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Texto del artículo:
Especial para Crónica PopularBernard Lewis, historiador, escritor y orientalista británico, nacido en 1916 en el seno de una familia judía y que obtuvo hace mucho tiempo la doble nacionalidad israelí y británica, ha sido toda su vida un hombre fiel a las ideas colonialistas y a los conceptos que tratan de establecer la superioridad de Occidente sobre el resto del mundo, por lo que siempre ha creído y recomendado que el mundo árabe fuera colonizado de nuevo.
Plantea que por necesidad política, histórica y por “cuestión de civilización” los pueblos árabes y musulmanes deberían ser de nuevo colonizados ya que nunca fueron capaces de gestionar sus propios asuntos sin la tutela extranjera occidental.
En esta misma línea de pensamiento, con la llegada de Ronald Reagan a principios de los años ochenta, hubo un giro en la política de Estados Unidos respecto al mapa geopolítico del mundo árabe. La teoría de la administración norteamericana era que la división del mundo árabe tal y como se estableció en 1916, mediante el Tratado Sykes- Picot, no era útil para los intereses políticos fundamentales de los EE.UU y en consecuencia, harían falta nuevas divisiones y fragmentaciones. Irak, Libia, Yemen son claros ejemplos de lo que comenzó a suceder a partir de ese momento en la región árabe. El objetivo era dividir aún más lo que las potencias coloniales ya habían fragmentado al acabar la Primera Guerra Mundial, 70 años atrás.
El acuerdo de Sykes-Picot arrancaría de la Gran Siria (la Madre) las provincias palestinas con el fin de crear con ellas el Estado de Israel. Gran Bretaña y Francia pusieron al frente de aquellos nuevos países a reyes y políticos dictatoriales, incluso les diseñaron las banderas y les impusieron nombres. El Líbano quedaba como un país pequeño a merced de su futuro poderoso vecino, que más tarde, en 1948 (aprovechando también la intrigante declaración del confuso documento conocido como Declaración Balfour), se convertiría en Israel. El reino hachemita de Jordania sería el refugio de los palestinos cuando comenzara la limpieza étnica contra el pueblo palestino que iba a practicar Israel desde el mismo momento de su creación y reconocimiento.
En el verano de 1970 se produjeron tres acontecimientos fundamentales en la región que influyeron de manera directa en la lucha de los pueblos árabes contra la influencia de las potencias occidentales por su libertad y la democracia contra las propias, aunque impuestas, dictaduras: en primer lugar, el fallecimiento del líder egipcio Nasser, que apoyaba la lucha panárabe de liberación de Palestina, desde su conocida política arabista, admirada y respetada por el mundo árabe anti reaccionario y anti imperialista. El segundo acontecimiento fue el derrocamiento de la resistencia palestina en Jordania y su retirada al sur de El Líbano, que tanto desmoralizó a las fuerzas progresistas árabes, ya que la OLP representaba el despertar de la nación árabe y la recuperación del orgullo y la dignidad perdida en la guerra de1967. Y el tercero fue el golpe militar de Hafez El Asad contra los dirigentes políticos del partido Baaz, que gobernaba Siria entonces. Este golpe significaba el abandono sirio de la lucha del pueblo de Palestina y la sumisión del régimen sirio a la política norteamericana. Fue un golpe definitivo, de muerte, al partido Baaz como partido nacionalista árabe. Representaba las aspiraciones de todo el mundo árabe y sus esperanzas tras la pérdida de su gran líder, el presidente Nasser.
Siria, en el mapa geopolítico y moral, representaba y representa el corazón del mundo árabe y sus aspiraciones desde los tiempos del líder Salah el Din, que luchó desde Egipto y Siria contra la invasión occidental liderada por los cruzados cristianos. Sin Egipto no hay lucha contra el invasor y sin Siria no habrá paz. Era y es un concepto real de antaño. A Egipto lograron arrancarlo, separlo, aislarlo, del mundo árabe en 1979 a raíz de los acuerdos de Camp David y Siria se está hundiendo a consecuencia de su patético régimen nepotista que se niega a las reformas.
Hafez Al Asad había acabado con toda oposición real democrática, arrestó a sus compañeros militares y políticos, hizo un régimen a la medida de su familia y anuló la Constitución siria. Convirtió al ejército sirio en una fuerza de represión contra su propio pueblo y contra las fuerzas de la resistencia palestina, alejándolo de su verdadera misión: proteger la soberanía nacional y defender la integridad territorial siria.
En un acuerdo tácito de 1976, la familia Asad pactó con Israel y Estados Unidos la ocupación de El Líbano con el objetivo de debilitar a la OLP y, consecuentemente, controlarla a fin de utilizarla contra sus enemigos. Esto quedó patente en 1982, cuando el ejército sirio, ante el avance israelí hacia Beirut, se retiró de El Líbano sin luchar junto a las escasas fuerzas tanto libanesas como palestinas que siguieron resistiendo durante tres meses más. La familia Asad prohibió e impidió a la resistencia palestina utilizar Los Altos de El Gólan, ocupado por las fuerzas israelíes.
Hemos comprobado a lo largo de décadas que las fuerzas imperialistas y neo conservadoras suelen mantener algunos regímenes con apariencia progresista y con políticas pseudosocialistas, pero en el fondo son gobiernos dictatoriales y con una política de sumisión a los planes trazados por Washington.
A veces es difícil entender estas situaciones, pero se sale de dudas cuando se hace el seguimiento de la política de la familia Asad durante las cuatro últimas décadas. En ningún momento se ha enfrentado a la política norteamericana en la región, aunque haya habido momentos de tensión aparente entre los dos países que han terminado por diluirse en el tiempo. ¿Acaso dividir y debilitar a la OLP es una política favorable a la causa palestina?, y ¿utilizar y someter a El Líbano?, y ¿formar parte de los ejércitos que destruyeron a Irak? ¿Y los trescientos millones de dólares anuales que recibe Siria de Estados Unidos? ¿Es esta la forma en la que la familia Asad apoya la causa pan arabista?
Dentro de la complejidad de la situación en el Mashreq Álarabi (Oriente Medio), creada desde hace siglos por las ex potencias coloniales, Rusia y China son grandes potencias sin un pasado colonial en la zona, pero que necesitan puertos en el Mediterráneo y que luchan por sus intereses económicos en competencia con las potencias de Occidente en una zona geográfica de gran valor estratégico y con grandes recursos. Ya fueron engañados por las potencias occidentales en Irak y Libia y no quieren perder influencia en la región como consecuencia de esta política engañosa utilizada siempre por Estados Unidos.
Estados Unidos, Israel e Irán coinciden en el objetivo de fragmentar el mundo árabe para de esta forma convertirse en compactas fuerzas en la región y, sin dejar de mantener sus intereses vitales, ir ocupando los espacios políticos que van abandonando Estados árabes como Egipto o Arabia Saudí. Asimismo, les interesa que el enfrentamiento entre los sirios se prolongue en el tiempo, porque el resultado sería una Siria devastada, agotada, sin recursos, que necesitara ser rescatada por Occidente, volviendo a la teoría de Bernard Lewis sobre la necesidad del tutelaje de los pueblos árabes y musulmanes, incapaces de gestionar sus propios asuntos sin la ayuda principal de los países occidentales hegemónicos .
Artículo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 24/08/2012 - Modificar
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Actualizado a 12/09/25
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