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Texto del artículo:
El sábado 15 de septiembre varios centenares de miles de personasDice el refrán que “la alegría dura poco en casa del pobre” y, a tenor
de las crónicas y titulares de la prensa española, el refranero no se equivoca.
Ante la gigantesca manifestación del 15-S, las grandes empresas de comunicación
apuestan con matices por el mismo fondo: ofrecer cifras a la baja, indicar que
quienes acudieron fueron menos de los previstos e insistir en la inutilidad de
la acción y sus propuestas, como advertía desde la reunión del Ecofin en Chipre
el ministro de economía De Guindos. Ningún medio impreso, ni los más
favorables, escapan a tales axiomas. Nadie le exige al gobierno que escuche a
la calle o cambie de posición. El País
en su editorial busca primero satisfacer a sus posibles lectores, que supone en
la manifestación, para a continuación aplaudir la tesis oficial de la
“inevitabilidad” del rescate, la inutilidad de la resistencia y buscar la
complicidad que facilita las subvenciones o la renegociación de créditos en
Bankia. Como puede verse, lo prioritario es negarle el éxito al convocante, lo
segundo desanimarlo y, lo tercero, ningunearlo restándole legitimidad. Todavía
se recuerda el tratamiento dado a la concentración que se produjo en la plaza
de Colón cuando vino el Papa y se reunieron allí un “millón de almas”. Nadie habló
entonces de que fueran “acarreadas” en autobuses, como ha publicado algún
periódico.
El
reino de la mentira
Pocos días antes de la gran manifestación convocada por la CUMBRE SOCIAL CONTRA
LOS RECORTES, que agrupa a más de 150 entidades y redes de la sociedad civil
organizada y que lideran los dos sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT), Mariano
Rajoy, presidente del Gobierno, decía en una larga entrevista en Televisión
Española que no tenía previstas más medidas contra los derechos y el nivel de
vida de la población. Ese mismo día, la prensa finesa publicaba otra entrevista
en la que el propio Rajoy afirmaba que los recortes eran inminentes e
imprescindibles. Y el mismo día de la manifestación de Madrid, en la reunión
del ECOFIN en Chipre, limitado aún más por una enfermedad sobrevenida, Luis de
Guindos (Ministro de Economía), insistía en que lo único sagrado para el
gobierno era la reducción del déficit e inyectar dinero a los bancos.
Mentir compulsivamente. Mentir para confundir. Mentir para desanimar,
mentir, en resumen, para seguir con esta especie de “rebelión de los ricos” que,
amparada en los principios ideológicos del neoliberalismo, ha roto los
consensos que apuntalaron la Transición en el Reino de España y que se
construyeron a partir de tres pilares: la consecución de un conjunto de
derechos políticos y sociales básicos para la ciudadanía, una arquitectura
representativa que los reflejaba y una estructura jurídica que los garantizaba.
El fondo de la acción política del Gobierno es precisamente avanzar en esa
rebelión del capitalismo arrogante para recuperar lo fundamental de unos
resortes que en su mente nunca debieron perder. Para ello, hay que mentir,
falsear y manipular y hacerlo con especial empeño ante un nuevo rescate inútil
que, como todos los anteriores en Grecia, Portugal o Irlanda, será terriblemente
lesivo para la mayoría de la ciudadanía.
Un
paso importante
La movilización del 15-S demuestra que si bien cada día la mentira y la patraña
se agigantan, su peso es cada vez menor. La gente vino a Madrid para exigir
decidir sobre las cosas que les afectan, máxime cuando éstas se refieren a
cuestiones esenciales de su vida (empleo, salud, educación, vivienda, etc.).
Ese empeño democrático básico se resume en la defensa de la necesidad de un referéndum
sobre las medidas de ajuste y rescate, las condiciones impuestas por los
acreedores de la UE. Y que la movilización esgrimió como conclusión fundamental
práctica para el día siguiente a la propia manifestación del 15-S. La
organización de esa consulta constituye la forma de responder positivamente
contra el fraude democrático que representa esta crisis y su gestión por
quienes se comprometieron a todo lo contrario en su programa electoral. Una
crisis que la gente paga a través del dinero de sus impuestos, de los recortes
en su nivel de vida y bienestar, que gestionan otros con programas diferentes a
los que se presentaron a las elecciones y del que sacan ventaja aquellos que la
provocaron y a los que nadie controla ni pide explicaciones.
La sensación de estafa e indignación que llenó las plazas de buena
parte del territorio del Reino de España hará ya casi un año y medio con el
movimiento 15-M, sigue ahora viviendo en acciones como la del sábado 15-S, tras
confluir con los sindicatos, y en propuestas como la de la consulta ciudadana
contra los recortes. El mensaje no puede ser más claro: referéndum o huelga
general, como señalaron los secretarios confederales de CC OO y UGT. Una antinomia
que busca poner en evidencia la erosión de legitimidad democrática del Gobierno
Rajoy a solo nueve meses de su elección, llenar de contenido político la convocatoria
más que probable de una huelga general por CCOO y UGT, que ya sólo podrá exigir
la dimisión del gobierno, y articular una propuesta de organización de la
sociedad civil que implique a millones de ciudadanos en la convocatoria de una
consulta popular pueblo a pueblo y barrio a barrio. De esa consulta, de su
organización, saldrá el camino hacia una propuesta política diferente a la del
recorte constante y la resignación perenne a las políticas neoliberales. Una
alternativa política de izquierda que habrá que construir de abajo a arriba
sobre la propia movilización social, para que la represente.
La primera consecuencia política del 15-S es que quizás Rajoy pueda
pretender ningunear la masiva movilización de los sindicatos y las
organizaciones sociales. Pero quién no podrá desde luego es Rubalcaba y la
actual dirección del PSOE. En su pospuesto y reciente Consejo Federal desechó
la propuesta del secretario general de la federación madrileña de este partido,
Tomás Gómez, de encabezar la campaña por un referéndum, alegando la
conveniencia de una oposición “responsable”, abandonadas ya sus pretensiones
iniciales de “unidad nacional” frente a la crisis. Pero después del 15-S no
tiene ya margen de maniobra: si no apoya el referéndum, si no apoya la huelga
general, si no apoya la consulta popular, Rubalcaba mostrará más, si cabe, su
inutilidad y hasta su hostilidad por la movilización sindical y ciudadana,
ensanchando la fractura con su base social, que recogen todas las encuestas, y
alimentando la crisis interna del PSOE.
En este sentido, la convocatoria y el proceso de la Cumbre Social no
sólo es un mecanismo de legitimidad democrática esencial de la huelga general,
sino también de clarificación de los elementos fundamentales de una alternativa
de izquierda a las políticas neoliberales de ajuste y rescate del PP y la
Troika. Un mecanismo de construcción de la unidad de la izquierda social y
política de abajo a arriba.
Así,
que no es tiempo de parar, sino de seguir y seguir…
Carlos
Girbau es coordinador
del Foro Social de Madrid, una de las organizaciones participantes en la Cumbre
Social y convocante de la manifestación del 15-S en Madrid.
Artículo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 17/09/2012 - Modificar
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Actualizado a 12/09/25
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