mantiene
enlazados a médicos, hospitales, policlínicos y centros científicos de toda
Cuba. La ideó y la construyó, con brillante trabajo, Pedro Urra.
Hoy por hoy, además de otras redes, unos cuantos centros de estudio y
universidades cubanas tienen acceso a Internet, a través de WiFi gratuito.
Entre ellos, la Escuela Nacional de Arte.
Hace muy poco hubo un primer encuentro de blogueros cubanos, logro que
muestra un ciberespacio con nuestra identidad. Es de esperar que la Nación
no pare de incrementar las posibilidades de nuestro mundo virtual; también
espero que cada vez menos los magnates de la Internet dejen de sacarnos el
cartelito de “no se puede porque Ud. vive en un país bloqueado”.
Ojalá se pongan –nos pongamos– las pilas y barramos las sombras de la
guerra fría.
Un lema que surgió de la reunión de nuestra blogósfera fue “Blogueros en
Revolución”. Por eso a partir de hoy el subtítulo de Segunda cita será:
Blog en Evolución.
Montón, pila, brujón, puñao de felicidades a los segundaciter@s, autores y
actores de este espacio, victoria de todos y de cada uno.
Felicidades al Zurrón del Aprendiz, que hoy cumple su primer año.Artículo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 10/05/2012 - Modificar
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